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El suicidio adolescente y las llamadas de atención calladas

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La adolescencia es una de las etapas más frágiles de la vida. Es un tránsito donde la soledad y la fragilidad son características nucleares. Para protegerse de ella y alejarse de los padres, el adolescente se refugia en sí mismo y en su grupo social.

 

El pasado 15 de mayo conocíamos la noticia del niño de 11 años que se lanzaba al vacío desde su casa ubicada en la localidad valenciana de Mislata. En su caso, pese a haberse arrojado desde un cuarto piso, se salvó porque cayó encima de un vehículo que amortiguó la caída. El niño sufría acoso escolar en el colegiopero sus padres denuncian que no se han tomado las medidas suficientes y que la autolesión de su hijo se podría haber evitado.

Para el doctor Sergio Oliveros, psiquiatra y fundador del Grupo Doctor Oliveros, es importante saber que «el adolescente lanza llamadas calladas de socorro que no debemos despreciar». Sin embargo, lo terrible es que tales llamadas con frecuencia no son atendidas por nadie. «Todos hemos oído a alguien decir con cierto desprecio Se ha cortado las venas, pero no es más que una llamada de atención. En efecto, es una llamada de atención, pero, lejos de ser una nimiedad, forma parte de un proceso que, de no ser atendido, puede culminar en la muerte del adolescente», advierte el experto.

 

Adolescencia, una etapa frágil

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 24 años de edad sólo superada por los accidentes de tráfico. Una cifra escandalosa que no genera la necesaria atención.  En 2015 supuso el 5% (casi 200, mayoritariamente varones) de todos los suicidios en España y, aunque no se dispone de cifras oficiales más recientes, varios índices sugieren que está en aumento.

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y 24 años.

La adolescencia es una de las etapas más frágiles de la vida. Es un tránsito donde la soledad y la fragilidad son características nucleares. Para protegerse de ella y alejarse de los padres, el adolescente se refugia en sí mismo y en su grupo social. «No es casual que juegos macabros como La ballena azul tengan estrechas similitudes con los ritos iniciáticos de sociedades tribales, sectas o colegios mayores (novatadas). El que los pasa se convierte en adulto y es aceptado por el grupo. Pero todo esto ocurre de espaldas a los adultos, no estamos invitados al juego. Eso impide que el adolescente pueda comunicar abiertamente a sus padres sus ideas y sufrimiento. Por tanto, los signos de alerta del suicidio, lo que denominamos llamadas calladas de ayuda, nunca son evidentes pero su observación y análisis puede dar la alarma a tiempo», sostiene el experto.

 

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Signos de alarma

-Menciones a la muerte, el más allá, desaparecer, no ser nada en el mundo.

-Conductas autolesivas: heridas por rascado, quemaduras, cortes.

-Síntomas depresivos: aislamiento, llanto, tristeza, irritabilidad, falta de apetito, bajo rendimiento académico, apatía, indecisión, ideas de culpa y vergüenza.

-Cambios en la conducta: conducta errática, inquietud, falta de concentración.

-Cambios en el sueño: insomnio nocturno e hipersomnia diurna, pesadillas.

-Disminución del peso.

-Ideas de desesperanza: las cosas no pueden mejorar hasta que no esté.

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El momento crítico lo suele marcar una mejoría súbita del estado de ánimo pues suele señalar que la decisión está tomada y la tentativa va ser inmediatamente ejecutada. «Sean 13 o 50 las razones, como en la serie televisiva y el juego de La Ballena Azul, podemos concluir que el suicidio adolescente no es nunca un hecho aislado, sino la culminación de un proceso que incluye intentos fallidos, por parte del adolescente de hacer notar al entorno, sobre todo a los adultos -y, principalmente, a los padres- que necesita ayuda. Cualquier llamada de atención requiere toda nuestra dedicación, incluso cuando tenga un carácter manipulador en apariencia», advierte Oliveros.

Desatender estas señales, actuar como si no pasara nada, hace que el adolescente caiga en la desesperación más profunda. «Es en ese estado en el que uno puede dejarse reclutar en juegos como La ballena azul o el Abecedario, entiende que no merece vivir y es cuando da la bienvenida a la tortura que otros ejerzan sobe él. Si uno no existe para nadie, no existe para sí mismo. Con el tiempo el adolescente se abocará al suicidio como una agresión póstuma a todos aquellos que no repararon o que indujeron su dolor como en la serie 13 Razones», razona el psiquiatra.

Por otra parte, «el manejo de las ideas de suicidio en un adolescente requiere una actitud comprensiva y receptiva, así como una valoración especializada minuciosa inmediata que incida en el desarrollo longitudinal del cuadro. Los síntomas depresivos graves deben ser abordados con antidepresivos vigilando el empeoramiento de las ideas de suicidio a corto plazo propio de esta población con estos fármacos. Cuando no se pueda asegurar la integridad física del paciente en el marco ambulatorio se procederá al ingreso psiquiátrico táctico», explica.

Por último, el experto advierte que es imprescindible el abordaje psicoterapéutico que debe incidir sobre los aspectos desadaptativos del adolescente, crear una relación de confianza y seguridad y reforzar la confianza en sí mismo. «En general, es recomendable alejar al paciente de las redes sociales y del teléfono para eliminar el eventual ciberacoso. La coordinación familia, colegio, psiquiatra y psicólogo es esencial», concluye.

 

 

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