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El verano ahonda las desigualdades entre los menores

Mientras que muchas familias aprovechan el verano para que sus hijos refuercen el aprendizaje de los idiomas o desarrollen actividades deportivas y de ocio, otros niños en contextos de vulnerabilidad permanecen con sus familias y sin la ayuda de comedor de la que disfrutan durante el curso.
Ana RodrigoLunes, 19 de julio de 2021
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Se han duplicado los hogares que no pueden permitirse una comida de carne o pescado cada dos días. ADOBE STOCK

«La participación en actividades de verano cuando son de calidad puede ser el equivalente al aprendizaje de dos meses del curso escolar, por lo que no asistir a campamentos tiene un impacto muy importante tanto sobre el aprendizaje, como sobre el bienestar de esos niños», explica a Efe el experto en equidad educativa de Save The Children, Álvaro Ferrer. Los niños que ya cerraron el curso con desventaja por la pandemia, se colocan en una posición de salida más complicada y en desventaja en la meta del nuevo año escolar.

«Debemos ofrecer alternativas educativas y de ocio tras el final del curso porque durante la pandemia se ha invisibilizado a los niños y muchos se han visto afectados en su salud emocional; el colegio es súper importante para ellos, es donde empiezan a socializar y aprender cómo comportarse con sus compañeros y con ese parón de relaciones hemos detectado que necesitan ese apego que no han tenido», explica la directora de Cruz Roja Juventud, Paula Rivarés.

Los niños volvieron a las aulas y se han relacionado con sus grupos burbuja, «unos niños con mascarillas a los que sin ella, es probable que ni conozcan», apunta a Efe la responsable juvenil de la entidad humanitaria. Cruz Roja es una de las ONG que organiza durante las vacaciones campamentos y actividades «para igualar oportunidades» y para permitir conciliar a muchas familias «en un momento que más lo necesitan», muchas de ellas atendidas durante el año en distintos programas, como de apoyo al empleo o de atención social.

Se han duplicado los hogares que no pueden permitirse una comida de carne o pescado cada dos días, mantener la casa con una temperatura adecuada, pagar la vivienda e irse una semana de vacaciones, según la Encuesta de Condiciones de Vida que ha hecho pública este jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Gastar menos agua y comer mejor

El verano es un buen momento para reforzar aprendizajes, empezando por las cosas más cercanas y no por ello menos importantes que aprender un idioma, explican los especialistas de infancia. «Todas las actividades de los campamentos, además de ocio son educativas: cómo reciclar y frenar situaciones que perjudican el cambio climático, qué deben hacer en su día a día para mejorar su entorno, cómo gastar menos agua, valores de convivencia, higiene bucodental o cómo alimentarse», destaca la responsable de Cruz Roja Juventud. Pero estas actividades también brindan la oportunidad a muchos niños de familiarizarse y mejorar sus competencias en ámbitos como la robótica o la inteligencia artificial, avanzar en otros conocimientos tecnológicos o conocer los derechos de infancia.

El verano es un buen momento para reforzar aprendizajes, empezando por las cosas más cercanas y no por ello menos importantes que aprender un idioma, explican los especialistas de infancia

«Es indudable que en verano crecen las desigualdades de aprendizaje porque en función del nivel económico de las familias van a participar o no en esas actividades de ocio y aprendizaje, e incluso hay diferencias en las cosas que hacen con sus padres; se acrecienta esta brecha y hay que sumarle que estamos en un contexto en el que en muchos hogares han perdido ingresos», indica el experto de Save the Children. Aunque aún no hay datos para evaluar esos efectos de la pandemia en los niños de familias empobrecidas, sí existe el riesgo de que pueda incidir incluso en un mayor abandono escolar.

«Siendo muy prudentes, sí existe ese riesgo de que haya más adolescentes que dejen sus estudios; es un proceso de desvinculación progresiva y no ocurre de repente, pero es bastante probable que esa desconexión que se ha producido del vínculo con los tutores y profesores por el cierre o la semipresencialidad pueda incidir», asevera Ferrer. «Si no hay suficiente presencialidad, los alumnos más desfavorecidos y desvinculados lo tiene más difícil, les obliga a ser más autónomos en su aprendizaje y no lo suelen ser en esas situaciones», añade. Por ello, este experto plantea la necesidad de mantener los refuerzos en septiembre y analizar de manera exhaustiva lo que ha pasado durante estos meses «para que esto no se convierta en una cicatriz que les marque en su vida personal y profesional».

Ayudas contra el olvido estival

El Gobierno ya ha repartido a las comunidades autónomas 15 millones de euros para apoyar las actividades de ocio educativo, dentro del programa VECA (Vacaciones Escolares, Continuar Aprendiendo), destinado a garantizar el derecho básico de alimentación, ocio y cultura de los menores durante las vacaciones y ayudar a la conciliación de la vida familiar y laboral.

La cantidad es la misma que en 2020, pero la demanda de las familias ha aumentado, recuerda el responsable de Save the Children quien reclama que se eleve ese presupuesto que ve insuficiente. Esa partida se reparte entre las comunidades para que a su vez los distribuyan entre entidades y ONG que desarrollan los programas de verano para combatir las situaciones de carencia y exclusión que se originan en este periodo sin colegio.

Por ejemplo, Educo ha puesto en marcha el programa Becas Comedor Verano con el que garantizan al menos una comida completa al día. Repartirá 115.000 comidas a más de 2.000 menores que participarán también en actividades educativas, de ocio y formación digital. Esos fondos también se traduce en becas para asistir a campamentos a los que acuden niños que no tienen problemas para pagarlos, una línea en la que trabaja la Fundación Pere Tarrés con diferentes iniciativas destinadas a combatir las múltiples caras del «olvido veraniego», como se llama a estos meses sin cole ni actividades.

«El efecto más importante de la pandemia sobre los niños ha sido el cierre de los colegios y la brecha educativa; no tenemos estudios pero sí algunas evidencias e intuiciones de que ha tenido grandes consecuencias», expuso Pau Marí-Klose, Alto Comisionado para la Pobreza Infantil entre 2018 y 2019, en las jornadas de la Federación Española de Sociología que han analizado esta semana los impactos sociales de la pandemia. «En el verano se produce un ensanchamiento de la brecha de competencias entre niños de hogares acomodados y pobres; durante esos tres meses, unos mantienen sus niveles de competencias e incluso las enriquecen por las actividades, y los más desfavorecidos las pierden y llegan al colegio en septiembre con mayor brecha que a final de curso», coincide el sociólogo.

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Comentarios

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