Claves para hablar a los niños sobre los atentados: “¿Por qué ponen bombas?”
Conseguir que nuestros hijos se sientan seguros frente a los atentados terroristas no es fácil, pero tampoco imposible. Animarles a contarnos cómo se sienten ante estos sucesos, responder siempre a sus preguntas y elegir con mucho cuidado las palabras que empleamos en nuestras explicaciones son algunas de las pautas que aconsejan los expertos para lograr que estos terribles acontecimientos no les quiten la sensación de vivir a salvo.
Por: SILVIA CÁNDANO
Es irremediable que los niños se enteren de que se cometen atentados terroristas. Aunque apaguemos la radio y la televisión en casa, se acaban haciendo eco de la noticia en el colegio, en el autobús o al pasar por un kiosco y ver las fotografías en los periódicos. Y ello, queramos o no, influye en su estado psíquico. Así lo demostró un estudio de neuropsiquiatría realizado en 94 escuelas públicas de Nueva York en 2002, justo un año después de ocurrir el atentado de las Torres Gemelas: un 12,3% de los menores continuaban sintiendo angustia al separarse de sus padres, un 10,5% sufrían trastorno de estrés postraumático, un 9,3% tenían ataques de pánico frecuentes y un 8,4% presentaban signos de depresión. Ante esta realidad, debemos estar preparados para saber qué responderles cuando nuestros hijos nos hagan preguntas del tipo “¿por qué hay gente que pone bombas?” o “¿por qué unas pocas personas matan a otras muchas, a las que ni siquiera conocen?”. Steven Berkowitz, un reconocido psiquiatra infantil de la Universidad de Pennsylvania, aconseja: “Si el niño es menor de 6 años, lo mejor es decirle que no tiene que preocuparse de nada, porque se trata de un asunto que los adultos arreglarán enseguida. Siendo tan pequeño aún no entiende conceptos como la muerte o el terrorismo y lo más importante para su bienestar emocional es conseguir que se sienta seguro. A partir de esta edad la situación cambia porque el niño va razonando mejor. Lo más acertado es dejarle hablar para saber cómo se siente y evitar que dé vueltas al suceso en soledad y a partir de ahí, proporcionarle la respuesta que creamos más adecuada para su grado de madurez. En cualquier caso, debemos hacerle ver que las personas que resuelven los conflictos con violencia son mucho menos numerosas que las personas que lo único que desean es vivir en paz”. Javier Urra, Primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud, hace hincapié en esta última idea: “Hay que explicar a los niños que siempre habrá personas que no saben discutir ni debatir y que callan al que consideran su enemigo de la manera más violenta, pero frente a ellas, la gente de bien y las leyes de convivencia triunfarán. Si transmitimos a los niños esta idea totalmente convencidos de ella, sin dejarnos llevar por la tristeza y la ansiedad que los atentados pueden causarnos, evitaremos que pierdan la sensación de estar seguros. También es conveniente insistirles en que estos sucesos son puntuales y ocurren muy de cuando en cuando”.
Sí a la verdad, pero sin detalles
Está claro que si el niño pregunta, es porque necesita saber y debemos contarle lo que ha ocurrido. Psicólogos y pediatras de la Academia Americana de Pediatría insisten en que tratar de ocultárselo es un error porque el pequeño intuye que ha pasado algo malo y si pone a funcionar su imaginación, se dejará llevar por sus propios miedos y puede asustarse aun más que si le contamos la verdad con las palabras adecuadas a su nivel de entendimiento. “Pero al hacerlo debemos tener muy en cuenta algunas pautas, para no empeorar la situación”, apostilla Coks Feenstra, psicóloga y autora de varios libros sobre desarrollo infantil:
- Atenernos única y exclusivamente a lo que él nos cuestiona. “De este modo nos aseguramos de que el niño está preparado para entender lo que vamos a explicarle”, afirma la psicóloga.
- Intentar que no se entere de los detalles más escabrosos ni de las consecuencias que acarrea el atentado: personas mutiladas, huérfanos, niños fallecidos, gente sin hogar…
- Sustituir los términos muy específicos por otros mucho más sencillos en nuestro discurso, como el bien y el mal. “El niño los entiende perfectamente y le facilitan el colocar los hechos en su sitio”, continúa explicando Coks Feenstra.
- Poner palabras a sus sentimientos. Frases como “veo que estás muy triste por lo que ha pasado” ayudan al niño a descubrir qué le sucede y le hacen sentirse más aliviado.
- Confesarle que nosotros también nos sentimos apenados. Demostrar al pequeño nuestra ansiedad no es bueno porque se contagiaría de ella. Sin embargo, sí es conveniente hacerle ver que a nosotros también nos apena mucho lo ocurrido. Comprobar que nos identificamos con su estado de ánimo y que es totalmente normal ante la situación, le sirve de estímulo para superarlo.
En cualquier caso, aunque atiendan nuestras explicaciones y traten de convencerse de ellas, es normal que los niños se sientan inseguros y nerviosos tras un atentado terrorista, sobre todo durante los días inmediatamente posteriores al mismo. Para solventar esta situación, dice Javier Urra: “Da muy buenos resultados convertir la presencia de las fuerzas de seguridad en algo positivo: no están ahí porque vaya a ocurrir algo, sino precisamente para que no suceda. Así los niños entienden que hay muchas personas que velan por su bienestar, tanto dentro como fuera de casa, y se sienten más protegidos”.
¿Y SI SE HA IMPRESIONADO MUCHO?
Es posible que un niño vea una imagen terrible de un atentado en la televisión y se impresione profundamente. ¿Qué hay que hacer en este caso, para que recupere su estado de bienestar?
- Hablar mucho con él, tantas veces como lo necesite, sobre qué es exactamente lo que le ha asustado. Que eche fuera lo que tiene dentro es fundamental para que recobre su ánimo.
- Mantener un ambiente especialmente agradable, cálido y armonioso en casa.
- Realizar actividades en familia que refuercen en el pequeño la sensación de pertenecer a un núcleo fuerte y unido.
- Observar su comportamiento durante un mes y si continúa angustiado e inquieto, buscar la ayuda de un psicólogo infantil.
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¡NO PODEMOS VOLVERNOS INMUNES A LA VIOLENCIA!
Miguel Ángel González Castañón, psicólogo del Centro de Psicología Conductual, de León, insiste en otro aspecto fundamental a la hora de tratar el tema del terrorismo y la infancia: “Actualmente los niños y adolescentes ven multitud de imágenes violentas en la televisión y corremos un alto riesgo de que acaben imitando la violencia que observan y/o de que se vuelvan inmunes a ella. Para evitar estas posibilidades sólo hay un camino: los padres y profesores deben hablar mucho con el menor a su cargo y enseñarle qué valores están detrás de cada uno de estos actos violentos y qué contravalores pueden anteponerse a ellos. Sólo así conseguiremos que el respeto, la paz, la cordialidad, el entendimiento, la democracia y la convivencia acaben primando sobre la fuerza bruta y que ésta siga pareciéndonos inaceptable a todos”.
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