Enfermedades crónicas en el colegio: ¿Cómo manejarlas?
Por Olga Fernández
Alba Ruíz (8 años) es alérgica a los frutos secos, un alimento que le produce una fuerte reacción: erupción, picor de boca, tos y asma. “En una ocasión tuvimos que llevarla a urgencias porque no podía respirar y el pediatra dijo que era anafilaxia, la reacción más grave en este tipo de alergias y que debíamos tener en casa una autoinyección de adrenalina como medicación de emergencia”, cuenta su madre. El temor de estos padres surgió cuando lo comentaron en el colegio: “Les explicamos el problema y les llevamos el informe médico y la autoinyección, pero el profesor nos comentó que él no estaba obligado a administrar la inyección, que en caso de reacción tendrían que llevarlo al centro de salud más cercano”.
Esto provocó que buscaran otro colegio con enfermero que asegurara la administración de la inyección en caso de emergencia. Pero no siempre es así, los centros educativos cada vez están más concienciados con las enfermedades crónicas de los niños, por eso es tan importante informar al centro. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) recomienda hablar con el colegio y aportar el informe médico, un plan escrito de actuación en caso de emergencia, la medicación y una autorización escrita para que puedan administrarla. Además, insiste en que los padres controlen la caducidad de los medicamentos que se dejan en el colegio.
Alergia a alimentos
El número de niños con alergias aumenta un 2% cada año en España, según datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), que prevé que en las próximas décadas el porcentaje de niños con alergias en países desarrollados será del 50%. Un estudio llevado a cabo en EE.UU y publicado en la revista de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica confirma el aumento de la anafilaxia (reacción alérgica grave que necesita ayuda inmediata) inducida por alimentos en los últimos años.
“En muchos de estos casos, los problemas se hacen mayores cuando el niño llega al colegio, donde puede haber accidentes o descuidos que conduzcan a una crisis. Por ello es imprescindible crear un entorno que garantice la seguridad e integridad de estos alumnos”, asegura el doctor Carlos Sánchez Salguero, coordinador del Grupo de Trabajo de Anafilaxia de la SEICAP.
«Según datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), se prevé que en las próximas décadas el porcentaje de niños con alergias en países desarrollados alcance el 50%»
Las alergias alimentarias más frecuentes en los niños, que son las que más pueden causar la anafilaxia, suelen ser las de la leche, huevo, frutos secos y pescado. Las mejor forma de evitar esta situación es que el niño no tome el alimento, pero en ocasiones se producen ingestas accidentales. Por eso es tan importante llevar al colegio la medicación de emergencia: dispositivo autoinyectable precargado de adrenalina para tratar la anafilaxia.
Un estudio publicado en la revista del Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología dice que hasta el 25% de los eventos anafilácticos ocurren por primera vez en la escuela y advierte de la importancia de que las áreas de enfermería de los colegios cuenten con autoinyectores de adrenalina para atender los casos de urgencia. Según recomienda la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), los profesores del niño con este tipo de alergias deben difundir al resto del personal el problema del pequeño, además de realizar actividades en el aula para conseguir la colaboración y solidaridad de los compañeros del niño y disponer de la medicación de emergencia accesible pero en sitio seguro y junto a los informes médicos.
A través de la “Guía AEPap para Centros Docentes” se ofrecen una serie de recomendaciones para los profesores: por ejemplo, las situaciones de mayor riesgo para los niños alérgicos a alimentos son el comedor escolar, el desayuno, las excursiones, los campamentos, los cumpleaños, celebraciones, talleres de cocina, manualidades y actividades extraescolares; deben tener especial cuidado con los intercambios de comida, platos, vasos o cubiertos que puedan hacer los niños con sus compañeros; y evitar contaminar la comida del alérgico con otros alimentos.
«Hasta el 25% de los eventos anafilácticos ocurren por primera vez en la escuela, de ahí la importancia de que las áreas de enfermería de los colegios cuenten con autoinyectores de adrenalina para atender los casos de urgencia»
Niños con asma y diabetes
El inicio del curso puede ser una época especialmente difícil, porque el pequeño tiene contacto con un mayor número de alérgenos desencadenantes en el aula (polvo, ácaros), que ha permanecido cerrada durante los meses de verano. Por eso, desde la SEICAP insisten en que volver a tomar la medicación preventiva tras la vuelta de las vacaciones puede contribuir a reducir el riesgo de crisis asmática en las primeras semanas del curso escolar.
En caso de que el niño sufra una crisis asmática, la “Guía AEPap para Centros Docentes” recomienda administrar el broncodilatador de acción rápida (cuatro puffs), esperar diez minutos y, si no mejora, administrar otros cuatro puffs. Acudir al centro sanitario más cercano o llamar al 112 si no mejora.
«Los profesores del niño con este tipo de alergias deben difundir al resto del personal el problema del pequeño, además de realizar actividades en el aula para conseguir la colaboración y solidaridad de los compañeros del niño y disponer de la medicación de emergencia accesible pero en sitio seguro y junto a los informes médicos»
Para los niños con diabetes, es conveniente que todo el personal docente del centro sepa qué hacer en caso de emergencia y dónde está la medicación. En ocasiones, estos pequeños pueden necesitar ingerir algo de alimento fuera de las horas de comida para evitar las hipoglucemias y también es posible que necesite inyectarse insulina en clase, por lo que sus profesores deben estar al tanto de su diagnóstico y facilitarle sus cuidados.
Formar a los profesores
Desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica se reclama la existencia de protocolos de actuación para que el personal escolar esté formado y coordinado con el personal sanitario en la atención de posibles emergencias. Un ejemplo es el programa “Alerta Escolar”, impulsado por pediatras alergólogos miembros de SEICAP en Baleares y que hasta ahora ha obtenido buenos resultados. Con él, el personal educativo sabe cómo actuar ante una reacción alérgica gracias a los conocimientos adquiridos y a la ayuda de los servicios de emergencias que tienen un registro del historial completo de cada alumno diagnosticado.
También en Andalucía se lleva a cabo el “Programa Aire”, una iniciativa del 061, que cuenta con la colaboración de pediatras alergólogos, y está dirigida a pacientes asmáticos y a alérgicos a alimentos. Mediante este programa se forma al profesorado en la actuación en emergencias vitales y se fomenta la prevención de crisis.