¿Es la diversidad diversa?

¿Es la diversidad diversa? Parece una pregunta algo boba, ¿no? Pues me he pasado el año pensando sobre este tipo de cosas. ¿La razón de ello? El haber escuchado estupefacta cómo se daba una charla de sexualidad y diversidad a unos alumnos de 1º y 2º de la ESO. Alumnos con edades entre 12 y 14 años.

Yo estaba en mi departamento, intentaba concentrarme en redactar un escrito, pero justo en la clase de al lado, de forma clara y potente, una voz femenina empezaba a hablar de sexualidad. Voy a señalar algunos puntos de la forma más fiel que pueda, tal cual lo oí:

• «Actividad de la penetración»: así se aludía, como si de un taladrador se tratara, a lo que sería una «relación sexual». Claro, la palabra «relación» implica una unión, trato o conexión con otros. Una «actividad» bien puede desarrollarse en solitario.
• «Cuando iniciéis esta actividad, al menos la primera vez, intentad que sea con alguien conocido».

En este último comentario decidí dejar lo que estaba haciendo y asomarme para ver a la persona que estaba contando, de la forma más cutre posible, lo que era tener una relación sexual. Lo que no me esperaba era la contestación de una de las alumnas, que respondió diciendo: “¿Por qué con alguien conocido? Yo lo hago con cualquiera”. Hasta la señora que daba la charla se sorprendió y dijo: “Bueno, es como cuando vuestros padres os enseñaron a montar en bicicleta. Siempre es bueno tener a alguien de confianza ante lo desconocido, ¿no?”.

Salí, como digo, y me asomé a la puerta para ver lo que pasaba, y cuál fue mi sorpresa al encontrarme de frente con la foto, a todo color, de un pene gigante de algo más de un metro de largo.

Haciendo uso de mi diversidad y mi derecho a opinar, y más cuando se trata de alumnos a los que conozco y de los que me siento responsable, mandé a Dirección un mail describiendo lo que oía, y preguntando el porqué de dejar a gente tan poco formada, tan cutre, con unas miras tan cortas, la explicación de lo que es una relación íntima con otra persona. La respuesta del director vino a ser algo así como que venían del Ayuntamiento, y que filtrar según qué contenidos podría darle problemas.

Esperé alguna protesta de algún padre, la queja del profesor que cuidaba el aula de estos pobres alumnos… pero la realidad es que nadie, salvo yo, dijo nada al respecto.

Desde entonces, soy muy consciente de que soy diversa y minoritaria en mi pensar, y como tal quiero ser escuchada y tratada. ¡Quiero discrepar, que me enseñaron que era algo muy sano!

Yo respeto que la señora que vino del Ayuntamiento quiera soltar su pensamiento respecto de lo que para ella es una vida sexual sana y equilibrada; lo que me parece más extraño es que no piense que quizás haya gente que no vea la «actividad de la penetración» como ella. Podríamos estar discutiendo indefinidamente sobre quién de las dos tiene la mejor versión de lo que es la sexualidad. Creo que no llegaríamos a nada.

¿No es llamativo que para sacar a un menor de un centro al parque de al lado tengas que solicitar permiso escrito a los padres y para irrumpir en la intimidad de sus hijos no se les pregunte su parecer?

Yo he de reconocer que nunca sentí un silencio tan atronador, tan culpable, tan irrespetuoso como el que he escuchado en este centro de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid este año.

Rocío Domínguez es profesora de IES en la Comunidad de Madrid