Xavier Massó: “La Lomloe es un regreso a los años más salvajes de la Logse”
Para Massó, cuando en el relato imperante "Educación" sustituyó a "enseñanza" las cosas empezaron a torcerse.
En El fin de la educación. La escuela que dejó de ser (Akal, 2021) Massó revisa el mito de Procusto. El posadero que le sustituye, para evitar que se evoque a su predecesor, apodado «el estirador», decide que las camitas de la fonda serán tan pequeñas que nadie recordará los crueles estiramientos que allí se practicaban. Para los más bajitos, que eran pocos, no había problema… El problema era para el resto.
¿Está ofreciendo la nueva escuela camitas pequeñas para todos?
—Sí, y a ninguno se le está ayudando. Con el currículo de mínimos, o el nuevo mito de Procusto que planteo, se ha sustituido a un loco asesino maniaco por un tonto. Este ha cambiado las camas, y las ha empequeñecido de tal manera que hay un amplísimo porcentaje de la población escolar que no encuentra acomodo, a la que no se le fuerza a dar de sí lo que puede dar. Hoy en día nos encontramos con una escuela bajo mínimos porque no puedes impartir, promover la idea del esfuerzo, del aprender, y lo que te queda es la indigencia intelectual, los guetos escolares… Esto se ve en los institutos de enseñanza secundaria, que en muchísimos casos se han reconvertido con una función casi meramente asistencial. ¿Cómo puede ser que en 1º de Ingeniería haya alumnos con problemas para operar con el sistema métrico decimal, algo que con la Ley General de Educación (1970) se enseñaba a los 10 años?
¿Esto le convierte en un nostálgico de la ley Villar Palasí?
—No, de nostalgia nada. La ley Villar Palasí era sin duda manifiestamente mejorable, como cualquier ley. Lo de nostálgicos se suele decir argumentando siempre ad hominen contra cualquiera que presente objeciones al actual sistema educativo o las líneas que se han seguido desde la Logse. Criticar algo no implica decir: “Que vuelva la Ley General del 70”, porque eso sería anacrónico, por un estricto principio de historicidad. No es un tema de nostalgias sino de voluntad para que funcione el sistema educativo, que hoy en día no solo no está funcionando sino que se está deteriorando progresivamente.
¿Está la escuela en peligro de extinción?
—Desde todas las corrientes… vamos a llamarlas «innovadoras», aunque sus innovaciones son en realidad bastante ajadas, llevan tiempo insistiendo en esto. Muchos gobiernos les han hecho caso y han adoptado su modelo educativo, que consiste en ir erradicando progresivamente la transmisión de conocimientos del sistema educativo. Es un proceso que arranca con un “Vamos a aprender lo mismo, pero más fácil». Pese a ello, los resultados son los mismos o peores, y se empiezan a rebajar contenidos. De ahí a las competencias básicas; luego lo explicaremos en inglés; ahora es la escuela comprensiva; luego, la inclusiva… Todo eufemismos, cada uno de los cuales es una nueva vuelta de tuerca en la progresiva supresión de los contenidos de transmisión, de los contenidos de conocimiento. En principio la función de la escuela es la transmisión de unos conocimientos históricamente acumulados que pertenecen al acervo humano, sistematizados, que una persona no puede adquirir en sus entornos más inmediatos, es decir, que se requiere una institución ad hoc, el sistema escolar.
¿Cuándo arrancó este proceso?
—El punto de inflexión es la Logse de 1990. El propio término «enseñanza» desaparece. El antiguo término «instrucción» queda erradicado, casi proscrito, se sustituye por «Educación». No deja de ser curioso que en la II República el Ministerio fuera de Instrucción Pública, mientras que Educación viene del franquismo. En la Logse se decide que aquí no hay que enseñar sino educar o, en el mejor de los casos, no solo hay que enseñar sino también educar. Como si enseñar Matemáticas no fuera educar.
