Aprender, desaprender y reaprender en las aulas del siglo XXI
En tiempos cambiantes y flexibles, la enseñanza debe permanecer en un constante proceso de actualización. © TOMERTU
¿Qué ocurriría si un centro educativo anunciara que allí se va a desaprender para luego poder reaprender? La extrañeza y sorpresa iniciales evidenciarían una finalidad evidente que ha de continuar: allí se va a aprender. No obstante, los tiempos actuales (ya desde mucho antes de la Covid-19) demuestran que no solo hemos de aprender. Si no desaprendemos ni incentivamos el reaprendizaje continuo podemos repetir situaciones ya conocidas, estancarnos y no avanzar.
Volver a la normalidad ha sido uno de los principales deseos en todos los sectores y personas. El mundo educativo como servicio esencial necesitaba recuperar los ritmos habituales. Pero, ¿cuáles son estos? En el ámbito no universitario la presencialidad ha sido la constante de todo el curso 2020-21. Pero si la normalidad consiste en volver atrás, hacer lo mismo que antes de la pandemia y no aplicar aprendizajes obtenidos durante este tiempo e incluso en los últimos cursos, el supuesto retroceso a esa anhelada normalidad no significa ningún avance.
Si la normalidad consiste en volver atrás, hacer lo mismo que antes de la pandemia, ese supuesto retroceso a esa anhelada normalidad no significa ningún avance
"Al contrario. En tiempos cambiantes y flexibles, los confinamientos, las nuevas metodologías, la enseñanza adaptada a las realidades diversas (presencial, virtual o híbrida) y los aprendizajes derivados de la Covid, todo ya se debería ir incorporando a esa gestión del conocimiento de las organizaciones y de las personas, en un constante proceso de actualización.
La melancolía con el retrovisor enfocado a tiempos pasados puede dificultar la visión hacia adelante. Y nunca como ahora se necesitan muchas miradas con perspectivas de futuro.
Aprender hoy en las aulas puede plantear algunas opciones: desempolvar los recursos de siempre o adaptarse a la utopía de la duda y a la revisión de lo que creemos saber. Anunciábamos: aprender a desaprender para reaprender. No, no es un juego de palabras ni una acepción de moda o una frase para quedar bien. Si la profesión docente estuviera convencida de esto y lo explicara a las familias, se podría originar un oportuno debate acerca de cuál es la misión del aprendizaje en mundos cambiantes.
La necesaria provocación invitaría a pensar, no tanto en la base imprescindible de conocimientos que hay que saber, sino en la fluidez de principios que parecían eternos, pensamientos y principios ex cátedra y verdades que tiemblan. Sería una buena oportunidad para incentivar otras formas de entrar a las aulas –sean estas presenciales o virtuales–, otras estructuras del aprendizaje y la instauración de un pensamiento crítico avalado por la metodología diaria, que aporta clarividencia y progreso.
Reaprender sería un reflejo mental constante que se extendería hasta a la ética en el acto de enseñar, elevaría la humildad a un alto pedestal y propondría la duda y el autoaprendizaje como bases para avanzar. El profesional docente que ya tiene en cuenta principios parecidos cuenta con bases para observar la evolución de los conocimientos que afectan al pensamiento, al dogmatismo y a la infalibilidad.
Nos hallamos ante un recurso muy útil en tiempos de reflotamiento de peligrosas ideologías, discriminaciones, desigualdades y estrecheces mentales de todo tipo.
Es una palabra muy de moda también en Educación. Cualquier nueva propuesta se inicia con este enunciado en el programa, como un principio para vehicular los proyectos futuros. Llevamos años oyéndola. La entonan dirigentes de todo tipo, con frases altisonantes y abstracciones que, como es evidente, concretan poco y llegan con cuentagotas a la realidad de las aulas.
Se diseñan muchos programas pero en la práctica se ejecutan pocos. Vivimos rodeados de propuestas oficiales cambiantes cada cierto tiempo que generan poco más que burocracia, nueva terminología y más disposiciones, resoluciones y decretos.
Diluir la transformación puede ir de la mano de la repetición ampulosa y significar un paso atrás, hacia la regresión
"Si la verdadera transformación ocurre es gracias a sectores concretos del profesorado y del alumnado, que desde hace años entienden que transformarse ya no es una opción, comienza por uno mismo y sigue en el día a día.
Pocas veces las declaraciones políticas de intenciones iniciales se acompañan de valoraciones al acabar mandatos políticos, donde se dé a conocer qué se propuso, qué se consiguió y qué quedó por en medio, citando responsabilidades con nombres y apellidos. Diluir la transformación puede ir de la mano de la repetición ampulosa y significar un paso atrás, hacia la regresión.
Si la Covid-19 no ha sido capaz de reafirmar la necesidad de aprender, desaprender y reaprender, nuestra vista está nublada, cansada o bien necesitamos abrir más los ojos a visiones de futuro desde el presente.
Pensemos en lo que nos está pasando, en cómo la duda, la prueba ensayo-error, la urgencia del momento, las apuestas arriesgadas, la difícil gestión de la cotidianidad, la crítica con o sin fundamento y las opiniones de todo tipo han provocado disrupciones y progresos en la lucha por evitar muertes y por tener relativa seguridad vital. Las medidas Covid, las vacunas y su gestión son buenos ejemplos.
