La tormenta perfecta de la Infantil
La semana pasada tuve el privilegio de ser una de los pocos afortunados (un par de docenas) que pudo asistir a la Gala de los VI Premios Escuela Infantil en el campus de la Universidad Camilo José Cela. Entre las más de 100 propuestas presentadas, la revista Escuela Infantil seleccionó 64 como finalistas de entre las que fueron galardonadas diez, dos para cada una de las cinco categorías convocadas, uno para la etapa 0-3 y otro la 0-6. Además, se han seleccionado 14 proyectos, de los que seis han obtenido Mención. Las categorías a las que concursaron las experiencias docentes fueron: La clase en casa, Juntos por fin, Me reinvento, Arte y ciencia, y Échale imaginación. Fueron unos Premios especialmente emocionantes puesto que tenían como principal objetivo lanzar un mensaje de aliento a un sector que ha sido particularmente azotado por la pandemia.
El sector educativo en su conjunto se ha visto muy afectado por la emergencia sanitaria, pero qué duda cabe que la etapa de Infantil lo está viviendo con especial crudeza. A las amenazas que ya venía atravesando se une ahora esto. La caída de la natalidad, la extensión de los permisos de paternidad y la competencia en el 0-3 por parte de los centros de Infantil y Primaria ya la venían poniendo contra las cuerdas. Además, en el caso de las privadas, hay que sumar la dificultad creada por la competencia creciente de las administraciones lanzadas a crear escuelas infantiles públicas de gestión directa o indirecta, en lugar de apoyar a esas más de 7.000 escuelas infantiles repartidas por cada barrio, que acumulan una experiencia de valor incalculable y que desarrollan un trabajo maravilloso.
El sector educativo en su conjunto se ha visto muy afectado por la emergencia sanitaria, pero qué duda cabe que la etapa de Infantil lo está viviendo con especial crudeza
Por si todo esto no fuera poco, ahora la pandemia ha puesto de relieve qué es virtualizable y qué no en una escuela. Es evidente que en las primeras etapas, el peso de lo educativo –y aún el cuidado– es mucho mayor que el peso de lo instructivo. Como también es evidente que mucho de lo relativo al proceso enseñanza-aprendizaje es virtualizable total o parcialmente y que en ese terreno se pueden implantar modelos híbridos. En las etapas universitarias ya disponemos de acreditadas experiencias de éxito. En Bachillerato y ESO también se ha experimentado con modelos híbridos y parece que pueden funcionar razonablemente. La cosa empieza a complicarse en Primaria y en Infantil se hace materialmente imposible.
Quizás por esto la Educación Infantil es tan cálida y su profesorado tan vocacional e irremplazable.