España, a la cola de Europa en Educación sexual

A partir del próximo curso, los alumnos españoles tendrán acceso a una Educación sexual de calidad, materia que muchos de sus vecinos europeos imparten desde hace años. Un paso importante en una escalera de innumerables escalones que tiene como meta valorar una dimensión humana fundamental como la sexualidad, presente a lo largo de todo el desarrollo vital.

En 1955, Suecia incluyó una asignatura obligatoria sobre Educación sexual en la etapa preuniversitaria, convirtiéndose así en el primer país europeo en hacerlo. A partir de la década de los 70, se sumaron los países escandinavos y algunos de la Europa occidental. Alemania la implantó en 1968 y Austria, Dinamarca y Finlandia dos años después. Los últimos en sumarse fueron Eslovaquia, en 1996, Francia, en 1998, Portugal, en 1999, e Irlanda que lo hizo en 2003.

Ahora, España está un paso más cerca de alcanzar al resto de países miembro y dejar atrás el poco contenido sobre sexualidad que incluía la Logse, en 1990, y la LOE, en 2006, modificadas respectivamente por la LOCE, en 2002, y la Lomce, en 2013, que tampoco incluyeron la materia.

La Educación sexual se recoge en la Lomloe, o Ley Celaá,  como una materia transversal, tanto para Primaria como para Secundaria. Es indudable que los contenidos abordados con relación a este tema pueden ser entendidos desde esa transversalidad, ya que no aparecen asociados a ningún área de conocimiento concreta, sino a todas ellas. Sin embargo, la transversalización de contenidos implica en muchas ocasiones que su abordaje se diluya.

Al aparecer explícitamente en el currículum, estrategias como el pin parental, solicitud escrita con la que las familias piden autorizar expresamente la participación de sus hijos e hijas en cualquier actividad extracurricular que afecte a cuestiones relacionadas con la sexualidad, el género o la diversidad sexual, pierden todo su sentido.

En una sociedad en la que seis de cada diez menores declaran haber accedido a contenidos pornográficos de algún tipo y en la que internet y las redes sociales son los medios infantiles y juveniles más influyentes acerca de la sexualidad, parece mentira que aún se siga debatiendo si es necesario que se imparta Educación sexual en el aula.

El juego político al que se somete esta materia produce un vaivén constante que aleja a las competencias de lo verdaderamente importante, abordar una asignatura pendiente que la sociedad pide a gritos. 

Y es que mientras el candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, asegura que si gobierna no se olvidará de formar a los docentes en Educación afectivo-sexual, contra las violencias machistas y en diversidad sexual y blindará por ley la imposibilidad de objeción parental respecto de estos contenidos, a los que se atribuirá el mismo nivel de protección que cualquier asignatura troncal, como «Matemáticas o Lengua española», Santiago Abascal continúa defendiendo el veto parental y asegura que en algunos centros educativos se enseñan «juegos eróticos» que «están cerca de la corrupción de los menores».

La Comisión europea presentó en 2020 un informe sobre Educación sexual en los distintos sistemas educativos europeos.

Una materia obligatoria en la mayoría de los estados miembro que presenta un sinfín de diferencias en cuanto al mensaje transmitido, la edad de los alumnos, que varía entre los 5 años en Portugal y los 14 en Italia, el papel de la escuela y de los padres, los contenidos y la forma de enseñarlos.

En países como Polonia la Educación sexual es obligatoria, pero en la práctica rara vez se ofrece debido a la considerable oposición pública. En otros estados miembro como Chipre, Italia, Rumanía y Eslovenia se centran únicamente en aspectos biológicos como, por ejemplo, la anatomía sexual, el cuerpo humano o la reproducción. Bulgaria, Croacia, República Checa, Irlanda y Lituania también lo hacen en aspectos de prevención como la anticoncepción, las enfermedades de transmisión sexual, el embarazo y la violencia de género.

En la mayoría de estos países donde la Educación en sexualidad se enfoca solo en conceptos biológicos y de prevención, por considerar el resto de temas «comprometidos», la asignatura es de carácter opcional.

En contraposición, países como Austria consideran la sexualidad como  una parte imprescindible de la salud general y del desarrollo como persona. El plan de estudios se centra en aspectos biológicos y de prevención, pero también explora cuestiones relacionadas con la identidad sexual o el consentimiento mutuo.

Además, con el objetivo de cumplir con los requisitos del siglo XXI, el Ministerio austriaco de Educación revisa frecuentemente, con profesionales de la salud, los conceptos que aborda la materia.

Durante los últimos diez años ha ido en aumento el reconocimiento y la evidencia de que enseñar los aspectos  cognitivos, emocionales, sociales y físicos de la sexualidad puede tener un impacto positivo en la salud sexual de los alumnos. Concienciar sobre temas como la igualdad de género ha demostrado reducir el riesgo de abuso sexual infantil, establecer normas equitativas, mayor confianza y habilidades más sólidas para entablar relaciones entre los jóvenes.

Para que la Educación sexual sea eficaz es necesario que se adopte un plan de estudios con un enfoque integral que aborde una amplia gama de temas que vaya más allá de los aspectos biológicos; enfermedades de transmisión sexual, embarazos juveniles, relaciones sexoafectivas, orientación sexual y roles de género, entre otros. 

A pesar de la evidencia clara y convincente a favor de los beneficios de una Educación sexual de calidad, a nivel mundial, pocos niños, niñas y jóvenes reciben una preparación para la vida que los capacite para asumir el control y tomar decisiones acerca de su sexualidad y sus relaciones de manera libre y responsable.

• Prevención del VIH. Se ha demostrado que los programas escolares son una forma de contribuir a la prevención del VIH y garantizar los derechos de los jóvenes, según la guía de Naciones Unidas.
• Embarazos. Las complicaciones del embarazo y el parto son la segunda causa de muerte mundial entre las jóvenes de 15 a 19 años.
• Menstruación. En algunas países, dos de cada tres niñas informaron no tener idea de lo que les estaba sucediendo cuando menstruaban.
• Aborto no seguro. A nivel mundial cada año tres millones de mujeres entre los 15 y los 19 años de edad  tienen abortos no seguros. Debido a las restricciones legales sobre el acceso al aborto seguro que existen en muchas partes del mundo, las adolescentes con frecuencia recurren a procedimientos no seguros administrados por proveedores no capacitados.
• Violencia de género. Las estimaciones mundiales indican que cerca de una de cada tres mujeres en todo el mundo, el 35%, ha experimentado violencia física o sexual en la pareja íntima o fuera de la pareja a lo largo de su vida.
• Ablación genital. Por lo menos 200 millones de mujeres y niñas que viven hoy han sido sometidas a la mutilación genital femenina en 30 países. La gran parte de las niñas fueron sometidas a la ablación antes de cumplir los 5 años.