El cuerpo entra en la clase o cómo introducir el movimiento en las aulas
El programa otorga protagonismo a la dimensión corporal y motriz del alumnado dentro de las aulas. © VALERY
De un tiempo a esta parte crece el interés en todo lo que tiene que ver con el movimiento en la escuela: ¿Deben incrementarse las horas de Educación Física? ¿Debe situarse esta asignatura antes de las que requieren una mayor concentración? ¿Es bueno que los niños pasen tantas horas sentados en un pupitre?
Entre las respuestas que surgen a estas preguntas, se encuentran distintos programas de trabajo para diferentes etapas educativas. Es el caso de El cuerpo entra en la clase (ECEC), que han ideado las profesoras Begoña Learreta y Kiki Ruano, y cuyos fundamentos acaban de plasmar en un libro del mismo nombre que incide en la necesidad de incluir el movimiento en las aulas dotándolas así de dinamismo. El programa, nos explican, otorga protagonismo a la dimensión corporal y motriz del alumnado dentro de las aulas, incorporando de manera estructurada el movimiento para mejorar así los aprendizajes.
Apoyado en planteamientos científicos basados en la neuroeducación y en cómo funciona un cerebro que aprende, busca favorecer los procesos de aprendizaje y activar rutas cerebrales múltiples a través del movimiento. Frente al desgaste que sufre la atención ejecutiva tras periodos de continua exposición a situaciones de concentración atendiendo a un foco atencional fijo, se introducen descansos activos, capaces de reactivar los procesos atencionales.
ECEC también tiene en cuenta los hallazgos sobre cómo el movimiento opera sobre nuestro propio cuerpo (desencandenando procesos a nivel hormonal). Pero, también, se sustenta en el peso que la psicología social otorga a la sensación de pertenencia de un sujeto al grupo-clase, ofreciendo, a través de propuestas motrices de interacción personal, una relación positiva entre los componentes del mismo. Y, de manera indirecta, aspira a desarrollar las funciones ejecutivas de niños y niñas, también a través del movimiento.
Distintos centros han trabajado ya con este programa de trabajo, como Colegio “Joyfe”, Colegio “Mirasur”, CEIP “Manuel Núñez de Arenas” de Getafe, todos ellos en Madrid, además del CEIP “Ángel Esteban” de Benicarló, Colegio “Novaschool Añoreta” y “Novaschool Benalmádena”, ambos en Málaga, tras la formación específica de su claustro.
Se acabaron los tiempos en que la dimensión corporal quedaba anulada dentro del aula, y se restringía a determinados espacios y momentos ajenos a ella
Antes que Learreta y Ruano, autores como Marcelino Vaca ya se fijaron en la importancia de lo corporal, desarrollando una teoría enfocada al desarrollo psicomotor del niño, sobre todo en Infantil, pero ellas lo hacen extensivo a Primaria e incluso a Secundaria, pues ha comenzado la formación a profesorado de esta etapa que quiere llevarlo a cabo.
Sus autoras subrayan la importancia de esta formación para cambiar el modus operandi de intervención en el aula, una vez asumida la necesidad de cambio del modelo pedagógico. La formación ayudará al profesorado a sentirse cómodo manejando estas prácticas motrices, le entrenará a la hora de movilizar a su alumnado en el espacio del aula y le trasladará las claves para incorporar propuestas motrices con éxito, en función de qué pretende en cada momento.
De esta forma, aun empezando con actividades sencillas, se puede evolucionar del modelo del proceso de enseñanza-aprendizaje desde lo academicista, basado en la sesión expositiva por parte del docente, hacia lo experiencial, basado en aprendizajes activos. Y de “el cuerpo silenciado” se puede pasar al “cuerpo implicado” dando protagonismo a la esfera motriz del alumnado en relación con los aprendizajes escolares. Se acabaron los tiempos en que la dimensión corporal quedaba anulada dentro del aula, y se restringía a determinados espacios y momentos ajenos a ella, como Educación Física o los recreos.
Por otra parte, los espacios de tránsito dejan de ser esos “espacios muertos” para permitir al alumnado realizar algún tipo de movimiento a propuesta del docente. Experiencias como Proyectos escolares saludables. Descansos activos, desarrollados en el curso 2016-17 por la Universidad de Castilla-La Mancha en 28 centros de Ciudad Real, Cuenta, Guadalajara, Toledo y Albacete, son un buen ejemplo de un uso eficiente de los espacios de tránsito en el aula, como reivindica también el programa ECEC.
Como resultado de la aplicación de este programa, los profesores pasan a estar atentos “a los cuerpos que hablan” y perciben si el alumnado está receptivo, si realmente está aprendiendo o ha desconectado de la actividad escolar, si está aburrido, cansado, ilusionado, interesado… Es capaz de interpretar estas señales para dar la mejor respuesta al grupo-clase y manejar de la manera más óptima posible la dinámica de aula, decidiendo el mejor momento para incorporar propuestas motrices orientadas a lo que se necesite fomentar en cada ocasión.
El programa es una llamada a romper con rutinas e inercias de la escuela impuestas por circunstancias organizativas que no siempre son las más favorables
ECEC fomenta que los alumnos se muevan simulando fenómenos, animales, procesos o secuencias análogas a conceptos que estén estudiando, para aprenderlo de manera experiencial, implicando de una manera diferente nuevas áreas de su cerebro que habitualmente no tendrían presencia a la hora de aprender mediante enfoques academicistas y enciclopédicos.
El programa es una llamada a romper con rutinas e inercias de la escuela impuestas por circunstancias organizativas que no siempre son las más favorables hacia metodologías que apuestan por situar al alumno en el centro, dotándole de un rol activo en el que se investiga, reflexiona y crea dejando de ser un receptor pasivo de la información que transmite el profesor, evolucionando hacia alumnos autónomos, reflexivos y con capacidad de aprender por sí mismos.