El arte de perder: los cicerones del IES “María de Córdoba”
“No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable” sentenció Marco Tulio Cicerón, el filósofo y orador romano que defendió apasionadamente la Retórica como “arte”. Y como toda disciplina artística, la defensa de una idea a través de la palabra dicha requiere de un entrenamiento a conciencia.
Lo saben muy bien Rut Sanz Montaña y Pascual González Carrillo, profesores de Lengua y Literatura y Filosofía, respectivamente, en el “María de Córdoba”, un IES enclavado en Las Navas del Marqués (Ávila). Volviendo al discurso de Cicerón, ellos han sido los encargados de trabajar la inventio, la dispositio, la elocutio, la memoria y la actio a ocho alumnos (siete chicas y un chico) de 3º y 4º de la ESO del centro para la V Liga Debate de Castilla y León.
Han superado la fase provincial, pero no han conseguido llegar a la final autonómica –celebrada el pasado 7 de mayo– en la que los centros CC “Santo Ángel” de Palencia y el IES “Cardenal López de Mendoza” de Burgos se alzaron con sendos galardones en las modalidades de ESO y Bachillerato. En ese acto de perder, en esa lección de deportividad que les motiva a seguir intentándolo, reside su fuerza.
“Preparar la Liga Debate con ellos me ha hecho mejor docente”, asegura Rut, que recalca “lo alucinante de compartir con alumnos y trabajar mano a mano con ellos en un contexto de aprendizaje no formal”. Y es que ella, su compañero Pascual y los ocho pequeños (pero grandes) cicerones (Aníbal Sastre del Pozo, Victoria Segovia García, Cristina Martín Verdugo, Claudia Martín Quirós, Sara Zamamra Tahajit, Safae Isham el Yaakoubi, Laura García Conde y Andrea Otacoma Femenía) han invertido las tardes de los miércoles (y muchos de sus recreos) desde octubre de 2020 para elaborar las posturas a favor y en contra alrededor de la disyuntiva planteada a los alumnos de la ESO en esta quinta edición de la Liga Debate: ¿Es el estado de alarma una medida eficaz en caso de pandemias como la que estamos viviendo?.
“Hemos tratado de enfocar el debate desde el mayor número de ángulos en sesiones bastante dinámicas en las que combinamos la exposición de argumentos y la tormenta de ideas”, expone Pascual, que se encarga de estabilizar la balanza “entre el pensamiento riguroso de la filosofía y el encanto retórico de la sofística”, admite.
Los alumnos están abiertos a comprender y a interiorizar que cualquier postura tiene pros y contras; y eso es pura luz
"Por su parte, Rut se ha encargado de “perfilar las palabras para convertirlas en el discurso oral que transmiten los chicos”, explica la docente. “La forma, la entonación y la comunicación no verbal pueden colaborar a que un argumento se convierta en incuestionable, en irrisorio, en entrañable, o en demoledor”, añade. Ambos profesores coinciden en admitir que “ha sido un privilegio” trabajar con un grupo de alumnos “muy especiales, con una enorme motivación, talento y compromiso con el proyecto, por no hablar de su calidad humana”, remarca Pascual. “Han hecho EQUIPO con mayúsculas”, insiste Rut, que subraya –junto a su compañero– la disponibilidad para aprender de estos alumnos: “Están abiertos a comprender e incluso, a interiorizar, que cualquier postura tiene pros y contras; y eso es pura luz”.
“Si me hubiesen preguntado hace seis meses qué es debatir, habría dicho: hablar sobre un tema. Y ya”, confiesa Safae. “Sin embargo, este mismo tiempo me ha demostrado que es mucho más que “hablar”: es dar a conocer una opinión, una idea, un argumento y, en definitiva, cómo es una persona en realidad. Por ello lo describiría como un “arte” en sí mismo”, concluye.
Por su parte, Sara comparte que en este proceso ha aprendido a expresarse mejor, “y a intentar hacer que mis ideas le lleguen al equipo rival, así como refutar sus argumentos, y convencerlos de las ideas de mi equipo a pesar de que ellos estén en contra”, expresa. Para Victoria, participar junto con el resto ha supuesto, incluso, “una vía de escape a aquello que más me agobiaba: el instituto”, confiesa la alumna.
“Durante un par de horas iba a un espacio donde aprender a comunicarme mejor, donde defender aquello en lo que creía firmemente, y donde, aunque me saliera mal, me animaban a hacerlo mejor”, expone. Al final, todo el equipo se ha enfrentado a miedos comunes, como “la vergüenza de hablar sobre un tema delante de personas, algo que me cuesta bastante”, admite Laura.
Resulta conmovedor comprobar cómo los referentes discursivos de estos alumnos se alejan de tópicos y youtubers y se acercan al núcleo: amigos, profesores o familia, como el padre de Claudia, del que la alumna presume: “Siempre me da muy buenos argumentos de los temas de los que hablo con él y nunca trata de imponerme sus ideas, solo las defiende y da su punto de vista”. Como punto y seguido, los cicerones del “María de Córdoba” lanzan un consejo a nuestros políticos: “Que tengan respeto entre ellos y que se escuchen mutuamente”, propone Andrea.