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Accidentes infantiles: tú puedes evitarlos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Los números asustan, pero la realidad es que cada año se producen 250.000 accidentes infantiles, según datos del Ministerio de Sanidad. Posiblemente estés pensando en percances de tráfico, pero la mayoría de estos sucesos se producen en el hogar familiar. ¿Sabes cómo puedes evitarlos? Te damos todos los detalles para que tu hijo esté seguro.

Muchos padres se han concienciado positivamente de la importancia de viajar con sistemas de retención infantil adecuados al niño. Gracias a ello, las tasas de mortalidad infantil provocada por accidentes de tráfico han descendido en los últimos años. Pero no ocurre así con los accidentes domésticos, donde las cifras siguen siendo alarmantes.

A una edad en que todo es descubrimiento, ganas de explorar, inquietud y falta de conciencia del riesgo, puede parecer casi imposible mantener alejado al pequeño de todos los peligros que conlleva el día a día doméstico. Pero no es imposible. Basta con adoptar unas sencillas medidas de prevención para, sin sobreproteger al bebé, dejarlo descubrir el mundo con todas las garantías.

Lo mejor, la prevención

A cada remedio, su solución, reza un viejo dicho. Pero ¿por qué no tratar de evitar al máximo que sucedan accidentes infantiles? “A pesar de que la infancia es objeto de protección, no siempre se alcanza el objetivo de seguridad. Nuestro mundo está confeccionado en función de las necesidades de los adultos y no de los niños”, explica José Mª Suelves, profesor asociado del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona. Para este experto, que ha estudiado ampliamente el tema de los accidentes infantiles, “la mortalidad no es la única consecuencia que puede derivar de una lesión.

A veces se necesitan tratamientos largos y costosos que, incluso, llevan al niño a la discapacidad en la edad adulta”, advierte. Así que, sin duda, lo más acertado es lograr una prevención eficaz para que el bebé viva en un entorno seguro sin perder, por ello, su innata atracción por explorar lo que le rodea.

Cómo evitarlos y de qué forma reaccionar

Es muy difícil mantener la calma cuando compruebas que tu pequeño se ha dañado, pero resulta mucho más complicado conseguirlo si, además, no sabes cuál es la mejor forma de actuar.

Golpes y caídas

Así los evitas. Casi sin darte cuenta, ese bebé que apenas se movía hace unos meses, se gira, de repente, en el cambiador… ¿Qué habrá sucedido? La clave es no dejar nunca solo al niño, aunque nos parezca que es completamente imposible que rectifique su posición. Conforme se vaya haciendo mayor y se siente en la trona, en una sillita o en cualquier otra superficie elevada, deberás vigilarlo. También es importante instalar vallas o barreras protectoras homologadas al principio y al final de cada tramo de escaleras. En el caso de que haya ventanas a menos de un metro del suelo, se aconseja colocar rejas en cuyos barrotes no pueda quedar atrapada la cabecita del bebé, o cierres de seguridad.

En cuanto a los muebles, cubre las esquinas con protectores especiales y no dejes los cajones abiertos (sobre todo si no tienen topes).

Así debes reaccionar. Dependerá fundamentalmente de la gravedad de la caída o del golpe. Cuando notes que el bebé pierde la consciencia, sangra por la nariz o el oído, tiene dificultades para respirar o vomita (no porque esté llorando), conviene llevarlo a Urgencias. En general, si el estado del niño es bueno en las horas siguientes y no muestra comportamientos anómalos, como estar más adormilado que de costumbre, puede entenderse que el golpe no ha tenido consecuencias, pero, ante la duda, siempre es mucho mejor consultar con un pediatra.

Igualmente, si en la caída se ha clavado algún objeto, no lo saques por tu cuenta y acude a un centro de salud.

Quemaduras

Así las evitas. En los primeros meses son muy habituales las quemaduras por la temperatura del agua del baño. Comprueba siempre, antes de meter a tu hijo, si los grados son los adecuados. Además, nunca llenes la bañera con el niño dentro y ten cuidado con los grifos, que pueden haber adquirido una temperatura muy alta. Además, es importante que no dejes líquidos calientes sobre una mesa a la que tenga acceso el pequeño (pueden llegar a él si tira de un mantel, por ejemplo).

