Educando con los juegos de mesa
Por Adrián Cordellat
Cabalgando a lomos de la innovación educativa, las metodologías activas y los nuevos conocimientos en neuroeducación, los juegos de mesa se han hecho un hueco importante en las aulas en el último lustro, acaparando cada vez más atención y reconocimiento por parte de centros educativos, docentes y padres. Seguramente porque los juegos de mesa son portadores de una de las máximas de la neurociencia: la emoción. “Sin emoción no hay aprendizaje y el juego es pura emoción y acción. El juego en general y el de mesa en particular es un recurso y metodología ideal para llevarlo al aula sea cual sea la etapa educativa. Es, y con diferencia, el mejor recurso del que disponemos los docentes”, afirma Manu Sánchez Montero, profesor de educación primaria y experto en pedagogía lúdica.
Su opinión la comparte la psicóloga y formadora en neuroeducación y juego Núria Guzmán. Según la experta, si lo que se ha dado a conocer como Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) está en auge “es precisamente porque el profesorado enseguida ve su aplicabilidad y la relación que tiene con las competencias que debe adquirir el alumnado”. En ese sentido, Guzmán considera que los juegos de mesa son en sí mismos “una herramienta de innovación educativa”, entre otros motivos porque dan protagonismo al alumno (“es él el que actúa, prueba, experimenta, reflexiona, de allí que consigamos una actitud activa); y porque el contexto de juego “consigue resaltar muchas cualidades del alumnado que no eran anteriormente percibidas por el profesor e incluso por ellos mismos, algo muy importante porque facilita el cambio, el modo de pensar del alumnado y de actuar”.
“Sin emoción no hay aprendizaje y el juego es pura emoción y acción. Es, y con diferencia, el mejor recurso del que disponemos los docentes”
Al respecto, la psicóloga cita a Platón, al que se le atribuye la afirmación de que “puedes descubrir más de una persona en una hora de juego que en un año de conversación”. “Es una frase con la que estoy muy de acuerdo. Si quieres conocer a alguien o incluso si quieres conocerte a ti mismo, ponte a jugar. Enseguida verás nuevas aptitudes, formas de enfrentarse a las situaciones, de reaccionar, sentir y actuar. Este conocimiento facilita el cambio. Y el cambio genera aprendizaje”, reflexiona.
Alumnos 100% despiertos
Afirma Manu Sánchez que, por su experiencia, cuando se saca un juego en el aula, aunque sean juegos diseñados específicamente con un fin didáctico, los alumnos “están receptivos al 100%, no hace falta motivarlos ya que conocen por experiencias anteriores que van a divertirse”. Y aunque reconoce el docente que los estudiantes “no ven el juego como un medio para aprender”, lo cierto es que a través de los juegos de mesa aprenden mucho y desarrollan habilidades que resultaría imposible trabajar en una clase magistral.
“La experiencia me ha demostrado que los grupos que habitualmente juegan en el aula son más resolutivos, mejoran la comprensión lectora y el trabajo en equipo. Incluso el jugar por jugar hace que los alumnos estén más activos mentalmente ante situaciones cotidianas”, argumenta Sánchez, que considera que en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y gracias a herramientas como los juegos de mesa, se ha pasado “del ‘aprender’ al ‘aprender a aprender’”.
«Si quieres conocer a alguien o incluso si quieres conocerte a ti mismo, ponte a jugar. Enseguida verás nuevas aptitudes, formas de enfrentarse a las situaciones, de reaccionar, sentir y actuar. Este conocimiento facilita el cambio. Y el cambio genera aprendizaje»
Conclusiones similares manifiesta Núria Guzmán, que señala también la “actitud activa” de los alumnos, que permanecen concentrados en la actividad “hasta el punto de que suena el timbre y no se levantan, quieren terminar la partida”. La psicóloga destaca además un factor diferencial de los juegos de mesa, el azar, que en su opinión reviste mucha importancia “porque permite jugar en condiciones más equitativas a alumnado con diferentes necesidades, lo que permite integrar y atender a la diversidad de alumnado que hay en un aula”.
Por último, la experta en ABJ subraya otro de los grandes valores de los juegos de mesa como herramienta educativa: el aprendizaje compartido. “Pienso que la escuela falla en algo primordial y es que el proceso de aprendizaje es una aventura que, si es compartida y llevada a cabo conjuntamente con los compañeros, se convierte en un gran aliciente. Y los juegos de mesa facilitan la relación entre el alumnado al aumentar los momentos de diversión compartidos”, argumenta.
Juegos de mesa para todo
¿Sirven los juegos de mesa para cualquier materia?, preguntamos a ambos expertos. Hay docentes que los utilizan para mejorar las capacidades lingüísticas de sus alumnos. Otros que aprovechan el potencial numérico y para los cálculos de los juegos de cartas. Otros su capacidad para desarrollar el razonamiento lógico. Las alternativas son infinitas. Y lo mejor es que los aprendizajes siempre van más allá. “No sólo podemos aprender matemáticas o geografía jugando con un juego, sino que podemos desarrollar de una forma más lúdica y creativa aspectos tan poco tratados o difíciles de tratar de forma completa en al aula como son las habilidades lingüísticas, el aprender a aprender u otras competencias clave”, explica Sánchez.
«El azar de los juegos permite jugar en condiciones más equitativas a alumnado con diferentes necesidades, lo que permite integrar y atender a la diversidad de alumnado que hay en un aula»
Núria Guzmán, por su parte, destaca el potencial de los juegos de mesa como complemento educativo comparable a una carta comodín de la que poder hacer uso en cualquier momento. “¿Para qué sirve? Pues según la realidad que nos toque vivir nos servirá de un modo u otro. La flexibilidad que nos aporta el juego permitirá adaptarnos a diferentes contextos y a diferentes situaciones grupales”, concluye.
Los docentes también juegan
“No sólo es importante que los alumnos jueguen, es muy importante que el docente juegue con ellos. Podremos demostrarles que somos personas cercanas, que nos importa ganar o perder, que queremos conocerlos y que ellos nos conozcan. Está demostrado que ser empático en el aula con los alumnos y mantener un ambiente agradable consigue mejores resultados sobre los alumnos que la férrea disciplina y la distancia con el estudiante”, afirma Manu Sánchez.
«La escuela falla en algo primordial y es que el proceso de aprendizaje es una aventura que, si es compartida y llevada a cabo conjuntamente con los compañeros, se convierte en un gran aliciente»
Y a ello, a jugar con sus alumnos, se han puesto decenas de profesores en España, en un movimiento iniciado de forma individual por algunos docentes, pero al que ahora, como reconoce Núria Guzmán, se han sumado también muchos centros e instituciones: “Ahora es el momento de las instituciones, éstas son las que están mostrando interés y están facilitando la formación de docentes. Prueba de ello es que cada vez más centros demandan formaciones relacionadas con ABJ que usa principalmente el juego de mesa como recurso”.