La brecha inversa: por qué los chicos abandonan mucho más que las chicas
Las soluciones deben partir de una pregunta clave: “¿Qué encuentran las chicas en la escuela que los chicos no encuentren? © OKSIX
Algunos lo llaman la brecha inversa. La prueba más evidente de que las desigualdades de género en Educación también afectan a los chicos. El abandono escolar temprano en España siguió el pasado 2020 su caída sostenida hacia el 15% que nos ha marcado como objetivo la UE. Ya se sitúa en poco más del 16%, con un ritmo de descenso superior a un punto porcentual desde hace una década. Baja la cifra global y se mantiene el enorme desequilibrio por sexo del alumando: los chicos (20,2%) no están lejos de doblar a sus compañeras (11,6%).
Cierto que, desde 2010, el abandono masculino ha caído más rápidamente que el femenino. El primero se ha rebajado en un 13,4%. El segundo, en un 11%. Pero las grandes diferencias de partida hacen que la brecha inversa continúe siendo una de las grandes anomalías de la Educación en nuestro país.
Los expertos que han investigado el fenómeno separan en dos grupos los motivos que lo explican. De una parte, hechos objetivos, en especial la abundancia de trabajos poco cualificados disponibles (de forma casi exclusiva) para hombres. De otra, consideraciones subjetivas que atañen a la cultura escolar o el sistema de valores tradicionalmente asociado a cada género.
Existe un tercer grupo de razones –supuestamente enmarcadas en la biología y la genética– que Silvia Carrasco, profesora de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), tilda de mera “cultura popular”. Tras décadas abordando la desigualdad educativa en sus muchas vertientes, Carrasco ha topado –también en entornos académicos– con “argumentos superficiales, sin base científica, como que las chicas maduran antes o son, de forma natural, más aplicadas”. Para ella, se trata de “afirmaciones con la misma validez que decir que los chicos tienen el cerebro azul, y las chicas, rosa”. Pero que sirven para “normalizar” la brecha inversa en lugar de intentar atajarla mediante políticas activas.
Espacio de igualdad
Según la profesora de la UAB, las soluciones deben partir de una pregunta clave: “¿Qué encuentran las chicas en la escuela que los chicos no encuentren?”. Su respuesta es clara: una “mayor igualdad que en sus entornos sociofamiliares, un espacio que les permite construirse y proyectarse en positivo”. Libertad sin cortapisas de género que, por contraste, disfrutan en especial aquellas chicas que crecen en contextos con acusado sexismo.
Del lado masculino, persisten ciertos imaginarios, preconcepciones sobre la hombría que entran en colisión con el éxito en los estudios
Del lado masculino, persisten ciertos imaginarios, preconcepciones sobre la hombría que entran en colisión con el éxito en los estudios. “Se presiona hacia la disrupción como definición de la masculinidad, como si tener un proyecto formativo fuera para empollones o blandengues”. Carrasco deja claro que no existen datos sólidos que sustenten estas afirmaciones, surgidas de algunos indicios y de su “intuición como antropóloga”. También Siro Bayón, autor del estudio Una radiografía del abandono escolar temprano en España, publicado por la Universidad de Valladolid, apunta en la misma dirección: “respuestas antiescolares como el abuso de sustancias y otras conductas de riesgo están más aceptadas entre los chicos”.
Investigador y actual director de la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa, a José Saturnino Martínez García no le convencen las explicaciones de índole sociocultural. “Esos patrones de la cultura escolar teóricamente más asociados a la feminidad (pulcritud en los materiales, buena presentación, obediencia…) me recuerdan a lo que se decía, hace 40 años, para explicar por qué las chicas estudiaban menos que los chicos”.
Penalización laboral
Martínez García sitúa en los 60 y 70 el punto de inflexión que empezó a inclinar la balanza hacia un mayor éxito escolar femenino. En España y en la mayoría de países europeos. El factor diferencial, explica, fue la incoporación masiva de mujeres al mercado laboral. Y la diferente oferta y condiciones que en él aguardan a chicos y chicas. “Laboralmente hay mayor penalización para las mujeres sin estudios. Un hombre puede encontrar profesiones poco cualificadas en las que, gracias a la experiencia, progrese. El ejemplo paradigmático es la construcción”.
Bayón, por su parte, advierte contra la tentación de victimizar al sexo masculino por sus peores registros educativos: “El hecho cierto es que el no estudiar no es tan desventajoso para ellos. Pero al mismo tiempo, las carreras que llevan a empleos mejor remunerados (ingenierías etc) están masculinizadas”. Carrasco recuerda que “también existen muchos trabajos poco cualificados” en sectores con preponderancia femenina, como los cuidados o la limpieza. Aunque admite que quizá “no ejerzan el mismo poder de atracción al estar peor pagados”.
En sus investigaciones, Martínez García ha detectado otra variable que enlaza con ese poder igualador de la escuela (desde una óptica de género) que percibe Carrasco. En muchas familias, el panorama que espera a las mujeres que abandonan resulta bien distinto al de los hombres. “Si un chico no estudia y tampoco busca o encuentra trabajo, puede haraganear y quedarse en casa jugando a la Play”. Su entorno familiar le permitirá ejercer de nini con plenos derechos y ninguna obligación. “Pero a una chica es mucho más probable que se le cargue con trabajo doméstico”, sostiene el director de la agencia de evaluación canaria.
Diferencias mucho mayores que en la UE
- Según la ultima Encuesta de Población Activa, la diferencia por sexo en el abandono escolar temprano se sitúa en un 8,6%. Un 11,6% de chicas entre 18 y 24 años poseen como máximo el título de ESO y no realizan ninguna actividad formativa. En el caso de los chicos, la cifra sube hasta el 20,2%.
- La media de la Unión Europea marca una brecha inversa del 3,5% (8,4% para las chicas y 11,9% para los chicos). Solo en Rumanía y República Checa es la cifra de abandono mayor entre las chicas, con diferencias que no llegan al 1%. Además de España, Estonia y Portugal presentan también desequilibrios de más del 5% a favor de las chicas.
- En la última década, la brecha inversa en España cayó a su mínimo en 2017, cuando se situó en un 7,3% (21,8% para chicos, 14,5% para chicas).