Sonja Uhlmann: “Es crucial que los niños sepan frenar la espiral del conflicto”
Los centros de British Council ya cuentan con los coordinadores de bienestar del alumnado. © BRITISH COUNCIL
Sonja Uhlmann, la responsable de Protección de Infancia de British Council, durante muchos años ha trabajado en los proyectos enfocados al apoyo a personas con la discapacidad intelectual. Ahora Uhlmann se encarga de la protección del otro grupo especialmente vulnerable, los niños y niñas.
La nueva normativa aprobada en España en abril de este año y su potencial para mejorar el sistema de protección al alumnado ha sido el tema principal de la entrevista a Sonja Uhlmann en MAGISTERIO.
Pregunta. ¿Qué exactamente entendemos por acoso escolar?
Respuesta.—El acoso escolar es la forma más grave del conflicto en un centro educativo. Lo primero siempre es la constitución del conflicto. La segunda fase trata ya de violencia física y emocional y de agresión, que se propagan también a través de las redes sociales. El acoso como tal, ya viene absolutamente definido: es repetitivo, continuado en el tiempo y con una posición de poder.
¿Cómo ha cambiado la situación con diferentes formas de acoso en centros educativos debido a la pandemia?
—El acoso como tal, no creo que haya visto cambiado con la pandemia. Creemos que los conflictos, la violencia y la agresión sí que se han incrementado, y el acoso, no tanto. Pensamos que las burbujas de convivencia, el no poder, a veces, no encontrarse con la persona con la que tienes el conflicto, ha incrementado mucho la agresión.
La nueva Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia es una enorme oportunidad para España, para comenzar a hacer cosas bien.
"En términos generales, ¿cómo es el sistema de protección a la infancia y a la adolescencia en lo referido al acoso escolar en España?
—Creo que a España lo que le faltaba mucho era una ley concreta que abarcara todos los tipos de violencia. La nueva Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia (Lopivi) abarca a todos los niños y niñas en todos los entornos. Es una enorme oportunidad para comenzar a hacer cosas bien. Una parte importante de esta ley es la prevención de violencia para que la espiral no se incremente. Asimismo mediante esta normativa se regula todo lo referido al contenido en las redes sociales. No se trata de demonizar las nuevas tecnologías e internet ni mucho menos, pero es verdad que hay una sobrecarga de violencia en los medios sociales. La nueva normativa no solo va a regular la violencia entre iguales, sino que también del adulto al niño que hasta ahora no se ha hecho. La nueva ley reconoce el papel de los centros educativos a través de la figura del coordinador de bienestar y protección del alumnado. Es importantísimo que en el entorno escolar haya profesores especializados en la prevención de conflictos y su detección para intervenir y tomar acción lo más pronto posible.
Según el estudio ‘Dilo todo contra el bullying’ realizado por Totto y Educar es todo, el 71,1% de los profesores reconocen la falta de preparación en temas de acoso escolar. ¿Piensa que puede cambiar la situación con la nueva normativa?
—Es verdad que los profesores no han tenido la formación suficiente para saber cómo abordar este tipo de situaciones. En este sentido, el papel del coordinador mencionado antes va a ser fundamental. Los conflictos pueden tener lugar en los centros escolares, en un polideportivo, etc., y el coordinador va a dedicar tiempo para la prevención y detección de estos conflictos.
Según el mismo estudio, casi la mitad de los niños reconoce que hay casos de acoso en su centro educativo. Aunque según otros datos, solo un 15% de casos son conocidos. ¿Por qué no se denuncia el acoso?
—Los niños tienen una serie de barreras que tienen que superar para confesar que están sufriendo acoso: piensan que no les van a creer, tienen miedo a las consecuencias, a que se les excluya del grupo, a que los padres se enfaden… Estamos hablando mucho sobre las relaciones de poder, y, lógicamente, los padres tienen el poder sobre un niño pequeño para que no les cuente sobre el abuso sexual que sufre. El niño o la niña no quiere denunciarlo porque tiene miedo de perder el cariño del padre o de la madre. Además, si se lo cuentan a un profesor o profesora, luego los alumnos tienen miedo de las consecuencias. Eso hace que la posibilidades de que el niño se sienta recompensado de lo contado son pocas. Con la nueva normativa se establece claramente a quién tiene que acudir el niño. En los centros de British Council ya tenemos a esta persona a la que los niños tienen claramente identificada. Respondiendo a su pregunta tengo que decir que en muchas ocasiones se habla de falsas denuncias de acoso. Sin ninguna duda, son infinitamente menores de las denuncias reales del abuso en el entorno escolar y familiar.
En muchas ocasiones se habla de falsas denuncias del acoso. Sin ninguna duda, son infinitamente menores de las denuncias reales del abuso en el entorno escolar y familiar.
"¿Cuáles son los perfiles del alumnado más expuestos al acoso escolar?
—Yo diría que los niños con una autoestima baja son mucho más vulnerables a sufrir el acoso escolar. Cuando un niño no se percibe vulnerable, es mucho menos proclive a sufrir el abuso. Hay otras situaciones cuando poco a poco uno va dominando la autoestima del otro hasta el punto de que incluso un niño con una autoestima muy buena comienza a pensar que merece todo lo que le está pasando. Insisto, pueda haber una autoestima baja de partida o puedan haber estos comentarios que poco a poco van disminuyendo la autoestima. Muchas veces los niños que han sufrido acoso luego se convierten en abusadores. Tienen tanto miedo de volver a sentir humillación, que al final prefieren ser ellos que la ejercen.
¿Cuál debe ser el papel de los padres en este sentido? ¿Cómo ve su participación en la resolución de una supuesta situación de acoso?
—Se habla mucho del concepto de la parentalidad positiva que está fundamentada en el interés superior del niño y establecimiento de los límites que permitan el pleno desarrollo del niño. Puedo ilustrarlo con un ejemplo de una situación cotidiana, un día en el parque: tenemos dos niños; uno está tranquilamente jugando con su pelota, otro niño o niña viene y se la quita. El padre del niño que quitó la pelota se acerca y le dice: “Tienes que devolver la pelota a su compañero”, y el niño le responde: “¡No quiero!” y comienza a llorar. El padre no insiste, no marca límite, no le indica con claridad que así no se hace. Otro niño está allí llorando, y su padre le dice: “No pasa nada, hay que compartir las cosas”. El mensaje no tiene que ser: “Tú comparte”. Te han quitado tu pelota, no has dado tu consentimiento. La parentalidad positiva es resolver esta situación de otra forma, con límites y conceptos claros. Los padres tienen que hacerlo desde la edad más temprana de sus hijos. La adolescencia se rebela contra los límites y mucho más si no los tiene.