Procura que se mantenga alejado de la zona de plancha y de la cocina y coloca hacia dentro los mangos de ollas y sartenes, además de instalar protectores para los fuegos y el horno y tapar todos los enchufes de la casa con los dispositivos adecuados.

Así debes reaccionar. Separa inmediatamente al niño de la fuente de calor y pon la zona afectada durante al menos 10 minutos bajo un chorro de agua fría (no uses hielo). Cubre la zona con una gasita (el algodón y los ungüentos caseros están totalmente desaconsejados) y acude al hospital. Si se quema con una llama y arde su ropa, nunca lo desvistas; mételo bajo la ducha, cúbrelo luego en una sábana limpia encima de su ropita y llévalo a Urgencias.

Intoxicaciones

Así las evitas. Ten en cuenta que la boca es uno de los órganos que más utilizará tu hijo para explorar el entorno; eso significa que tiene muchas probabilidades de “degustar” tanto cosas convenientes como peligrosas. Tu responsabilidad es la de retirar medicamentos, pinturas, productos de limpieza o desinfección, cosméticos… que puedan dañarlo. Mantenlos en un lugar alejado de su alcance y de su vista, y siempre en su envase original para no dar lugar a equívocos. Especialmente importante es que no le equipares las medicinas con las golosinas cuando deba tomarlas.

Así debes reaccionar. Lo primero y fundamental cuando somos conscientes de que el bebé ha ingerido algo peligroso es ponerse en contacto con el Instituto Nacional de Toxicología (teléfono 24 horas: 91 562 04 20) para pedir asesoramiento. Nunca hay que forzar al niño a vomitar, pues esto podría ocasionarle más daños aún. La regla básica es consultar y no administrarle al niño absolutamente nada de comer o de beber hasta que los expertos ofrezcan instrucciones precisas.

Asfixia

Así la evitas. El bebé puede atragantarse con multitud de cosas pequeñas que obstruyan sus vías respiratorias: una moneda, una canica, un trozo de salchicha, caramelos, frutos secos… Es importante que, hasta los 3 años no se le deje ingerir esos alimentos y que, siempre que esté comiendo, lo haga con tranquilidad y quieto, sin saltar, correr o llorar a la vez. Asimismo, hay que retirar las piezas pequeñas de los objetos que no resulten adecuadas a su edad y asegurarse de que no tiene bolsas de plástico ni globos a su alcance (sobre todo cuando están pinchados, resultan peligrosísimos). Por otro lado, hay que impedirle el acceso a las cintas de las persianas y de las cortinas y no ponerle collares ni cadenas al cuello, así como desechar la ropita adornada con lazos, cintas o cordones que pudieran manipular.

Así debes reaccionar. Si notas que el niño puede respirar, intenta que tosa para que el objeto se desplace por sí solo. En el caso de que no pueda respirar, tienes que actuar con toda la rapidez (y la calma) que te sea posible. Cuando son lactantes, se coloca al bebé, con la cabeza hacia abajo, sobre
el antebrazo del adulto y se le dan unas palmaditas hacia la mitad de su espalda. Si se trata de niños más mayores, la maniobra básica consiste en abrazarlo por detrás y, poniendo una mano sobre el puño de la otra, apretar con fuerza justo sobre su ombligo en dirección hacia arriba y hacia adentro.

¿Cuándo hay más peligro?

Según un reciente estudio auspiciado por la Fundación MAPFRE y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, ésta es la radiografía básica de los accidentes infantiles en España:
• A partir del año de edad, se producen más accidentes en niños que en niñas. Las niñas se muestran más prudentes desde esta temprana edad.
• En toda la infancia, el grupo de edad donde se registran más percances de este tipo es el de 1 a 4 años.
• Los lugares más comunes donde se accidentan los pequeños son, por este orden: la cocina, las escaleras interiores, el cuarto de baño y la piscina.
• El incidente más común son las caídas, seguidas de los golpes o choques con algo.
• En un 60% de los casos, es el descuido o la distracción del cuidador el que da origen al accidente infantil.
• Los meses en que más incidentes hay son (de más a menos frecuente): julio, agosto, diciembre y junio. Con respecto a los días de la semana, hay más problemas los sábados y los domingos, y en general, en la franja horaria de 5 a 9 de la noche.

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