A resolver conflictos se aprende desde la infancia
Durante la infancia aparecen los primeros conflictos entre el grupo de iguales y en el hogar, por lo que es la etapa idónea para trabajar la capacidad de entendimiento.
Por Diana Oliver
Los conflictos son parte de la vida y de la convivencia pero será nuestra capacidad para resolverlos de manera pacífica la que pueda construir relaciones saludables y una convivencia civilizada. Ya durante la infancia surgen los primeros conflictos entre el grupo de iguales, por lo que es el momento idóneo para asentar las bases del aprendizaje para la búsqueda del entendimiento.
Según Maite Garaigordobil, doctora en psicología y catedrática de evaluación y diagnóstico psicológicos en la facultad de psicología de la Universidad del País Vasco, para resolver un conflicto constructivamente se requieren dos competencias sociales y emocionales relevantes. Entre las sociales, destaca la capacidad de comunicación, “para expresar el punto de vista propio frente al problema y para consensuar la mejor solución”. Y entre las competencias emocionales, considera fundamental la capacidad de empatía, “la capacidad de ponerse en el punto de vista del otro, en los «zapatos del otro», para hacerse cargo de los estados emocionales del otro”. Para la experta, “esta capacidad es fundamental para poder entender la perspectiva del otro, tanto intelectual como emocionalmente, y poder resolver el conflicto mediante el diálogo, la búsqueda de una solución cooperativa que pueda satisfacer a las distintas partes implicadas en el conflicto”.
Garaigordobil publicaba en 2011 junto a la psicóloga Carmen Maganto un estudio sobre la relación entre la empatía y la resolución de conflictos durante la infancia y la adolescencia. Entre sus conclusiones encontraron que “en la infancia los niños y niñas con alta capacidad de empatía tienen también alta capacidad para resolver positivamente los conflictos”. La capacidad de empatía se puede desarrollar desde edades tempranas a través del aprendizaje por imitación. “Si los adultos que rodean al niño tienen conductas empáticas y prosociales (dar, ayudar, cooperar, compartir, consolar…) desde los primeros años de vida, y además fomentan y recompensan estas conductas en el niño, habrá una gran probabilidad de que ese niño tenga conductas empáticas y prosociales con los demás”, explica la catedrática de la Universidad del País Vasco. Insiste también en que de la misma forma que el ambiente modela que los niños sean empáticos y prosociales, se puede modelar todo lo contario (la conducta antisocial, violenta…), por lo que “es necesario educar en la empatía, enseñar al niño a tener en cuenta los sentimientos del otro, a reflexionar sobre las consecuencias de su conducta sobre el otro”.
Para Sonia Martínez, psicóloga y directora de la escuela de desarrollo emocional y social Crece Bien, un buen recurso para empezar a trabajar la resolución de conflictos es el parque: “De camino al parque podemos aprovechar para hablarles de los conflictos que pueden darse y después analizar allí lo que veamos (“Yo creo que esos dos niños han tenido un conflicto porque…»)”. En el día a día de la propia familia también pueden darse infinidad de conflictos entre sus miembros («Mamá y papá han tenido un conflicto porque uno quería pizza y otro hamburguesa, y lo hemos solucionado así…”). La psicóloga experta en habilidades sociales considera que la anticipación de situaciones que pueden ocurrir, así como la toma de conciencia de la necesidad de resolverlas, es vital: “Igual que damos importancia a la lectura antes de enseñarles a leer, deberíamos enseñar a los niños a resolver un conflicto antes de ir al parque. Pretendemos que “sepa” antes de haberle “prevenido”. Nosotros como adultos sabremos que habrá conflictos pero el niño no puede saberlo; y normalmente lo que acabamos haciendo es corregir lo que pasa sobre la marcha. Si un niño sabe lo que puede y lo que no puede hacer, lo que puede pasar, se sentirá mas seguro”.
¿Cómo sabemos que un niño está preparado para comprender en qué consiste? Responde Martínez que hasta los dos o tres años no hay conflictos sociales porque no hay juego social, “el niño esta muy centrado en sí mismo, es un juego mas solitario”. Por lo que a partir de este momentos, cualquier conflicto puede ser un buen ejemplo con el que comenzar a trabajar.
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5 pautas para la resolución de conflictos
La psicóloga Sonia Martínez nos da algunas claves que podemos tener en cuenta en casa para el aprendizaje de la resolución de conflictos:
- Enseñarle que el conflicto es bueno, lo que no es bueno es gestionarlo de forma incorrecta. ¿Diríamos que es negativo tener la posibilidad de que haya una situación en la que dar mi punto de vista, escuchar al otro, sentir empatía, buscar soluciones, ser creativo? El conflicto es una oportunidad de crecer y también de aprender.
- Enseñarles las emociones para que puedan entenderse y entender. Saber identificar el enfado en mí y en lo demás, por ejemplo.
- Enseñarle a empatizar. Con preguntas como “¿cómo crees que se siente tu amigo?”, podemos animarles a ponerse en los zapatos del otro.
- Comunicación. Enseñarles a decir y a escuchar, a expresarse, enseñarles a poner en común hablado y escuchando.
- Enseñarle a buscar soluciones a través de acuerdos, de la negociación o de la creatividad. Si desde pequeños buscamos diferentes soluciones, de mayores también lo haremos y no buscaremos soluciones fáciles. Así también prevenimos situaciones de riesgos, malas amistades, adicciones…
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Los errores más frecuentes
No existe una fórmula mágica para educar a nuestros hijos. Quizás por eso, la Educación es uno de los retos más complejos y apasionantes de cuantos nos vayamos a encontrar en la vida. A veces, hay pistas que pueden ayudarnos a evitar los errores más habituales. Estos son para Sonia Martínez los más errores más frecuentes a la hora de enseñar a resolver conflictos:
- Querer que no haya conflicto con medidas como evitar conflictos o ceder siempre.
- Obligarles a “llevarse bien” rápidamente o que enfadados den besos y abrazos. Tenemos que dejarles su tiempo y que vayan gestionando su emoción.
- Darles la solución “hecha” a los niños (“Venga, cada uno un balón…»). Lo importante no es solucionar el conflicto rápido sino que sean ellos quienes busquen la solución.
- Acercarse demasiado pronto. Debemos darles la oportunidad y el espacio para que puedan resolver el problema por sí mismos.
muy interesante me encanto y me sirvio mucho la informacion