Cómo actuar ante las huellas psicológicas que el confinamiento puede dejar en los niños
El confinamiento y el cambio de vida provocado por la crisis del COVID-19 puede producir secuelas psicológicas en los niños y niñas y tener un gran impacto emocional a medio y largo plazo. Isabel Ortín, Responsable del Departamento de Orientación del Colegio Logos, analiza algunas señales de alerta y pautas que ayudarán a las familias a poder gestionar estas situaciones.
Síntomas psicológicos del confinamiento
-Los niños y niñas pueden mostrar un carácter más difícil, más irritable, con más rabietas, enfados o peleas con los hermanos. Les cuesta aceptar la situación y este cambio en el carácter es una manera de mostrar su rebeldía. Los niños más sensibles, por su parte, pueden mostrarse más tristes o llorar con más facilidad.
– Frecuentemente se sienten frustrados o aburridos.
– Presentan un alto nivel de ansiedad, alteraciones del sueño, pesadillas…porque no pueden saltar, correr con los amigos, hacer ejercicio físico y expandir toda su energía.
– Tras unas semanas en su entorno familiar y sin contacto personal con otros niños o compañeros, es normal que se muestren temerosos o reticentes a salir de casa, sobre todo aquellos niños o jóvenes más tímidos a los que más les cuesta la socialización.
– Muestran apatía y desgana ante la actividad escolar online.
– Hacen un uso excesivo de las redes sociales o un abuso del ocio centrado solo en las pantallas que puede derivar en un problema de adicción a videojuegos.
Cómo actuar ante estos síntomas
-Mantener rutinas: Esto da estabilidad y sensación de seguridad a los niños, y orden a los adolescentes. Establecer horarios de comida, higiene, sueño, ocio, ejercicio, implicarles en la organización y tareas de casa. Diferenciar los días de la semana laborables de los del fin de semana o de las vacaciones, donde los horarios se vuelven más flexibles.
-Aunque sin clases presenciales, no están de vacaciones y los niños deben seguir adelante con el proceso de aprendizaje, conectándose a las clases online y cumpliendo con sus responsabilidades. Los padres deben continuar supervisando el rendimiento de sus hijos, manteniendo contacto con sus profesores, reforzando el esfuerzo y la satisfacción por el trabajo bien hecho.
-Lo más habitual es que los niños estén emocionados por salir a dar un paseo y aunque tengan sus miedos, confían en sus padres. Pero algunos de ellos pueden mostrarse temerosos y resistentes a salir de casa, en este caso hay que estar tranquilos y no forzar, ir poco a poco y, sobre todo, indagar la causa para responder a sus dudas e inquietudes. Si dicen que es por miedo al contagio, es importante manifestarles que los adultos también lo tienen, pero que si se siguen las normas no habrá ningún problema.
-Para tratar sus miedos, ansiedad o malestar es importante evitar hablar delante de los niños de las preocupaciones de los adultos. Dialogar a diario con ellos es bueno, usando su lenguaje para facilitar la expresión, validar sus emociones y responder a sus preguntas. Con los más pequeños, controlar la información que les llega (a veces muy catastrofista) e ir explicando las situaciones y los cambios que se van produciendo con naturalidad, de forma sencilla. Entender lo que sucede, sin demasiados detalles, les ayudará a rebajar el estrés.
-En el caso de hijos adolescentes es importante animarles a que expresen y compartan sus preocupaciones con los adultos, escuchándoles para que escuchen, racionalizando los miedos con datos objetivos.
-El uso de las redes sociales entre los adolescentes les permite mantenerse conectados con sus amigos y compañeros. La comunicación puede ayudarles a sentirse menos solos y a calmar parte del estrés que provoca estar lejos de sus amigos. Para que el uso de la tecnología sea un aliado, hay que supervisar los contenidos a los que acceden los niños, impedir que se aíslen en su habitación, limitar el tiempo de uso del videojuego y animarles a hacer ejercicio físico.