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Aprender jugando

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El juego es propio de todas las culturas y de todos los tiempos porque jugar es propio de nuestra naturaleza humana. Además, el juego es transmisor del saber, pues contribuye a desarrollar el pensamiento del ser humano y a favorecer su aprendizaje. Por ello podemos considerarlo el principal recurso educativo y una actividad fundamental en la infancia.

Según el psicólogo suizo Piaget (1896-1980) el juego infantil potencia el desarrollo mental. A través de éste el niño se relaciona con el entorno, lo conoce, lo transforma, lo reconstruye. Para el mencionado autor, el juego evoluciona con arreglo al desarrollo del conocimiento, es decir, depende de la evolución del pensamiento infantil. Por eso, una de las variables más importantes a tener en cuenta en el juego infantil es el grado de desarrollo del niño.

La clasificación del juego realizada por Piaget es la siguiente:

• Juego sensoriomotor (0-2 años): basado en la repetición de movimientos. Aprendida la acción, se repite una y otra vez.

• Juego simbólico (2-7 años): caracterizado por la construcción de símbolos a partir de distintas capacidades. Esta actividad, que transforma la realidad en fantasía, resulta muy adecuada para resolver conflictos internos.

• Juego de reglas (7 a 12 años, aproximadamente): en el que aparecen las normas y la competición. Es el caso de los juegos de mesa y los deportivos.

Dado que hasta los 7 años aproximadamente, el niño no distingue la realidad de la ficción, el juego resulta un medio muy útil como transmisor de conocimiento, y sirve al educador para darse cuenta de cómo ve el niño el mundo que le rodea.

La actividad lúdica contribuye al desarrollo psicomotor, que sentará las bases para los próximos aprendizajes, y además de un modo de instrucción, facilita el perfeccionamiento integral de quien lo practica. Jugar constituye una acción creativa de primer orden porque es expresión de libertad. Además, tiene un papel fundamental en el proceso de socialización inicial por varias razones:

• Ayuda al niño a salir de sí mismo y a compartir lo suyo –tanto su mundo interior, como los objetos materiales que utiliza y que de hecho considera propios– con los demás.

• Le enseña a respetar determinadas  reglas.

• Facilita su convivencia y el desarrollo de habilidades sociales imprescindibles.

• Puede servirle para cuidar el entorno.

Jugar resulta, pues, necesario para el normal desarrollo del niño. Que lo consiga de veras depende tanto de los profesores como de los padres, ya que no hemos de olvidar que la escuela y el hogar son los ámbitos principales donde se lleva a cabo el proceso educativo. Desde el punto de vista pedagógico, el juego, en sus múltiples manifestaciones, suele considerarse la actividad fundamental de la Educación Infantil: siempre tiene un grado de espontaneidad que proporciona satisfacción, confianza y alegría al niño, facilitándole la comunicación y la apertura a los demás. De hecho, el juego se usa también como una terapia para ayudar a los niños a superar problemas emotivos.

A través del juego, el niño, a la vez que se entretiene y disfruta, comienza a comprender cómo es el mundo y se integra y se relaciona con él. Además, desarrolla su inteligencia emocional, sus aptitudes físicas, su creatividad, su imaginación, su capacidad intelectual y sus habilidades sociales. El niño se pone en contacto con las cosas jugando. Y para poder hacerlo, ha de buscar puntos de referencia externos, pues así funcionan las reglas del juego. Éstas, al seguir una estructura determinada, fomentan el orden interno del niño. Y comprender y aceptar dichas reglas contribuye al progreso en la construcción del pensamiento infantil.

El juego debe variar en función de la edad y el momento evolutivo del niño, ya que a un desarrollo determinado, acompañan también distintas capacidades y grados de creatividad. Para que el juego sea educativo, además de variado, tiene que progresar en grado de dificultad. Así, jugando se presentan problemas que hay que resolver y se logra divertir y educar al mismo tiempo.

El juego simbólico constituye la actividad lúdica más desarrollada, ya que requiere del niño representar el mundo social y natural que le rodea, poner en práctica distintas técnicas de dramatización… Y como el niño imita a quien tiene en su entorno inmediato, las pautas de comportamiento de quienes para él son modelos o ejemplos han de ser adecuadas.