En medio de la pandemia Covid-19, un curso como este, presencial en la Educación no universitaria del Estado español, se ha convertido en uno de los mayores retos de estos últimos años. El agradecimiento a la comunidad docente es infinito por estar en primera línea cada día, por los riesgos que todos hemos corrido, las medidas preventivas y las soluciones ante casos con PCR positivas, de dentro del centro, del ámbito familiar o del ocio del alumnado. Nos referimos al sector educativo pero partimos del reconocimiento a muchos otros profesionales, imprescindibles.
La enseñanza presencial durante cada día contrastaba con los despachos de autoridades y gestores oficiales, accesibles solo por cita previa
"La enseñanza presencial durante cada día contrastaba con los despachos de autoridades y gestores oficiales, accesibles solo por cita previa, videoconferencias programadas y envueltos ellos y ellas en geles y metacrilatos varios que les aislaban más que les acercaban. Sus puertas físicas eran casi infranqueables cuando las de los centros educativos estaban abiertas de par en par, con las medidas posibles, con muchos riesgos asumidos y con el contacto físico y emocional hacia un alumnado que lo necesitaba.
En esta situación se ha escuchado a algunos dirigentes educativos presumir de que el logro de la apuesta por abrir los centros a la enseñanza presencial ha sido gracias a ellos, cuando quien lo ha conseguido es el profesorado que, junto con el alumnado y familias, han asumido el contacto presencial y la enseñanza en vivo y en directo cada día.
Aprender a adaptarse y dar respuestas rápidas a situaciones imprevistas y cambiantes, he ahí uno de los éxitos docentes. Algunos de arriba quizá no han aprendido que las bases son las que alimentan a las alturas con poder de decisión. En este tema también deberían reaprender.
Ahora que acaba el actual curso escolar es un momento para rellenar memorias, cerrar balances, hacer valoraciones y jugar a prever por dónde podrá ir el próximo curso a partir de septiembre. ¿Qué hemos aprendido, desaprendido y reaprendido? Cada persona desde su lugar puede responderse y darlo a conocer, si así lo considera. Si lo publica, ayuda a ese conocimiento colectivo y al aprendizaje colaborativo, tan necesario en estos tiempos y una de las grandes aplicaciones que nos ofrece Internet.
Como gestor de un instituto público, observador de realidades internas y externas, rastreador Covid en contacto directo con todo el círculo de actuaciones asignado, escéptico a veces pero siempre activo y con muchas otras funciones por el hecho de ocupar un servicio esencial en la pandemia, quisiera compartir la visión personal, sin ánimo de notoriedad. Son argumentos que no tienen que ser asumidos por nadie y sí matizados por quien quiera. Para aportar visiones nos hemos de atrever hasta a confundirnos en público:
- Aprender de los servicios sanitarios, sus decisiones, criterios e instrucciones a ejecutar. También agradecer el trabajo de los máximos gestores en momentos donde decidir y acertar es muy difícil. Desaprender con las pautas inflexibles, clichés prefijados, polémicas provocadas y prospectos repetidos porque hasta ahora siempre se había hecho así. Reaprender a ejecutar de otra forma, a dudar, a consensuar y también a incorporar nuevas pautas.
- Aprender con la adaptación constante a la sorpresa de cada día: en unos centros educativos con noticias continuas sobre salud, sobre actuaciones que van cambiando, con un sinfín de medidas e instrucciones. Desaprender con ciertas contradicciones en las normativas recibidas, falta de respuestas concretas para decidir en el momento en que lo has de asumir y nadie te ayuda, o bien la respuesta puede no ser clara o comprometedora. Reaprender del juicio reflexivo de quienes lo ven más claro, de quienes explican cuándo deciden y comunican la realidad de forma transparente e inteligible. También reaprender del error y de la comprensión de las personas.
- Aprender de las decisiones concretas y puntuales que toman las familias ante la salud de sus hijos e hijas. En general sus criterios han demostrado buenos juicios, medidas preventivas para el resto, protección propia y ajena y precauciones. Desaprender de las excepciones que no tuvieron en cuenta las actuaciones razonadas, por motivos diversos. Reaprender de las sugerencias que recibíamos sobre cómo actuar mejor, algunas dirigidas a los servicios sanitarios y otras a las direcciones de los centros.
- Aprender del profesorado y alumnado que ha trabajado en un estado de adaptación constante al aprendizaje presencial, online o híbrido ante cambios continuos provocados por confinamientos, desconfinamientos, bajas, altas, ausencias… Desaprender de quienes no se adaptan, quienes no se preparan o solo transmiten dificultades y problemas cuando todos necesitamos ayudas con ideas, soluciones y un espíritu positivo. Reaprender de personas que son un ejemplo sobre cómo tener una mentalidad flexible, adaptativa, abierta a lo que pasa en la sociedad y a tener en cuenta qué cambios han venido para quedarse en la sociedad.
