Lo que nos limita y lo que nos potencia
“Si crees que puedes o si crees que no puedes, estás en lo cierto”. (H.Ford)
Desde el momento en el que nacemos comienza nuestro aprendizaje, lo hacemos sin que nadie nos diga cómo, y así continuamos haciéndolo a lo largo de nuestra vida, de manera consciente e inconsciente.
Influenciados por nuestra educación, cultura y vivencias, vamos construyendo un esquema de pensamiento o sistema de creencias que influirá en la manera en que sentimos, pensamos y nos comportamos. Constituyen nuestra explicación al significado de las cosas, actúan como filtro respecto a la realidad que vivimos, son construcciones e interpretaciones propias, no realidades. Son las ideas que tenemos respecto de nosotros, de los demás, del trabajo, etc.
Por ello, ante una misma situación, en función de cómo la evaluemos y la percibamos, podremos reaccionar sintiéndonos y actuando de una forma u otra.
En los procesos de coaching trabajamos con dos tipos de creencias:
- Creencias potenciadoras: aquellas que nos invitan a progresar, a avanzar, nos empoderan y nos energizan (soy capaz, me lo merezco, puedo).
- Creencias limitantes: limitan nuestro desarrollo potencial, bloquean y obstaculizan la consecución de nuestros objetivos. Nos hacen cuestionarnos y dudar de nuestros talentos y capacidades (soy muy mayor para encontrar pareja, no valgo para estudiar, nunca encontraré trabajo…).
Ambos tipos de creencias tienen una importante capacidad y es la de condicionarnos, van a dirigirnos, determinarán la forma en la que nos posicionamos ante determinadas situaciones en nuestra vida.
Afortunadamente, nuestras creencias no son algo permanente, podemos aprender a trabajarlas y liberarnos de aquellas que nos perjudican, modificándolas por otras que nos ayuden a estar en línea con nuestros objetivos, no se eliminan, se sustituyen por otras.
Un primer paso para trabajar creencias consistirá en hacer visible lo invisible, detectarlas, darnos cuenta, tomar conciencia, comprender qué nos está obstaculizando, en definitiva, ponerles nombre, definirlas.
Un segundo paso se basará en trabajar la aceptación de estas creencias, comprender que forman parte de nosotros, entender la intención positiva por la que las interiorizamos en su día y analizar aquellas emociones asociadas a esta creencia.
Un tercer paso nos llevará a analizar de qué forma actualmente nos limita, en qué situaciones aparece, con qué personas, qué mensajes nos transmite, esto nos ayudará a estar en alerta en situaciones similares.
Por último, readaptar nuestras creencias, nuevas ideas que sustituyan a las antiguas, para ello deberemos ser flexibles y observar la realidad desde otro prisma, entender que es mucho más amplia de lo que nosotros interpretamos. Decidir qué queremos creer o pensar en su lugar, qué mensajes nos amplían horizontes y nos posibilitan a la acción, potenciar nuestro diálogo interior en positivo.
Si necesitas trabajar tus creencias, no dudes en solicitar ayuda profesional, estaremos encantados de acompañarte en tu proceso de autoconocimiento.
Esther Cazalla Briz, coach acreditada por Asesco.