La Logse es la madre de todas las leyes educativas en España desde 1990. Ninguna de ellas se ha planteado seriamente modificar estructuralmente planes de estudios o metodologías… Han sido prácticamente todo matices, algunos de corrección o reconducción de sus excesos. En otros casos, como la actual Lomloe, es un regreso a los años más salvajes de la Logse, del 94 al 95, cuando se empieza a aplicar todo aquello de los créditos trimestrales, que es algo que no se hizo en todas las comunidades, pero sí en las más fanáticamente logsianas, como Cataluña. La Lomloe es volver al pedagogismo más logsiano. No en vano quienes están a cargo de la elaboración de los currículos estuvieron y fueron protagonistas en la elaboración de la Logse.
La Lomloe es volver al pedagogismo más logsiano. No en vano quienes están a cargo de la elaboración de los currículos fueron protagonistas en la elaboración de la Logse
"¿Cuál es la alternativa?
—Es difícil. En primer lugar debería establecerse cuál es el centro y objeto del sistema educativo, entendiendo que es la transmisión de conocimientos como función primordial. Hoy en día se está convirtiendo en un auténtico mosaico de prioridades y pulsiones de lo que la sociedad abdica de hacer, como la asistencia social, por ejemplo, o cosas por el estilo. Lo primero que habría que hacer es marcar esta distinción y revalorizar las funciones académicas, instructivas, que ha de tener todo sistema educativo como mínimo de inspiración ilustrada, es decir, que aspira a una Educación universal y basada en el principio de la igualdad de oportunidades, siendo siempre esta un punto de partida, no un punto de llegada, que es como se entiende en el actual sistema educativo.
¿No debe tener la escuela una función social?
—El problema es cuando uno logra todo lo contrario de lo que se propone o de lo que dice que se propone. Si llevamos 30 años con la misma cantinela y lo único que se está consiguiendo es ahondar en esta progresiva estratificación social, habrá que pensar que a lo mejor los objetivos son otros que no hemos confesado. La condición social del sistema educativo es garantizar a todo el mundo la igualdad de oportunidades, pero a la hora de recibir esta Educación, no de privarle de ella. A los alumnos procedentes de estratos más débiles socioeconómicamente, si no aprenden lo que han de aprender en la escuela, dado que no hay otro lugar donde lo puedan aprender, se les está condenando a la indigencia intelectual y a un horizonte vital absolutamente limitado.
César Coll distingue entre aprendizajes esenciales y deseables, pero proclama que todos los alumnos podrán llegar a desarrollar su máximo potencial gracias al nuevo currículo.
—Disiento de sus principios educativos. La Logse y el resto de leyes han ido estratificando según la procedencia social el nivel educativo que uno va a recibir. En el acceso a la universidad cada vez existe una brecha mayor por origen económico. Si no era esta su intención se hubieran podido dar cuenta muy pronto. Bueno, vamos a darles 10 años. Es tiempo suficiente para hacer balance de los errores que uno ha cometido. Y no solamente no los han corregido sino “No querías sopa, dos platos”, con lo cual creo que detrás hay una ingeniería social que diluye al individuo en sus funciones sociales. Si vas a ser camarero no te hace falta saber quién era Napoleón Bonaparte. Sí que has de saber que Napoleón es una marca de coñac, por si alguien te la pide. Pero Napoleón Bonaparte, ¿para qué?, si no sirve para nada… Este instrumentalismo es el que se está promocionando: Que nadie se tenga que esforzar innecesariamente, no causemos shocks que luego dejen secuelas, la tensión de los exámenes… Se puede vender de muchísimas maneras, incluso con el discurso amable, el de caer bien, el de buscar la complicidad de aquel con aquello en que le quiero convertir: mano de obra barata si es de procedencia pobre y mano de obra talentosa, fuerza de trabajo cualificada, si es de procedencia más rica, es decir, que se lo podrá pagar. El modelo de César Coll es predador y agresivo para la sociedad.
¿Pero cómo ve lo que hasta ahora conocemos del decreto de enseñanzas mínimas?
