Clara Bassols: “Los intereses de los jóvenes tienen que coincidir con lo que ofrecen los centros de FP”
La Formación Profesional adquiere cada vez mayor protagonismo en el escenario educativo, como evidencia su creciente demanda, que la posiciona como una opción de futuro para muchos jóvenes. En este contexto, analizamos sus retos y oportunidades con Clara Bassols, directora de la Fundación Bertelsmann, cuyo espacio en Madrid acogerá el viernes la clausura presencial de VIMET. Bassols ve con satisfacción que buena parte del trabajo realizado desde Fundación Bertelsmann por impulsar la Formación Profesional Dual desde hace años se vea ahora plasmado en la nueva Ley de FP. «Es nuestro legado», afirma sonriente.
Pregunta. Ustedes llevan muchos años tratando de impulsar la Formación Profesional, sobre todo, la Dual. Ahora parece que está despegando. ¿Es una apariencia o de verdad hay signos de que está despertando?
Respuesta. —Lleva tiempo despertando: desde hace varios años no hay plazas suficientes para cubrir todas las solicitudes. Este año, con la pandemia, ha sido más pronunciado. De golpe, muchos jóvenes y padres han hecho una reflexión: “Quiero trabajar pronto”.
Además de la pandemia, ¿qué otras circunstancias se han dado para que de pronto eclosione la Formación Profesional?
—Que se vea como una opción, que para una parte de la población joven encaje mejor que una carrera universitaria. Por otra parte, en la universidad cada vez hay más consciencia de que lo que se aprende muchas veces no es suficientemente práctico y que hace falta un acercamiento aún mayor con algunas empresas.
¿La universidad se puede quedar descolgada si no espabila?
—Creo que en España el hecho de que haya más egresados universitarios que en la mayoría de los países de Europa no supone un problema. Tenemos que trabajar para conseguir, entre todos, que los no titulados titulen.
También existe una cierta desconexión entre lo que ofrecen los centros de formación, los ciclos, y la demanda de los estudiantes. ¿Cómo se podría compensar?
—En realidad, la clave está en que los intereses de los jóvenes tienen que coincidir con lo que se ofrece en los centros de FP y lo que necesitan las empresas, y eso no es fácil. Sucede a veces, por ejemplo, que las empresas tienen interés y los centros ofrecen ciclos en los que los jóvenes no están interesados. Con otros ciclos sucede al revés: tanto los jóvenes como los centros están interesados, pero las empresas no se atreven.
En España el hecho de que haya más egresados universitarios no supone ningún problema
¿Cómo puede solucionarse esa discrepancia entre lo que ofrecen los centros y lo que demandan los alumnos? ¿Cómo orientarlos?
—No me parece buena idea orientar a los alumnos hacia las plazas vacantes. En cualquier caso, se debería analizar previamente si se trata de ciclos con mucha inserción laboral, con demanda real o no. En el caso de que la haya, sí deberían hacerse minicampañas para alertar sobre la conveniencia y la oportunidad que suponen estos ciclos. En el caso de que no sea así, sería muy pernicioso porque se estaría animando a jóvenes a hacer un ciclo que les dará pocas salidas profesionales.
Fundación Bertelsmann tiene precisamente un programa específicamente enfocado a la orientación profesional.
—Efectivamente. Con este programa lo que queremos es ayudar a los centros a que preparen mejor a los alumnos para las primeras decisiones que van a tomar relevantes respecto a su futuro profesional.
Y la pieza clave de ese programa es la figura de un profesional en el centro.
—Se trata de un proyecto colaborativo que hacemos con otra fundación, Empieza por Educar, y que tiene tres pilares. El primero es un marco de calidad y una herramienta digital que se llama Excelence y que permite a los centros realizar un diagnóstico en lo relativo a la orientación. El segundo pilar se centra en una nueva figura del centro que coordina toda la tarea de orientación. Y el tercero trata de acercar las escuelas al mundo profesional.
Si tuviera que orientar a un conocido o a un hijo para que tome la decisión en base a tres criterios: lo que se le da bien, lo que le gusta y lo que tiene empleo seguro, ¿cómo repartiría las porciones de la tarta?
—Considero que se han de tener en cuenta las tres, aunque eso no significa que tengan que estar presentes todas, porque a veces una puede ser tan poderoso que compensa las otras. Primero, miraría lo que realmente le gusta, porque uno es mucho mejor en aquello que le apasiona y, por tanto, va a tener mucho más éxito.
No me parece buena idea orientar a los alumnos hacia las plazas vacantes
Volvamos a la FP. ¿Qué valoración hace de la nueva ley y el Plan de Modernización?
—Esta ley toca muchísimos aspectos y supone, de verdad, un salto en la FP. En la parte Dual, que es la que conocemos bien, diría que nuestra opinión es moderadamente favorable porque supone una oportunidad de dualizar toda la FP, aunque también corre el riesgo de que no se haga bien y se devalúe lo que ahora se entiende por FP Dual.
También se pretende, con esta acción de dualizarlo todo, intentar acelerarla. No sé si esta maniobra puede resultar un poco artificial.
—Diría que es un gran reto porque tiene que cumplir necesariamente dos condiciones: la primera, conseguir suficientes empresas que participen para 900.000 alumnos; la segunda, que formen, que lo hagan mejor que las actuales FCT.
¿Les parece adecuado el porcentaje de horas en el centro de trabajo de la intensiva y de la general?
—El número de horas no nos parece mal. En la general supone una estancia del 25 al 35% en la empresa y en la intensiva del 35 al 50%. La duración es adecuada.
¿Ustedes seguirían apostando por impulsar la intensiva?
—En la FP general no hay contrato ni retribución. La intensiva es más Dual que la general, aunque esta última, si se hace bien, puede incluir muchos elementos de calidad de la FP Dual.
La FP se tiene que ver como una opción que encaje mejor, para una parte de la población, que una carrera universitaria
Se han prometido 200.000 plazas, ¿son suficientes?
—Nos parecen bastantes. Hay demanda para más probablemente, pero tampoco creo que sería razonable abrir más de 200.000 plazas en un plazo breve de tiempo.
Otra de las debilidades que presenta el modelo es el de las pymes: la pyme tiene más dificultades para asumir un modelo dual. ¿Qué se podría hacer al respecto?
—Que el joven haga una estancia en varias empresas para asegurar los conocimientos y las competencias necesarias. Otra idea es la del tutor externo, que ayuda en la parte administrativa y la coordinación de los alumnos.
Otra de las amenazas es la alta tasa de abandono que hay en la FP. ¿Cómo podría solucionarse?
—Debe hacerse un trabajo de orientación mucho más importante: primero en las escuelas y luego en la FP.
¿La acreditación de la experiencia profesional le parece positiva?
—Creo que es muy importante que sea el interesado el que pueda pedirla en cualquier momento.
¿Estamos ante una gran oportunidad de país, de crecimiento?
—Si se hace bien, este cambio va a ser un salto de gigante que va a dar la oportunidad de mejores trayectorias profesionales a los jóvenes.