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Cómo educar en dos (o más) idiomas

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Durante las últimas décadas, los idiomas han ocupado el primer plano para afrontar el mundo. Pero, cuando la aldea global lleva a tus hijos a nacer en una torre de Babel desde la más tierna infancia, ¿cómo hacer que el aprendizaje sea un 'plus' y no una causa más de confusión?

Criar a un niño nunca es sencillo. Pero cuando a los problemas habituales se añaden diferentes formas de decirle 'no', el miedo a hacerlo mal aumenta entre los padres. La principal pregunta es ¿lo estamos haciendo bien? "Sí, lo estáis haciendo genial", afirma la doctora Naomi Steiner en su libro Siete pasos para educar a un niño bilingüe, donde insiste en que "no es fácil pero es importante intentarlo porque, aunque tu hijo no hable perfecto español o inglés ahora, lo hará".

Perseverar es uno de sus siete pasos con los que promete una coexistencia idiomática feliz y, sobre todo, próspera para el pequeño. "Si fuera de casa habla siempre español, en casa tendremos que hablarle todo el tiempo inglés para hacer que su tiempo se divida a partes iguales", comenta la pediatra, especializada en evolución y comportamiento infantil. Pero ¿cómo dividir el tiempo DENTRO de casa?

Un Padre-Un Idioma (One Parent – One Language) es uno de los sistemas más populares, que permite predeterminar un espacio de tiempo para cada idioma -el que está con cada padre- a la vez que mantiene la relación directa con ambos padres -sin preferencias o un mayor nivel de intimidad con aquel que comparte el idioma mayoritario que habla en el colegio-. "Hablar con tu hijo en tu idioma materno le da consistencia a su aprendizaje porque lo haces todo el tiempo y ahí marcas el período: siempre." De esta forma, verán el hablar en uno u otro idioma como la forma normal de comunicarse con sus padres y no como los deberes del fin de semana.

¿Y si son más de dos?

Sólo en la Unión Europea se hablan 20 idiomas, ¿os parece imposible juntar cinco en una casa? Difícil, puede. ¿Imposible? Cada vez menos. Es el caso de Mairu.

Ester (catalana) y Mikel (vasco) son padres de Mairu, una niña que, con tan sólo cuatro años y medio, tiene en su bagaje cultural cuatro idiomas. Ha vivido en el País Vasco sus primeros meses de vida, en Irlanda sus primeros tres años y ahora con casi cinco años se encuentra sumergida en la adaptación al catalán -ya entiende y contesta a las preguntas- desde que cambiaron su residencia a Barcelona, hace un año.

La adaptación a un idioma nuevo no fue tan sencilla desde el principio. Viviendo en Irlanda, toda la responsabilidad de la enseñanza del euskera y del castellano recaía únicamente sobre ellos, que además empleaban parte de sus fuerzas en intentar que Mairu se adaptara al inglés. "Su padre le habla euskera y el entorno era anglosajón; me preocupaba notar que su castellano era más pobre igual que ha Mikel le preocupa ahora sentir una regresión en las expresiones de Mairu en euskera. Empezamos a investigar y nos dijeron que el idioma materno no se pierde nunca. Y decidimos que siempre le hablaríamos cada uno en el idioma que consideramos nuestro".

El método OPOL se ha convertido en la norma de la casa. "A veces su aprendizaje pasa por fases más lentas o más rápidas en uno de los idiomas hasta que, de repente, da un salto cualitativo. Recuerdo cuando, tras ocho meses en Irlanda, me llamó su profesora para contarme que al fin había usado una frase en inglés para pedir un juguete. Ese momento fue muy importante para ella porque consiguió emplear un idioma con una función: para satisfacer una necesidad personal; es decir, empezó a comunicarse", comenta Ester orgullosa.

¿Debe mantenerse el método OPOL en cualquier situación? "Al principio yo lo hacía mal. Me tomé tan en serio el hablarle siempre en castellano que cuando estábamos en Irlanda con más gente les hablaba a los demás niños en inglés y a ella en castellano. Un día, un amigo me dijo que en esos casos él cambiaba el idioma con su hijo porque estás generando una dinámica nueva en un grupo distinto", dice. Sin querer, estaba aislando a Mairu del resto de los niños.

Pero hay que enseñarle al pequeño que -igual que sus padres- debe ser capaz de cambiar el chip en función de lo que necesite pero siempre sabiendo qué idioma está hablando, marcando periodos y límites.

Arrastrando los conflictos culturales: el drama del idioma minoritario

Guy nació en Bélgica y residió a partes iguales en Bruselas, Madrid y Londres. Todo eso sumado a la lengua de sus padres y abuelos: el kirundi -propio de Burundi-. "En casa siempre hemos hablado el francés. Estar en Bélgica pero venir de Burundi fue un gran condicionan para mis padres, que tuvieron que enfrentar algún que otro caso de racismo contra ellos", comenta Guy, que nunca ha sufrido ese tipo de situaciones. "Tenían miedo a que yo no me integrara bien, a que se me notara el acento o no estuviera al nivel de la clase en el colegio… Así que nunca me hablaron en kirundi". Actualmente, Guy difícilmente puede comunicarse con sus abuelos.

El caso de Cansu es similar, otro ejemplo de confluencia de culturas y lenguas. De padres turcos y residente en Londres, ha crecido hablando turco en casa y lo ha compaginado con los idiomas que ha aprendido debido a sus ciudades de residencia: inglés en Londres y francés en Bélgica. "Mi padre vivía en Turquía así que difícilmente me comunicaba con él en francés. Y, aunque mi madre tiene nociones de francés, siempre he hablado turco con ella. Curiosamente, su lengua materna no es el turco, sino el kurdo. Lamentablemente, fue prohibido Turquía durante años por cuestiones políticas y nunca me lo enseñaron. Ahora me he apuntado a clases de kurdo; quiero recuperar la parte de mis raíces que me falta y que me une más a mis abuelos", dice Cansu.

Ambos casos cuentan con cinco idiomas en juego. Y en ambos sale perdiendo aquel de habla minoritaria. ¿Casualidad o síntoma? La mayoría de padres en estas situaciones reconocen que sus hijos no están suficientemente expuestos al idioma con menos hablantes o incluso a aquel que no corresponde a su país de residencia. Eso hace que muchos se pregunten si realmente es posible el plurilingüismo o si hablamos de poliglosia, donde un idioma tiene status de prestigio frente a los otros que son relegados a situaciones socialmente inferiores y limitadas, en su mayoría, a la oralidad.

Ayuda en la red

  • www.bilingualreaders.es es la web de una editorial, dedicada a publicar libros en inglés y español para niños. Iñigo Gil, co-creador del proyecto junto con su pareja Deanne (estadounidense), lo tiene claro: "Frente a lo que muchas veces se cree, sobre todo en Occidente, crecer en un entorno monolingüe no es lo habitual. El bilingüismo es una realidad, un hecho del que aprovecharnos para beneficiar a nuestras familias". Bilingual Readers ofrece opciones de lectura padres e hijos en sendos idiomas. Una de sus recomendaciones: Consigue que tu hijo sea bilingüe, de Bárbara Zurer.
  • www.spanglishbaby.com Bajo el lema Raising Bilingual Kids (educando a niños bilingües) esta web se orienta al consejo práctico a padres en apuros. Creada por dos periodistas latinas y madres de niños bilingües (español-inglés), organizan un foro de debate donde p
    uedes exponer tu caso. Y si buscas ayuda profesional, los miércoles es el día de Pregunta a un experto.
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