Abrimos las puertas de par en par
Empieza el curso y los cuentos y las cuentas se preparan. Los primeros, en formación, son revisados por los dulces dedos de la seño, mientas que las segundas aguardan nerviosas, en las taquillas, a las niñas y los niños, que serán los encargados de darles voz y forma, de comprenderlas y de hacerlas libres, por fin, para jugar con ellas.
Los maestros se pasean por las clases vacías, que ya huelen a lápices de colores. Ya se escucha el jaleo de risas y algún que otro llanto, de fondo. Al mirar hacia los pupitres, casi se puede ver, en los destellos, el brillo de los ojos de los niños…
¿Cómo no sentir esas mariposas en el estómago al preparar las clases antes de que, definitivamente, quede inaugurado un nuevo año escolar? ¿Qué traerá consigo? Nervios, ilusión y esperanza, eso seguro.
Pase lo que pase, lo tendremos que afrontar. Estamos preparados; nunca antes habíamos estado tan preparados para lo que pueda pasar.
Ya solo queda respirar profundo, empaparse del color del ambiente y mostrar nuestra mejor sonrisa al abrir las puertas de clase, para que pueda colarse la alegría. ¡Vaya! También se nos ha colado un llanto de primer día…
A ver, ¿quién llora en este lugar tan mágico y especial para los recién llegados?
En fin, ¡hay que ponerse a trabajar!