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Aprender y enseñar a perdonar

José Mª de Moya
Director de Magisterio
30 de noviembre de 2021
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Mucho y bien se ha escrito estas últimas semanas sobre el trágico accidente que costó la vida a una pequeña del colegio Montealto, de Madrid. Tal vez, lo más comentado fue la insólita y aún sorprendente reacción de los padres de esa niña que lejos de enfurecerse contra la madre causante del fatal accidente acudieron a consolarla y a persuadirla de que no tenía ninguna culpa. Así reaccionaron en el momento del suceso, pero se reafirmaron en ellas días después, pasadas esas primeras horas de máxima conmoción. Ese modo de reaccionar parece incomprensible desde el punto de vista humano.

A propósito de este este episodio quise leer algo sobre el significado del perdón y cayó en mis manos el ensayo “Aprender a perdonar» de la pensadora alemana Jutta Burggraf del que me limitaré a recoger algunos fragmentos. Intuyo que la falta de capacidad para perdonar, para perdonarnos y para pedir perdón está en la raíz de muchos de los desajustes emocionales que vemos en nuestros hijos y alumnos; y, por supuesto, en nosotros mismos. Son esos desequilibrios los que derivan frecuentemente en patologías que cada vez inciden más en la población infantil y juvenil. Se han publicado recientemente diversos estudios que alertan sobre este incremento. Parece muy conveniente que desde la tutoría y desde asignaturas como Religión, Ética, Valores… (o como toque llamarla cada legislatura) se aborde el misterio humano del perdón:

  • “El acto  de  perdonar es un asunto libre. Es la única reacción que no re-actúa simplemente, según el conocido principio ‘ojo por ojo, diente por diente’. El odio provoca la violencia y la violencia justifica el odio. Cuando perdono, pongo fin a este círculo vicioso; impido que la reacción en cadena siga su curso. Entonces libero al otro, que ya no está sujeto al proceso iniciado. Pero, en primer lugar, me libero a mí mismo”.
  • “Superar las ofensas, es una tarea sumamente importante, porque el odio y la venganza envenenan la vida (…). Los resentimientos hacen que las heridas se infecten en nuestro interior y ejerzan su influjo pesado y devastador, creando una especie de malestar y de  insatisfacción generales”.
  • “Si conseguimos crear una cultura del perdón, podremos construir juntos un mundo habitable, donde habrá más vitalidad y fecundidad; podremos proyectar juntos un futuro realmente nuevo. Para terminar, nos pueden ayudar unas sabias palabras: ‘¿Quieres ser feliz un momento? Véngate. ¿Quieres ser feliz siempre? Perdona’”.
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