- Aprender de quienes han (hemos) estado las 24 horas de cada día de la semana en puestos con responsabilidad, en un servicio nunca más público como el actual, con actitud voluntaria y sin ninguna compensación de ningún tipo. Las direcciones (y también el profesorado) han aglutinado muchos papeles con un compromiso hacia la salud. Igual que otros sectores y colectivos. Desaprender de egoísmos y falta de prestación del servicio implorando derechos profesionales o gremiales, obligaciones impuestas, coberturas varias o exigencias salariales. Desaprender de quien no cuida, no financia o desprecia los servicios públicos. Reaprender para valorar aún más la lucha por esos servicios públicos de calidad, equitativos, con el cumplimiento de los deberes individuales, políticos, sociales y económicos para su fortalecimiento,
- Aprender de la versatilidad de los espacios y del tiempo que hasta ahora no teníamos presente, de las ubicaciones obligatorias por necesidades Covid o por otras del momento actual, medidas excepcionales higiénicas y de movimientos de personas. Aprender de la respuesta positiva de la gran mayoría, con interiorizaciones rápidas de qué había que hacer, obligaciones e imposiciones aparte. Desaprender de quienes han cuestionado todo, con el debido respeto a negacionistas y otras personas críticas que ponen objeciones a cualquier decisión a favor de la salud colectiva. Reaprender con hábitos que no se deberían olvidar, nuevas miradas, innovaciones en espacios y en tiempos, moverse por objetivos e interiorizar el respeto sanitario.
- Aprender a buscar el sentido de enseñanzas y aprendizajes que necesitan evolucionar y plantearse cómo hemos de preparar hoy para el mañana con las necesidades de tiempos desconocidos, nosotros que fuimos formados en épocas anteriores (familias y profesorado). Si la rapidez para la obtención de las vacunas Covid es un buen ejemplo, que nos sirva para extraer conclusiones aplicables a otros campos. Desaprender de quienes consideran que la normalidad es volver a la zona de confort, a recurrir a lo que ya se hacía porque sí. Reaprender de quienes investigan y encuentran soluciones a base de dedicar muchas horas, mucho conocimiento y experimentación para conseguir retos.
- Aprender de la necesidad de formación continua de las organizaciones y de las personas, sea por urgencias sanitarias mundiales o por la actividad profesional de cada día. El no estar preparados exige reflexión para descubrir cómo prepararse y adelantarse a acontecimientos que, a pesar de todo, podrían darse de nuevo. Aprendizaje formal, no formal, informal, competencias y habilidades en una enseñanza práctica y resolutiva. Desaprender de derrotismos, inmovilismos, negatividad y continuismos. Reaprender de quienes ofrecen visiones que ayudan a buscar soluciones, aunque estas también sean puestas en duda.
- Aprender de la importancia de la transformación digital en unos tiempos tecnológicos en los que una parte importante de la vida es en digital, incluido el preocupante estrés motivado por el ocio digital. Aprender del esfuerzo de aquellas comunidades educativas que han asimilado las ventajas de la Educación digital (y sus inconvenientes), derivadas de la práctica y adaptaciones desde el confinamiento del 14 de marzo de 2020 hasta hoy. Desaprender de argumentos de detractores digitales que vieron las soluciones a las aulas presenciales cerradas como una excepcionalidad e improvisación pasajeras, una forma de justificar el aprendizaje y de tener entretenido al alumnado. Reaprender de tanto profesorado, alumnado y familias que descubrieron que el aprendizaje y el autoaprendizaje en digital necesitan de una formación previa, un esfuerzo continuo que se convierte en una inversión imprescindible para el presente y para el futuro.
Las tres acciones que hemos ido repitiendo han de formar parte de la cultura del aprendizaje organizacional, con la conexión entre personas que generan un intercambio continuo del conocimiento. Tres términos clave que nos obligan a cuestionarnos y a adaptarnos a una sociedad dinámica dentro y fuera de las aulas: aprender, desaprender y reaprender. Negarse a esta realidad es una decisión que no nos podemos permitir, en aulas del siglo XXI que necesitan de una actualización constante.
Evaristo González Prieto. Profesor y director del INS “Torre del Palau” de Terrassa (Barcelona).
Solve et coagula, decían los alquimistas . disolver para coagular . 😉 así, se transforma los metales en oro, excelente articulo .
Las palabras o eso de aprender, desaprender y reaprender , parece un juego o una tomada de pelo, pero no es así, ya que se puede: 1. Aprender, desaprender y reaprender. 2. Desaprender, reaprender, y aprender, 3. Reaprender desaprender y reaprender. y eso que todavía hay mas combinaciones posibles como «aprender a aprender», y otras mas, solo que tengas tiempo de discernir sobre ellas. Lo que pienso es que todas se aplican dependiendo de lo que se dese aprender , desaprender y tambien aprender; un ejemplo: yo aprendí que Plutón era un planeta y tuve que desaprender esa afirmación en ese entonces científica y reaprender el porqué no lo es ya. Todo dependerá de factores como los que mencionan y de la disposición de aprender, desaprender y reaprender. Es mas …..ya me estoy
haciendo bolas. GRACIAS