—Hoy en día en toda España se llevan a cabo una serie de pruebas, las pruebas de competencias básicas, que, si tan básicas son, si están tan absolutamente jibarizadas, solo se deberían poder aprobar con 10. Si resulta que yo saco un 5 o un 6 estoy muy lejos de lo básico. Esto por un lado. Por otro, establecer lo que ha de ser lo básico, lo imprescindible, y por otro lado lo deseable, en la dicotomía que ha comentado César Coll, y también la propia ministra Celaá… Sucede que a lo mejor se requieren unos mínimos en Matemáticas para que alguien pueda manejarse, desenvolverse en esta sociedad, y esos mínimos son unos, y se supone que se alcanzan a los 16 años, pero si resulta que a los 17 quiere proseguir estudios los mínimos son otros, y se le deberá haber preparado para poderlos acometer, y así sucesivamente. Cuando acabe el Bachillerato se le deberá haber preparado para acceder a la carrera de ciencias o la humanística o a la que haya optado. Es decir, hay un doble concepto de lo mínimo.
En esto de mínimos y máximos hay un ejemplo que considero realmente muy significativo. Un famosísimo cirujano, una autoridad mundial en pediatría, especialista en separar a los hermanos siameses. Este señor es ciudadano norteamericano de raza negra. Ha sido ministro de la vivienda en EEUU, candidato a la presidencia… Ben Carson. Él cuenta cómo a los nueve años vivía en un barrio marginal y cuando estaba estudiando el equivalente a 4º o 5º de Primaria en la escuela pública era el último de clase. Su madre era una empleada del hogar que tenía que recurrir al pluriempleo para poder mantener a los dos hijos, divorciada muy joven… Esto no fue óbice para que cuando Carson tenía 8 ó 9 años le redujera la tele a una hora diaria, una vez que hubiera hecho las tareas de la escuela, y le obligara a leer dos libros semanales que retiraban de la biblioteca pública. En el mismo año Ben Carson pasó de ser el último de la clase a ser el primero y en sus memorias recuerda la satisfacción que experimentó el día que descubrió que no era excluido. Hoy en día no sería así, sería “Déjale, ya cambiará, no hay que violentarle…”. Este señor es una eminencia mundial gracias a que una madre a la que no le sobraba el tiempo se esforzó y le violentó, porque el niño habría preferido ver la tele. Lo más gracioso es que de los dos libros el niño tenía que hacer una pequeña reseña a la madre y semanalmente se las entregaba. La madre las miraba y hacía unas anotaciones. Al cabo de un tiempo descubrió que prácticamente no sabía leer, que estaba fingiendo para el bien del niño. Muchas veces se cae en un conformismo, pero hay que obligarles a que den lo mejor de sí. Lo contrario es condenarlos. Probablemente en el sistema educativo actual que tenemos por aquí Ben Carson hubiera sido un niño condenado a la marginalidad.
Entre las virtudes de la Logse estuvo la extensión de la escolarización hasta los 16 años. Quizá usted como catedrático de Filosofía echaba de menos que le llegaran los alumnos más filtrados.
–No es un problema de filtraje. El problema es que hacer un Bachillerato o hacer una carrera universitaria requiere de una determinada preparación, de unos determinados conocimientos. Ha de haber alternativas para todo el mundo. Yo en ningún momento estoy planteando que todo el mundo tenga que estudiar Bachillerato. Es lo mismo que el carnet de conducir. No se le niega a nadie, si alguien no quiere no está obligado a presentarse a un examen de conducción, pero el que se presenta conducirá un coche, esto supondrá una responsabilidad, y tendrá que superar unas determinadas pruebas. La realidad es así. No se trata de filtrar alumnos, se trata de que cada cual según sus actitudes, preferencias, momento vital en que esté, opte por lo que más le interesa, y ha de haber una oferta suficientemente variada, pero tenga en cuenta que luego si alguien sale con la licenciatura de Medicina… ha de acreditar unos determinados conocimientos y actitudes para el ejercicio de la profesión médica. De otro modo no tendría sentido.
¿Cree que es peligroso el buenismo aplicado a la Educación?
