Dislexia: ni despistados ni perezosos
La dislexia es una dificultad para asociar letras y fonemas que padece un 10% de la población; de los cuales el 90% lo desconoce. A partir de los 8 años, es posible detectarla y comenzar a corregirla.
Por Gema Eizaguirre
Estamos habituados a clasificar y calificar todo de manera automática, cosas y también personas, la mayoría de las veces sin ninguna base objetiva. Si a alguien le cuesta más de lo normal hacer alguna labor, por lo general, pensaremos que es lento, no pone atención o es un poco vago. De igual modo, si a un niño o una niña les cuesta leer o escribir correctamente será porque es despistado, perezoso…
Esto sucede con los menores que sufren dislexia, se les tilda de vagos cuando en realidad padecen una dificultad para aprender a leer y escribir, por lo tanto al asociar letras con fonemas. “El origen de esta dificultad es una alteración en ciertas conexiones cerebrales que afectan al procesamiento fonológico. Se trata de una dificultad específica porque el resto de aprendizajes no tienen por qué verse afectados. De hecho, muchos niños con dislexia destacan en otras capacidades como la informática, la geometría, etc.”, señala Fernando Cuetos, catedrático de Psicología del Lenguaje en la Universidad de Oviedo.
Conexiones cerebrales
En el libro Dislexia. Ni despiste ni pereza (Ed. La Esfera de los Libros), Fernando Cuetos, Luz Rello y Manuel Soriano intentan verter un poco de luz sobre este hecho cercano aunque poco conocido.
“El origen de la dislexia es sencillo son alteraciones de ciertas conexiones cerebrales que afectan al procesamiento fonológico. La detección puede ser muy temprana. “A los cinco o incluso a edades más tempranas, pues cuanto antes se detecte la dislexia más fácil es conseguir una buena recuperación. Por dos razones, primera porque a menor edad mayor es la plasticidad cerebral; y segundo porque afecta a la autoestima del menor.”
Los niños que padeces dislexia puede verse afectada su autoestima, al considerarse inferiores, para evitar esto, los expertos recomiendan “conocer los puntos fuertes del niño y destacarlos”. La tecnología se ha convertido en una gran aliada tanto en la detección como en la corrección de la dislexia. “Hoy en día existen muchas herramientas que hacen que los niños con dislexia sean menos dependientes de la lectoescritura en su proceso de aprendizaje escolar. Gracias a los correctores ortográficos, los lectores de texto, las herramientas de dictado automático y los audiolibros, los niños con dislexia encuentran vías diferentes de aprendizaje”, indica Rello, licenciada en Lingüística y doctora en Informática y también autora de Superar la Dislexia (Paidós).
Precisamente ella fundó en 2016 la empresa social Change Dyslexia. Rello sabe muy bien lo que es este déficit ya que sufrió mucho por este motivo de pequeña “veía que no era como los demás”, “nunca pensé que haría una carrera”… La baja autoestima es uno de los peligros que subyace y que pueden derivar en fracaso escolar; a pesar de que ser un problema puntual, que nada tiene que ver con la inteligencia.
Rello explica cómo decírselo a un menor: “Es necesario normalizar la dificultad. Explicarle que todos somos diferentes y tenemos diferentes maneras de aprender, ni mejores ni peores. Que lo que le pasa no tiene que ver con la inteligencia, es muy frecuente y no es una enfermedad. Y que tendrá que hacer un esfuerzo extra porque la escuela se basa en lo que a él le resulta más difícil, la lectoescritura, pero que puede llegar a ser lo que quiera en la vida, y que pasada la etapa de la escuela todo le resultará más fácil. Y también dejarle claro que tiene nuestro amor y apoyo incondicional”.
En las escuelas se van introduciendo sistemas de detección como es el caso de la Comunidad de Madrid donde 107 centros públicos cuentan con el programa Ayuda a la Dislexia, que pone a disposición de los alumnos con dificultades de lectoescritura la aplicación informática Dytective, del que se benefician 25.000 escolares .