Podcast: Los "sirgadores"
Ahora, podría haber un problema en algún momento del recorrido. ¿Cómo hacían los navegantes cuando debían ir por un río aguas arriba o por un canal artificial de escasa corriente? Lejos estábamos de la invención del motor. Investigando un poco más hallé la respuesta: en esos momentos se recurría a navegar «a la sirga». La Real Academia Española nos cuenta que «sirga» significa «lo que está hecho de seda» ya que proviene del latín «Sericum». Y esto nos lleva a entender que navegar «a la sirga», es arrastrar una embarcación desde la orilla con una soga por ejemplo, de seda. En la Edad Media esa labor la hacían caballos o bien personas llamadas convenientemente «sirgadores». Y por lo que leí, no era de las profesiones mejor remuneradas. De hecho, si quisiéramos ver una imagen de cómo era su vida basta buscar en internet la pintura Los sirgadores del Volga de Iliá Repin.
Conocidos en ruso como burlakí, por aquellas tierras los sirgadores recibían un salario e incluso tenían sindicatos. Para hacer su trabajo más llevadero, los burlakí elevaban su moral cantando, y Dubinushka, que era su canción favorita, más tarde se hizo popular entre la clase trabajadora revolucionaria. El río que dio mayor cantidad de trabajo a los sirgadores fue el Volga, especialmente la ciudad de Rýbinsk, conocida entonces como «capital de los burlakí«.
La labor de los sirgadores en Europa ha sido reconocida en tiempos recientes. Por citar un ejemplo, hace pocos años la ciudad de Bilbao rindió homenaje a sus antiguas sirgueras, término con el que allí se conocían, bautizando un muelle con su nombre
La labor de los sirgadores en Europa ha sido reconocida en tiempos recientes. Por citar un ejemplo, hace pocos años la ciudad de Bilbao rindió homenaje a sus antiguas sirgueras, término con el que allí se conocían, bautizando un muelle con su nombre. Un merecido homenaje a aquellas mujeres de finales del siglo XIX que, hasta la generalización del uso de embarcaciones a vapor, se encargaban de arrastrar río arriba mercancías.
Ahora, ya comentamos que los sirgadores caminaban por las orillas de ríos y canales… pero, ¿qué pasaba si esas orillas eran por ejemplo de propiedad privada? Vaya si será un problema de larga data esto, que ya en el Derecho Romano de hace 2000 años se contemplaba la existencia a cada lado de cualquier curso fluvial, de un «camino de sirga» o sea un espacio en la orilla por donde los sirgadores tenían derecho a transitar sin considerarse invasión de propiedad. Usualmente el camino era de un ancho de 1 a 2 metros.
Pero las cosas cambiaron en el mundo, y los tendidos de ferrocarriles y carreteras se convirtieron en la principal vía de transporte de mercaderías dentro del continente europeo. ¿Y qué fue de nuestros amigos sirgadores? Las embarcaciones fueron dotadas de motores, y ya no se necesitó de personas que arrastren embarcaciones corriente arriba. Así, poco a poco, se perdió una profesión y sin ella la figura del camino de sirga también quedó en el olvido.
* Esteban Nigro (esteban.nigro@gmail.com) es geólogo de profesión y apasionado por descubrir historias del mundo investigando mapas y fotos antiguas, libros y artículos periodísticos. Después de todo, uno sólo ve lo que conoce.
Qué bien explicado y qué interesante artículo! Gracias