Nos encanta soñar
La importancia de la lectura empieza antes de que el niño sea capaz de leer. Empieza cuando escucha atentamente cómo mamá le cuenta una historia mientras le acaricia; cuando manosea un cuento infantil, fijándose mucho en los colores y las formas, intentando reconocerlas, buscando aquello que le llama la atención o que le resulta familiar; cuando papá le lee un cuento, aún sin entender las palabras o la historia, mientras los sonidos, la entonación y los gestos empiezan a tener sentido en sus rutinas, en su aprendizaje, en su capacidad para imaginar y soñar, antes incluso de que las palabras tengan un significado.
Sin embargo, todas esas habilidades con las que ya contaba el niño, de las que se servía para comunicarse, para pensar y crear, florecen de forma exuberante, cuando, por fin, llega el momento de aprender a leer. Es un proceso sumamente complejo, que requiere del tesón y la disciplina en habilidades que aún están en ciernes y, sin embargo, tiran del niño, sin que se dé cuenta, porque intuye que el reto merece la pena, gracias al poder que la imaginación tiene sobre los niños. Ya no pueden resistirse más. Sencillamente, se dejan llevar.
¿Esto es realmente así? Pues depende de cómo se les sumerja en el mundo de la palabra, de los cuentos, de los libros. Siendo estos tan útiles para pasar el rato donde a ellos más les gusta, a veces no se atina con la manera de enseñarles el camino y, entonces, se produce el rechazo. Las experiencias en Infantil suelen ser muy prometedoras, pues cada vez se basan más en la motivación del propio niño, teniendo en cuenta su desarrollo natural y su implicación en el aprendizaje.
¡Y funciona! Y se tiene que seguir así, aunque el niño cambie de curso, aunque pase de etapa, precisamente porque funciona a cualquier edad, porque el motivo de que funcione no está en la esencia de ser niño, sino en la esencia del ser humano. Leer nos da alas.
EDITORIAL • LAURA GÓMEZ LAMA
Coordinadora de ESCUELA INFANTIL y escritora