-El buenismo se podría simplificar en dos vertientes. Por un lado tendríamos el psicologismo en Educación, la remisión a lo subjetivo. España es el único país que tiene un dogma pedagógico impuesto en sus leyes educativas desde la Logse: el constructivismo. Este parte de que “Es imposible acceder a la irreductible individualidad de lo psíquico en cada cual”. Esto es una forma de buenismo, porque puede que alguien por ejemplo no sepa multiplicar, bueno, pero él ya sabe lo suyo… y pasa por un menosprecio de los contenidos que se supone que una persona ha de aprender.
En un segundo aspecto, quizá más grave, el buenismo en las praxis educativas cotidianas se relaciona con lo que podríamos llamar el alumnocentrismo. Por ejemplo, en la Lomce de Wert en el primer párrafo se puede leer “El alumno es el centro y razón de ser del sistema educativo”. Esto no es así. No se trata de menospreciar al alumno, pero el centro de un sistema educativo es la transmisión de conocimientos. Hay un sujeto agente, que es el sistema educativo, los docentes, y un sujeto paciente, que no quiere decir que sea pasivo, que es el receptor de la acción educativa, de aquello que se supone que debe aprender.
Situar al alumno en el centro es una forma más perversa de buenismo, porque obviamente todo lo demás queda orbitando alrededor de él y de cuestiones tales como la motivación, el interés, las preferencias, las actitudes personales…
Este buenismo recurre además a unos determinados registros lingüísticos a partir de los cuales se despliega todo un relato. Ahí está por ejemplo el «aprender a aprender». Son términos vacíos de contenido pero que usados en un contexto sin referentes parece como si estuvieran diciendo algo sublime. En realidad no se está diciendo nada. Reflejan la vacuidad más absoluta.
Creo recordar que lo del alumno como centro del sistema se incluyó en una revisión de la Lomce original, tras ser criticada por demasiado economicista.
–Bueno, la Lomce es economicista, pero no más de lo que lo podía ser la LOCE o la LOE.
Usted se considera meritocrático.
–Creo que toda sociedad es selectiva, esto es así, y lo único que se puede establecer es si esta selección ha de ser por razones intelectuales, de mérito, o por razones socioeconómicas. En la Edad Media era por razones socioeconómicas, por linaje: El que no era hijo de noble estaba condenado a un horizonte vital en que no podría salir nunca del ámbito en el que había nacido. La Ilustración promueve todo lo contrario. Unos en función de su talento; otros, de su esfuerzo… a unos les interesará, a otros no, pero ha de existir la oportunidad de ir más allá. En este sentido, sí, claramente soy meritocrático. Creo en el mérito, el valor del mérito y en el esfuerzo. No hay otra opción. La única opción que hay es que los hijos de los arquitectos sean arquitectos, los hijos de los médicos sean médicos y los hijos de los ingenieros de puentes y caminos sean ingenieros de puentes y caminos. Lo que comporta que los hijos de los albañiles seguirán siendo albañiles y los hijos de los camareros seguirán siendo camareros. Esto es el Antiguo Régimen, que curiosamente es a lo que estamos volviendo. Las estadísticas demuestran que cada vez acceden menos alumnos procedentes de clases humildes a la universidad. ¿Por qué? Porque no se les ha enseñado, no están preparados para acceder a ella, aparte de que no se les ha motivado para que estén en condiciones de acceder a algo que les podría ofrecer un horizonte vital mucho más allá de aquello para lo que nacieron.
Las estadísticas demuestran que cada vez acceden menos alumnos procedentes de clases humildes a la universidad
"Otras estadísticas nos hablan de cómo se está reduciendo el abandono educativo temprano, que es uno de los fines de la Lomloe.
–Lo veo como una falacia absoluta. Si yo no sé sumar y restar y me están explicando las raíces cuadradas no voy a aprender nada de nada. La ley, bajo toda una fraseología muy bienintencionada, buenista y ampulosa, oculta una corrección de las estadísticas de cara a la OCDE. Estamos con los índices de fracaso escolar más altos de prácticamente toda la OCDE y por supuesto muy por encima con respecto a los países vecinos o más homologables a nosotros. Si apruebo a todo el mundo el fracaso escolar habrá desaparecido, pero académicamente ahí sigue. Esto lo que hace es abandonar al alumno a su suerte. Yo lo califico como una auténtica agresión de clase, una estafa social en toda regla.
