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Condiciones para que el nuevo currículo funcione

Identificar los saberes imprescindibles y dotar al centro escolar de una mayor autonomía para que pueda adaptar los saberes y competencias a su alumnado son condición sine qua non.
Francisco LunaMartes, 9 de noviembre de 2021
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© DIHARD

La nueva propuesta de organización y elementos del currículo que propusimos y el Ministerio hizo suya, apuesta por profundizar en un enfoque competencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

El enfoque por competencias no es otra cosa que lograr que el alumnado sea capaz de utilizar de manera adecuada y pertinente los saberes adquiridos a lo largo de su escolarización formal y en contextos no formales para resolver problemas en una diversidad de situaciones y en contextos cambiantes, impredecibles e incluso disruptivos propios de los retos y desafíos a los que se habrán de enfrentar en el siglo XXI. Es imposible lograr un buen desarrollo de las competencias sin los contenidos y saberes que nos aportan las disciplinas, pero solo con el aprendizaje de los saberes relevantes no basta.

Es imposible lograr un buen desarrollo de las competencias sin los contenidos y saberes que nos aportan las disciplinas, pero solo con el aprendizaje de los saberes relevantes no basta

Para el desarrollo de este enfoque es indispensable, por un lado, una identificación de los saberes imprescindibles que es necesario garantizar que todo el alumnado, sea cual sea su situación o característica, adquiera al final de su periodo de escolarización básica y obligatoria; y, por otro, dotar de una mayor autonomía al centro escolar para que adapte estas competencias y saberes imprescindibles a su alumnado y pueda enriquecer el currículo con otros saberes que ayuden al desarrollo de las competencias.

Desde nuestro punto de vista, sin estos dos elementos, el enfoque por competencias es imposible. Aprender bien requiere tiempo porque exige utilizar metodologías activas, reflexionar y consolidar lo aprendido, y este proceso es incompatible con una sobrecarga de contenidos como la que tenemos en los currículos actuales. Creo que todos estamos de acuerdo en que tener un inmenso listado de contenidos es un obstáculo para un aprendizaje profundo y que seleccionar aquellos aprendizajes que consideramos esenciales, lo que podemos denominar como renta cultural básica, no es devaluar el conocimiento, sino todo lo contrario.

Una vez que, tras el diálogo con todas las comunidades autónomas, el Ministerio publique el Real Decreto de enseñanzas mínimas de las distintas etapas no universitarias, cada administración autonómica podrá ejercer sus competencias para, si lo desea, ampliar hasta el infinito los saberes, pero si lo hace no podrá exigir que el profesorado de sus centros lleve a cabo en sus aulas un enfoque competencial ni podrá justificar esa decisión en los cambios curriculares que se están dando a nivel internacional.

En los sucesivos cambios curriculares que hemos vivido desde la aprobación de la Logse hace más de 30 años y que supusieron la introducción de algunos elementos nuevos en el currículo (por ejemplo, las competencias en 2006 o los estándares en 2013), siempre se han publicado documentos de apoyo para su comprensión y diseminación. La nueva estructura curricular que determina la Lomloe, sin ser una revolución total, sí supone una modificación algo más intensa en los elementos del currículo. Aparecen varios elementos curriculares nuevos en nuestro sistema -pero presentes en otros sistemas educativos- de los que es necesario que el profesorado entienda su sentido y se apropie para aplicarlos en su práctica. Me refiero entre otros, al perfil de salida al final de la escolarización obligatoria, a las competencias específicas o a los saberes imprescindibles.

Para todo ello, será necesario que tanto el Ministerio como las administraciones educativas pongan en marcha la elaboración de esos documentos de apoyo, procesos de formación y asesoramiento docente y ejemplificaciones que puedan adaptarse al aula. Sé que el Ministerio lo está preparando y que las comunidades autónomas habrán de hacerlo una vez tengan definido y publicado su currículo.

La EBAU debería ser muy distinta, aunque no hubiese habido un nueva Ley. Es una necesidad de la que se viene hablando desde hace bastante tiempo y para la cual se han hecho diversas propuestas, pero que por desgracia no han cuajado ni han supuesto cambios sustantivos en esta prueba. Con el nuevo enfoque curricular, este carácter competencial deberá trasladarse también a esta prueba, por varias razones: primero, porque el vigente modelo de prueba de acceso presenta muchas disfunciones para medir realmente la madurez del alumnado que quiere acceder a estudios superiores; y segundo, porque no es sostenible ni aceptable que sigamos dedicando un curso completo, cuando no más, a preparar una prueba, deformando y limitando totalmente el sentido formativo y no solo propedéutico de esta etapa.

  • Francisco Luna es exdirector del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa y ha formado parte de la comisión de expertos encargada de la nueva arquitectura curricular.
    fluna.arcos@gmail.com
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