Cuando las vivencias son escasas el argumento es repetitivo, y tanto las acciones como la creatividad son pobres. Por eso, conviene diversificar el juego. Dado que buena parte de la vida del niño es juego, todo profesional de la Educación Infantil debe esforzarse por disponer de una amplia gama de juegos para ofrecer tanto en el aula como fuera de ella.

 

Etapas

Hasta los 7 años, aproximadamente, el niño no distingue del todo la realidad de la ficción. No ha desarrollado por completo su capacidad de abstracción.

Durante sus tres primeros años de vida, el niño pone en práctica lo que en ocasiones se ha denominado juego abierto, directamente relacionado con la imitación. En esta etapa el niño empieza a controlar su propio cuerpo, a conocer su entorno y a experimentar con uno y otro. Esto le ayuda a hacerse una primera representación del mundo social y natural que le rodea. Su mejor forma de divertirse es imitar lo que ve, de ahí la conveniencia de tener buenos modelos, como antes mencionamos. Convendrá que cada niño juegue con distintas voces, representando diversos personajes. Es el tiempo de la dramatización.

Entre los 3 y 5 años comienza una etapa clave para desplegar la imaginación. Partiendo de algo concreto, el niño crea un símbolo que considera real. No es de extrañar, por ejemplo, que pueda usar una caja de zapatos como sustituto de un coche, acompañándolo de ruidos –rum, rum…– para dar mayor realismo a esa simulación.

De 5 a 7 años, aproximadamente, los niños crean con los objetos historias que ya gozan de un hilo argumental, que suele ser más elaborado a medida que van cubriendo este periodo temporal. Siguiendo con el ejemplo puesto en el periodo de 3 a 5 años, y para apreciar las diferencias respecto a éste, podríamos decir que los niños utilizan ya un auténtico coche de juguete, porque no se conforman con su representación simbólica (la caja de zapatos). Y así, mientras mantienen el vehículo en movimiento, van por ejemplo contando una historia: “…te he dicho que aquí no puedo aparcar, delante hay un sitio más grande…”

Parte de la actividad lúdica en el aula será el juego simbólico, esto es, la representación del mundo que rodea al niño y con el cual se siente identificado. Cualquier lugar del aula es adecuado para esta forma de divertirse. Por ejemplo, los rincones –espacios de paso diario con juegos variados a disposición, tanto para niñas como para niños: la cocinita, las muñecas, las construcciones…– son medios para conseguir el desarrollo de la creatividad infantil, el dominio del espacio, el orden, la secuencia. En el rincón del teatro o del guiñol, el niño, además del lenguaje, desarrolla la expresión corporal. Y el rincón de los puzles le ayudará a cultivar el dominio del espacio, perfeccionando así su capacidad de orientación. Vemos, por tanto, que cada uno de esos rincones persigue una finalidad, contribuyendo todos a la vez al desarrollo del conjunto. En esos lugares los niños juegan, manipulan, investigan, se relacionan con los demás compañeros. Conviene que cada niño pase a diario por cada rincón, y así podrán continuar con la historia anterior u optar por crear una nueva. De esta manera, el niño irá incrementando el nivel de dificultad de sus juegos y la complejidad de sus historias.

Si damos al juego la importancia que merece en el aula, llegará a sorprendernos la facilidad con la que nuestros pequeños alumnos compaginan aprendizaje y diversión.

 

 

Capacidades, características y desarrollo del juego

Capacidades que se desarrollan:

• Creatividad.

• Socialización.

• Imaginación.

• Habilidades sociales.

• Orden.

• Inteligencia emocional.

 

Desarrollo del juego:

• Juego de la imitación.

• Juego simbólico.

• Juego con reglas.

 

Características del juego:

• Placentero.

• Espontáneo.

• Voluntario.

• Libre.

• Desarrolla el aprendizaje.

 

Juegos de rincones:

• Cocinita.

• Pintura.

• Puzles.

• Construcciones.

• Muñecos, teatro.

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