¿Son los profesaurios un poco como la orquesta del Titanic?
–Todo esto forma parte de un relato construido para dar una imagen del profesor que sigue explicando porque cree en su función. Es posible que algo de la orquesta del Titanic tengamos los profesores y maestros hoy en día. Pero un ministro de Sanidad no le dice a un cirujano cómo ha de operar. Trabaja con dotaciones económicas, planificaciones de hospitales y si lo hace bien la cosa funcionará y si no, no, pero la profesión médica es la profesión médica. Nunca se ha obligado por ley: “A partir de ahora la medicina oficial en España es la homeopatía, y todos los médicos tendrán que aplicar los principios homeópatas”. Es lo que ocurre con el constructivismo y los sociólogos, pedagogos, antropólogos y economistas, que en realidad son los que están detrás de esto. El economista que planifique económicamente la Educación, pero que no le diga al profesor qué tiene que hacer a la hora de explicar las matemáticas, historia o lo que sea. Son funciones distintas, de la misma manera que el economista no debería tener nada que decir al médico. El profesor tiene una función y es especialista en una determinada materia, su función es explicar aquello.
Lo que hay detrás es un proyecto para convertir la Educación en un producto de mercado segmentado y diferenciado en que yo ofrezco un tipo de Educación y otro, otra, de forma sincrónica, pero esto es la destrucción de la idea de un sistema educativo como tal desde la perspectiva ilustrada, que parte de la base de la igualdad de oportunidades como punto de partida ineludible en una sociedad de derecho. Esto es una auténtica astracanada desde el punto de vista académico, pero de cara a conseguir lo que pretenden conseguir, que no es lo que dicen, sin duda se van a salir con la suya. El objetivo que se persigue es la neutralización del sistema educativo para una gran parte de la población. Sin duda serán más cómodos, más consumidores, menos críticos y quizá sea esto lo que persigue, lamentablemente.
Habla usted desde Cataluña, la cuna de la innovación educativa.
–Sí, fue una de las comunidades más fanáticamente logsianas y se la suele considerar pionera educativamente. Y desgraciadamente, porque de novedad no tiene nada. La mayoría de cosas con las que se insiste y reinsiste de forma reiterada en muchos casos datan de Rousseau, del siglo XVIII, por no remontarnos a Montaigne en el siglo XVI. De Dewey o Vigotsky, creadores del pragmatismo, o del constructivismo de Piaget… Pero se la ve lamentablemente como pionera, hasta el punto de que recuerdo haber visto un borrador de la Lomce que hablaba de la introducción de una nueva asignatura de «emprendeduría»… Finalmente se cambió al nombre en castellano, emprendimiento, pero era una traducción de Google del catalán. Esto lo he visto… Una materia, por cierto, en crecimiento, que en mi opinión no es otra cosa que elevar la charlatanería a la categoría de disciplina académica.
Leido tu articulo me parece muy bueno
muy de ccuerdo
Saray: comparto algunos puntos de vista de Xavier Masso. Siempre he mantenido que la educación va hacia la deriva. Falta implicación familiar, mejor gestión por parte de la administración y mejorar la formación inicial del profesorado, esta última compete a la universidad.
El alumnado actual vive en una sociedad de consumo y con pocas exigencias. Si no estudia, no pasa nada. Si suspende, tampoco. Si aprueba sin conseguir los mínimos exigidos, da igual. Se requiere una evaluación seria y profunda de todo nuestro sistema educativo, sin olvidar los criterios de acceso a la función pública y a la enseñanza concertada.
Xavier, profesor de Filosofía de una materia compleja, experimentará cada curso la falta de motivación y de estudio de sus alumnos que muestran poco nivel y no se esfuerzan en mejorarlo. Lo de Xavier, se puede aplicar a las demás asignaturas. A veces, el fracaso escolar se oculta con aprobar sin merecerlo . Hay otro problema: la universidad precisa alumnos, sobre todo en estudios vinculados con las humanidades. Lo del nivel, es secundario.
Un saludo y felicidades por tu trabajo.