Adopción: el derecho del niño a tener una familia
En adopción internacional sigue su tendencia descendente, alcanzando la cifra de 370 niñas y niños adoptados por familias residentes en España, siendo India, China y Vietnam, con gran diferencia sobre el resto, los países con mayor número de adopciones. España fue pionera en la legalización de la adopción homoparental en la Unión Europea.
La adopción de un niño es una forma de paternidad cada vez más habitual. Siempre hemos hablado de los “hijos del corazón”. Y en muchísimas ocasiones se demuestra que el amor va mucho más allá de la propia sangre. Es el derecho del niño a tener una familia. Por cierto, el hijo también tiene que adoptar a los padres, hablamos de un apego bidireccional.
Adoptar supone un compromiso vital, y no cabe mantener el criterio de la posibilidad de devolución como si de unos grandes almacenes se tratara. No existen devoluciones, sino abandono.
Será una época que supondrá un gran esfuerzo para la familia, ya que el niño se enfadará, tendrá rabietas, no querrá cumplir normas, pero simplemente está tratando de afianzar el amor de sus padres, saber que si se enfada ellos estarán ahí para él y esos límites que los padres hacen cumplir para él serán su seguridad.
Quien decida adoptar tiene que afrontar el futuro del niño como si fuera el fruto de su propia fecundación. Sólo así serán unos buenos padres adoptivos. Un niño adoptado no sólo tiene que ser acogido en la casa de la familia, sino que hay que incorporar a su vida su origen y parte de su pasado.
Algunos adolescentes adoptados, han pasado por fases en que se han preguntado por qué ellos han sido adoptados, qué ocurrió en su familia biológica, qué esperan de él o ella los padres que le han adoptado, qué les llevó a adoptarle. Todo ello centrifuga un conjunto de emociones que en la adolescencia coge más velocidad, dificultando esa etapa que ya de por sí es compleja.
Además, pronto se plantearán si desean visitar su país de origen e indagar por sus padres biológicos. Estamos hablando de temas que generan gran tensión, gran dificultad de elaboración, entre lo dicho y lo callado.
Hay que tener en cuenta y no olvidar, que no siempre se encuentra todo aquello que se busca. Y algunas de las incógnitas que les mueven a los hijos adoptivos el buscar su familia de origen, quedan sin respuesta
Hay que tener en cuenta y no olvidar, que no siempre se encuentra todo aquello que se busca. Y algunas de las incógnitas que les mueven a los hijos adoptivos el buscar su familia de origen, quedan sin respuesta.
Para llevar a cabo esta acción lo mejor es recurrir a la ayuda de profesionales, bien un mediador/a familiar especializado en adopción, que actuará de intermediario entre la persona adoptada y su familia biológica, bien un psicólogo/a por si es necesario un apoyo. Quizá en algunos casos también se ha de recurrir a la figura de un abogado/a.
Hemos de tener presente que los hijos adoptados quieren, cómo no, a quienes les han adoptado, si bien, ellos también adoptan a sus padres. Y dicho esto jamás quieren faltar a la lealtad a sus progenitores biológicos, es más, necesitan indagar en la razón que les llevó a no poder educarles.
Tengamos presente que el ser humano, más allá de sensaciones, de percepciones, de lo que es físico, tiene mucho de necesidad trascendente, de seguridad, apego y vínculo.
Por lo tanto, que los hijos quieran reencontrarse con los padres biológicos jamás debe interpretarse como una falta de cariño, de desapego.
Pero que nadie concluya que por haber sido adoptado, los problemas necesariamente van a aumentar o son imposibles de evitar. Nada más lejos de la realidad.