Dímelo dibujando
La escena se repite en muchísimas películas: un psicólogo infantil observa cómo un niño pinta en un dibujo sus problemas internos.
Quizá por esta imagen mediática, muchos padres intentan psicoanalizar a sus hijos con el primer dibujo de monstruos que descubren en el cuaderno del colegio, mientras que otros minimizan lo que sus hijos expresan con ceras de colores. Efectivamente, un dibujo infantil puede ser un libro abierto de la psique del niño… pero siempre que se apliquen criterios profesionales propios de la psicología.
Virginia Yera, psicóloga clínica y psicoterapeuta, explica que “el dibujo es un modo de comunicación: los niños de entre 4 y 10 años dibujan de manera que nos hacen más identificables los objetos. Y también es un medio para descifrar el estado psíquico de una persona”. Por eso, Yera aclara: “Los psicólogos, para utilizar un dibujo como test gráfico, debemos someterlo a normas. No podemos interpretar un dibujo ‘a ciegas’, sin saber el tamaño del papel o el número del grafito, en qué momento lo ha dibujado, a qué edad…”
Eso sí, que sólo esté al alcance de los profesionales no significa que los dibujos no digan nada: “En el dibujo pueden aparecer manifestaciones del inconsciente, o vivencias de dolor físico o psíquico”, dice Yera. Sin embargo, si hay que estar atento a lo que el niño pinta, es probable que sus dibujos causen extrañeza: formas desproporcionadas, colores inexactos… Yera asegura que “los niños se dejan impregnar por los sentimientos, por eso las exageraciones no hay que tomarlas como distorsiones, sino como la importancia que tiene para el niño ese rasgo”.
Pero ¿qué hacer, si los padres detectan un dibujo sospechoso? La psicóloga recomienda calma: “Ninguno de los elementos esenciales de un dibujo puede indicar por si solo lo que ocurre en la psique del examinado”. Por eso, antes de ir al especialista, lo más indicado para los padres es “hablar de ese dibujo con el niño, qué le sugiere, si le gusta o asusta, por qué lo ha pintado… Podemos encontrar un dibujo monstruoso ¡pero que sólo es un malo de los dibujos animados! Debemos fijarnos en la actitud cuando pinta, especialmente si varía de lo acostumbrado: si colorea con excesiva fuerza… Eso nos puede dar pistas de que algo le está ocurriendo al niño”, aclara Virginia. Lo mejor que pueden hacer los padres es estar atentos, y descubrir lo que sus hijos les dicen pintando.