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¡A comer!

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Medir, esterilizar, calentar, triturar, mezclar… ¿Cómo lo hacían nuestros antepasados para darles de comer a los bebés sin biberones, potitos y demás preparados infantiles de laboratorio? Pues sólo con leche materna. Y luego como a uno más de la familia. Así de simple.

La lactancia materna y el minimalismo alimenticio vuelve con fuerza después de décadas de práctico desuso. La Asociación Española de Pediatría (AEP), la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef y la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomiendan la lactancia materna hasta los 2 años o incluso más; dar el pecho exclusivamente hasta los 6 meses de edad, e introducir otros alimentos complementarios a partir de esa edad a la vez que se continúa con lactancia materna.

Muchas son las ventajas que se le atribuyen a la lactancia materna:
• Favorece la maduración del sistema nervioso.
• Es más fácil de digerir que la leche de fórmula, no produce tanto estreñimiento, ni molestias gastrointestinales, cólicos o diarreas.
• Aporta todos los nutrientes necesarios para su crecimiento, así como anticuerpos para protegerles de las enfermedades.
• Además, la lactancia materna favorece el contacto físico y la creación del vínculo de apego entre madre e hijo, fundamentales para su desarrollo físico y psicológico.

Y el asunto no se queda ahí: un nuevo estudio estadounidense, realizado por expertos del Brigham Women’s Hospital y de la Facultad de Medicina de Harvard, señala que las mujeres que amamantan a sus hijos tienen menos riesgo de enfermedad coronaria.

La leche materna, además, es estéril, antiséptica, está siempre lista para el bebé en cualquier lugar y momento, a la temperatura correcta, incluso a mitad de la noche y además es gratis. Es cómoda, pues la leche siempre estará a punto: temperatura adecuada y composición perfecta, y no habrá que comprar ni esterilizar tetinas ni biberones, ni estar pendientes de que no falten los polvos o el agua hervida o embotellada, y no será ningún problema cuando falten la luz o el gas.

En los tiempos de nuestras bisabuelas, las mujeres aprendían el arte de amamantar de sus propias madres, hermanas, vecinas y amigas. Sin embargo, hoy en día es muy probable que ninguna mujer de la familia o amiga cercana hayan lactado. Es aquí donde los grupos de apoyo a la lactancia, como la Liga de la Leche (www.laligadelaleche.es), pueden ayudar a las madres inexpertas. En ellos se tiene la oportunidad de aprender de otras madres lactantes con más experiencia, cuáles son las posturas correctas y aclarar dudas y preguntas. Las mujeres que asisten a los grupos de apoyo, por lo general, logran una lactancia más fácil, exitosa y lactan durante más tiempo.

A los 6 meses

Incorporarse al trabajo tras la baja maternal y continuar dando el pecho al niño es posible. Por un lado, siempre que sea posible, se trataría de ajustar los horarios de trabajo para poder estar más tiempo con el bebé. El pediatra Carlos González dice que para estos casos “la opción más utilizada es extraerse la leche y almacenarla en la nevera para cuando no se está en casa”. Según la AAP, no tiene sentido introducir otros alimentos antes de tiempo para que el niño se “acostumbre” antes de que su madre empiece a trabajar. La introducción de alimentos antes de los 6 meses puede ser causa de alergias e intolerancias.

Si el bebé ya tiene más de 6 meses, se puede aprovechar el tiempo que no está la madre en casa para ofrecerle papillas y purés, y cuando ésta regresa se le da el pecho. Sin embargo, no siempre es posible y se debe recurrir a la lactancia artificial. Aún así, la transición a los sólidos no tiene por qué verse afectada por esta sustitución.

Una alimentación sólida

A partir de los 6 meses, si el bebé toma otros alimentos, la leche materna (o artificial) debe ser al menos el 50% de la energía que recibe. Los alimentos nuevos deben introducirse poco a poco, de uno en uno, cada tres o cuatro días, para observar si aparecen reacciones alérgicas a algo. Además, de esta forma facilitamos que el niño se acostumbre a los sabores nuevos.

Durante el primer año de vida, es preferible ofrecer primero el pecho y luego los alimentos que complementan la leche materna (por eso se le llama “complementarios”).

No hay ninguna razón para introducir primero la fruta y luego la verdura o hacerlo al revés. Hay que basarse en las costumbres locales y familiares, así como en los productos de la tierra. Según Carlos González, el principal objetivo es que se acostumbren a tomar lo que se come en casa. “Si ahora puede con una cucharada de arroz con tomate, cuando sea mayor tomará más cantidad. Si sólo se toma un biberón con cereales no habrá avanzado nada, porque no deberá alimentarse a base de cereales de farmacia cuando crezca”, dice el doctor González.

Medidas especiales

Aunque si bien no es importante el alimento que se ofrece primero, sí es aconsejable ofrecer cuanto antes alimentos que contengan hierro, es decir, carnes primero y pescados hacia los 9 ó10 meses.

El organismo del bebé no está preparado para digerir todos los tipos de alimentos, por eso el gluten (presente en cereales con trigo, cebada, centeno o avena) se debe evitar antes de los 7-8 meses. Lo más adecuado es introducirlo en pequeñas cantidades, al mismo tiempo que se continúa dando el pecho. Antes de los 12 meses tampoco se recomienda dar alimentos alergénicos (leche de vaca, soja, clara de huevo).

Los alimentos pueden ofrecerse triturados al principio y troceados o chafados a partir de los 8 meses. Los frutos secos, no molidos, no se deben dar antes de los 6-7 años, ya que existe riesgo de atragantamiento que puede ser grave.

Es importante evitar al principio alimentos que pueden contener muchos nitratos (remolacha, espinacas, zanahoria), la col, nabos y espárragos. No se debería añadir azúcar ni sal a los alimentos del bebé durante el primer año. Después es conveniente utilizar pequeñas cantidades de sal yodada.

Los cereales pueden prepararse con leche materna, agua o caldo, o añadirlos a las papillas. No es necesario darlos con una leche artificial. Tanto el arroz como el maíz son seguros, ya que no contienen gluten.

Mientras el bebé hace unas 4 tomas de pecho, no necesita otros alimentos lácteos como yogur, queso u otras leches en papillas o purés. Para darle un toque sabroso y mediterráneo, se le puede añadir al puré de verduras un poco de aceite de oliva .

Recuerda que hay que respetar el apetito del niño y dejar que el pequeñín “experimente” comiendo primero con sus dedos y luego con la cuchara. Y otro punto muy importante para Carlos González: “Nunca fuerces al pequeño a comer”.


Puede empezar a comer…

La introducción de otros alimentos no se hace tanto en función de la edad como del grado de maduración y de desarrollo psicomotriz del bebé.

Según la OMS, la criatura está lista para empezar a tomar otros alimentos cuando:
• Es capaz de sentarse sin ayuda (seria muy difícil dar de comer a un niño que se cae para los lados).
• Pierde el reflejo de extrusión, que hace que los niños expulsen con la lengua cualquier cosa sólida que entra en sus bocas como la cuchara.
• Muestra interés por la comida de los adultos. Es una buena idea que el niño coma en la mesa con todos, la comida también es un acto social y el niño puede ver y aprender.
• Sabe mostrar hambre y saciedad con sus gestos. Al ver acercarse una cuchara, el niño que tiene hambre abre la boca y mueve la cabeza hacia delante. El que está saciado, la cierra y mueve la cabeza a un lado.

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