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A ellos también les ocurre

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Muchas veces relacionamos de manera estricta la depresión como una enfermedad únicamente de adultos, pero es un fenómeno creciente entre nuestros niños.

La depresión, que antes sólo se diagnosticaba en personas adultas, está cada vez más haciendo sufrir también a los niños. Ya no son sólo los adultos los que se deprimen. Estudios hechos en Estados Unidos indican que alrededor del 5 por ciento de los niños padece de depresión en algún momento.

El término “depresión” describe tristeza, desesperación y desaliento. Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida o que tienen desórdenes de la atención o de la conducta, o discapacidades en el aprendizaje corren mayor riesgo de sufrir depresión.

La depresión infantil puede definirse como una situación afectiva de tristeza mayor en intensidad y duración que ocurre en un niño. Se habla de depresión mayor, cuando los síntomas se alargan más de 2 semanas, y de trastorno distímico, cuando estos síntomas pasan de un mes, según nos comenta el pediatra Ernesto Sáez Pérez.

Síntomas emocionales

Detectar una depresión infantil no es fácil. Esta enfermedad posee algunas características similares a la depresión en el adulto, aunque con síntomas acompañantes peculiares.

La carencia de afecto y la ausencia de la madre suelen ser las principales causas de este trastorno en los niños.

Las depresiones más comunes en niños vienen caracterizadas por conductas antisociales, malhumor, irritación, retraimiento social y la que más se debe tomar en cuenta, las dificultades escolares. La falta de habilidades de comunicación e interacción social aparecen como elementos relevantes de la depresión.

Los expertos han llegado a la aceptación de los siguientes síntomas característicos y criterios de la depresión infantil: tristeza, irritabilidad, anhedonía (pérdida del placer), llanto fácil, falta del sentido del humor, sentimiento de no ser querido, baja autoestima, aislamiento social, cambios en el sueño, cambios de apetito y peso, hiperactividad, disforia e ideación suicida.

El conjunto sintomático se puede reducir a cuatro grandes núcleos:

  • Síntomas Anímicos: La tristeza es el síntoma por excelencia de la depresión. Esta tristeza se manifiesta por sentimientos de abatimiento, pesadumbre, infelicidad, incluso irritabilidad.
  • Síntomas Motivacionales: estado general de inhibición en el que se hallan. Forma parte la apatía, la indiferencia, en resumen, la anhedonia. En su forma extrema se halla lo que se llama el “retardo psicomotor “, un enlentecimiento generalizado de las respuestas motoras, el habla, el gesto.
  • Síntomas Cognitivos: La valoración que hace la persona deprimida de sí mismo y de su entorno suele ser negativa. La desesperanza, la visión totalmente pesimista del futuro es un factor casi siempre presente en estos sujetos.
  • Síntomas Físicos: Se puede dar una pérdida de sueño o una hipersomnia, fatiga, pérdida de apetito y la disminución de la actividad, molestias corporales difusas (dolores de cabeza, de espalda, náuseas, vómitos, estreñimiento, micción dolorosa, visión borrosa).

Tratamiento

El tratamiento de la depresión infantil ante todo debe ser individualizado, adaptado a cada caso en particular y a la fase del desarrollo que se encuentra el niño, en base a: su funcionamiento cognitivo, su maduración social y su capacidad de mantener la atención.

El diagnóstico y tratamiento temprano de la depresión son esenciales para los niños deprimidos y debe hacerlo un profesional: el médico habitual del niño, su pediatra, tendrá que evaluar sus cambios de comportamiento o su estado físico general.

La depresión infantil, al igual que la de los adultos, responde bien a la combinación de dos tipos de tratamiento:
1. Acción psicoterápica, preferentemente cognitiva, que debe extenderse al entorno familiar. No basta con que el niño acuda a terapia. Es necesario que su entorno se mentalice de que él solo no puede hacer todo el trabajo.

De esta manera, siempre condiciona favorablemente tener un clima adecuado y positivo y tratar de no trasladar los problemas de la madurez al ambiente del niño: él debe aprender a solucionar los problemas de su entorno, no los del nuestro.

2. Tratamiento farmacológico con psicofármacos antidepresivos.

¿Por qué se produce?

Existen varios aspectos que determinan la enfermedad:

Conductual. Porque hayan ocurrido acontecimientos negativos en la vida del niño o ausencia de refuerzos.

Cognitivo. Cuando el niño ha tenido experiencia de fracasos, juicios negativos o indefensión aprendida entre otros.

Psicodinámico. Si ha existido pérdida de autoestima o pérdida del objeto bueno.

Biológico. Si existe una disfunción del sistema neuro-endocrino, disminución de la actividad de la serotonina y por efecto de la herencia.

Estigmas: no es un bicho raro

Si nuestro hijo tiene una depresión es imprescindible desestigmatizar su situación. Su situación es compleja para él y necesita apoyo para superarla. Muchos niños que acabaron siendo grandes hombres sufrieron depresiones en su infancia. A este respecto, el filósofo francés Jean Jacques Rousseau declaró: “La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras”.

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