Tecnología para acelerar el aprendizaje, clave para adaptar la Educación al mercado laboral
La abundancia de información está haciendo que la educación cada vez se centre menos en la memoria y más en la comprensión. Por eso es necesario dejar de estudiar para volver a aprender. No se trata de memorizar los nombres de reyes visigodos, sino de conocer su papel en la historia nacional. Es decir, el aprendizaje se centra cada vez más en un conocimiento relacional. Al mismo tiempo, la tecnología ha desarrollado nuevas técnicas que facilitan estos aprendizajes.
Entre las nuevas tendencias educativas, que permiten una especialización en los contenidos al tiempo que ofrecen una visión más global y transversal de los desafíos actuales, destaca la realidad virtual, un complemento que enriquece la experiencia y los contenidos educativos sin precedentes. Imaginemos que un alumno asiste en primera persona a una cirugía médica o a la fabricación de una batería de un coche eléctrico a través de la realidad virtual; una posibilidad que ya están desarrollando algunas compañías para fines educativos y profesionales como REM Experience y HoloLens 2.
La realidad virtual permite reducir recursos, tiempo y ofrece muchas más oportunidades a los alumnos. Por ejemplo, los pilotos aprenden a dirigir un avión a través de los simuladores. De la misma manera, un alumno de arquitectura o ingeniería puede ver de manera gráfica qué pilares soportan las fuerzas de diversas estructuras y qué ocurriría en caso de que fallasen, lo que facilitaría el refuerzo de edificios o infraestructuras básicas.
Como vemos, la tecnología es un arma clave para la transformación del aprendizaje. Pero falta el otro lado: ¿cómo afecta a la enseñanza?
La apuesta decidida por formar al profesorado en nuevas habilidades es uno de los objetivos de IMF Smart Education. Esta inversión ayuda a resolver otro de los problemas actuales de los estudiantes: la confusión que genera la sobreabundancia de información disponible en Internet. Los profesores con habilidades digitales identifican mejor qué fuentes son las adecuadas para buscar información y elaborar proyectos, y son capaces de orientar y ayudar a los alumnos a discernir qué información es de calidad y cuál no.
Los profesores con habilidades digitales identifican mejor qué fuentes son las adecuadas para buscar información y elaborar proyectos, y son capaces de orientar y ayudar a los alumnos a discernir qué información es de calidad y cuál no
En definitiva, un profesor ducho en competencias digitales es capaz no solo de enseñarlas a los alumnos sino de redundar en aquello en lo que siempre ha consistido la educación: análisis de problemas complejos, reflexión racional y espíritu crítico, inteligencia emocional, diálogo y consenso, y gestión de personas. Todas ellas son indispensables para escrutar nuestro pasado y entrever el futuro. En este sentido, la primera tarea de los educadores a la hora de reflexionar sobre la innovación consiste en averiguar qué vale la pena conservar para seguir ofreciendo una educación de calidad. Por ejemplo, de nada sirve aprender a codificar una aplicación si el alumno no es capaz de leer un texto en su propio idioma.
Sin renunciar a los cimientos que constituyen una buena formación, la educación, por otro lado, está en constante transformación en función de las necesidades del mercado laboral, el contexto socioeconómico y la innovación tecnología. La especialización es uno de los valores diferenciadores más atractivos para las empresas. Por ello, una buena educación, especialmente cuando nos referimos a la Educación Superior, debe ir orientada a la consecución de un empleo, incluso en aquellas materias menos “prácticas” como las Humanidades.
Una de las grandes preocupaciones de los estudiantes es la desactualización de los contenidos que reciben. En muchos casos, la educación está obsoleta, desligada de su contexto actual, y no responde a las demandas de la empresa. La velocidad con la que se transforman las compañías y se desarrollan nuevos proyectos es notablemente superior a la capacidad de innovación de la oferta educativa. Según datos del sistema universitario español, apenas el 13% de las nuevas carreras ideadas en la última década responden a las necesidades de las empresas, que en su mayoría son digitales.
Aquí está la virtud de la tecnología aplicada a la educación. En IMF Smart Education, la tecnología nos ha ayudado a acelerar el aprendizaje y la capacidad de absorber nuevas habilidades. Esta es la única manera de adecuar la educación al mercado laboral y reducir uno de los principales motivos de la frustración que muchos jóvenes padecen en la actualidad a la hora de encontrar un trabajo.
Conrado Briceño es CEO de IMF Smart Education