Excelencia internacional
Algunos de los mejores alumnos madrileños estrenan este curso el Bachillerato de Excelencia en un céntrico instituto de la capital. Se trata de una iniciativa para diversificar la oferta y restaurar el prestigio en la escuela pública. Repasamos otras estrategias de selección académica emprendidas a nivel internacional.
Marcando frontera entre los castizos barrios de Malasaña y Chueca, en pleno epicentro de la modernidad madrileña, se alza el IES “San Mateo”. Un bloque de ladrillo rectilíneo que la Consejería de Educación ha acondicionado este verano para reconvertirlo en el primer instituto de España que congregue a la flor y nata del alumnado preuniversitario. Allí acudirán a clase 137 chavales (72 chicas y 65 chicos) divididos en cinco grupos, cuatro de Ciencias y uno de Humanidades. Todos con una media de más de 8 en ESO y seleccionados a partir de las 300 solicitudes recibidas desde junio.
El Bachillerato de Excelencia –o “exigencia”, como prefiere llamarlo la presidenta regional Esperanza Aguirre– arranca este curso con el fin de ampliar el horizonte formativo de los estudiantes que más han brillado en su tránsito por la enseñanza obligatoria. Se trata de juntar a los más capaces (o estudiosos) en un mismo espacio y plantearles retos académicos que expriman su potencial como sería imposible hacer en aulas que desplieguen aptitudes y actitudes heterogéneas.
En último término, la intención de la consejería madrileña es diversificar la oferta de la escuela pública, tal y como se ha conseguido con la introducción masiva del bilingüismo en la red de centros de titularidad regional. Y, de paso, devolver al instituto como entidad educativa el prestigio que muchos consideran erosionado tras décadas de igualitarismo a ultranza.
Desde que fuera anunciado en campaña electoral la pasada primavera, el proyecto ha cosechado tantas críticas como elogios. Segregadora para algunos, cargada de sentido común didáctico para otros, la iniciativa nace como experiencia piloto que, en caso de éxito, podría expandirse a partir del próximo año. Bien creando otros centros de élite similares, bien implantando programas específicos reservados a los mejores estudiantes en institutos regulares.
Notas más altas
Esta última opción –acelerar el aprendizaje de los que obtienen notas más altas sin desligarlos físicamente del resto de alumnos de su edad– ha sido puesta en marcha por algunas comunidades autónomas como Galicia, Cataluña o Andalucía. Se trata también del recurso utilizado por varios estados que suelen situarse a la cabeza del mundo desarrollado en las evaluaciones internacionales, caso de Finlandia o Canadá.
Tampoco escasean los sistemas educativos donde, desde hace tiempo, existen centros públicos que filtran a su alumnado a través de estrictos criterios de admisión. En la mayoría de los países anglosajones –cuyas bondades educativas no se cansa de repetir Esperanza Aguirre–, la Pública cuenta con escuelas sólo aptas para estudiantes con calificaciones muy por encima de la media. Las grammar schools británicas atesoran siglos de rigor académico y dura competencia en el acceso. En EEUU, las magnet schools atraen (magnetizan, como su propio nombre indica) a los adolescentes más dotados para la física o las lenguas clásicas, pero también a talentos emergentes en la danza, la interpretación o las artes visuales. Algunas sólo aceptan a un 10 o 15% de las solicitudes que les llegan anualmente.
En el lejano oriente, los alumnos de un buen número de naciones están habituados a luchar por una plaza en los institutos públicos de mayor alcurnia, aquellos que allanan el camino hacia las universidades con más demanda. Así ocurre en China, Japón, Corea del Sur o Singapur. En estos países, resulta común que el pupilo pueda adaptar el currículum general a su propio ritmo de estudio, de manera que no es infrecuente encontrar en la universidad a alumnos aún imberbes.
Y en Europa, Francia alardea de sus lycées d´excellence como la guinda de la Educación republicana, mientras que en los gymnasium alemanes (y en sus réplicas repartidas por toda Centroeuropa) se respira una atmósfera de orgullo, esfuerzo y pasión por el saber.
Gran Bretaña
Concebidas en la Edad Media para enseñar lenguas clásicas, las grammar schools británicas derivaron en la segunda mitad del siglo XX hacia un formato de escuela pública reservado para el 25% de alumnos de 11 años con mejor expediente. Aunque muchas desaparecieron durante la revolución igualitaria de los años 60 y 70, aún existen más de 160 en Inglaterra y casi 70 en Irlanda del Norte. Allí se enseña un currículo de corte académico mucho más exigente de lo habitual. El actual gobierno conservador ha anunciado que impulsará las grammar schools durante su mandato.
Francia
Los 95 lycées d´exce-llence repartidos por todo el territorio galo sólo aceptan a alumnos de Bachillerato que hayan obtenido más de un 17 sobre 20 de media en la Secundaria obligatoria. Otros factores a tener en cuenta en la admisión son la cercanía del alumno al centro y que este destaque sobremanera en un área específica como Lengua o Matemáticas. El 2008, Francia puso en marcha los conocidos como internats d´exce-llence, institutos de régimen interno en los que alumnos destacados de entornos desfavorecidos pueden aplicarse en una atmósfera favorable al estudio.
Alemania
Con uno de los sistemas que diversifica a edades más tempranas, el país germano obliga a sus estudiantes a optar por un itinerario formativo a los 10 o 12 años. Los gymnasium son la crème de la crème del modelo teutón en Secundaria: instituciones con la vista puesta en la universidad que exigen a sus alumnos ocho años de sacrificio académico en un ambiente sumamente competitivo. Se calcula que uno de cada cuatro adolescentes alemanes acude a un gymnasium, siendo su rendimiento medio en el informe PISA uno de los más altos del mundo.
UU.EE.
Aunque nacieron en los años 60 con el objetivo de atenuar la segregación racial en las escuelas de EEUU, muchas magnet schools se han granjeado con el tiempo un enorme prestigio y utilizan actualmente estrictos criterios de selección. Están especializadas en un área concreta para atraer a alumnos de diversa procedencia que compartan intereses comunes. Algunas sólo aceptan a no más de un 15% de los pupilos que solicitan plaza en ellas. Un buen número de centros normales han incluido programas magnet en su oferta.
Australia
El estado de Nueva Gales del Sur –el más poblado de Australia, capital Sydney– implantó a mediados del pasado siglo una tipología de instituto público con un nombre que arroja pocas dudas: selective schools (escuelas selectivas). Se trata de unos 30 centros con 3.600 plazas en primer año por las que compiten más de 13.000 alumnos cada curso. En 2005, de las 10 escuelas de Secundaria con mejores resultados en el estado, ocho eran selective. Los requisitos de acceso combinan las notas de Primaria con un examen de acceso similar a un test de inteligencia.
Singapur
Uno de los estados que más brillan en las evaluaciones internacionales ha establecido diversos mecanismos para sacar e
l máximo potencial a los alumnos que demuestren mayor capacidad. En Primaria, el Programa Superdotados agrupa al 1% de niños de nueve años con mejor puntuación en un examen creado al efecto. Y en Secundaria, el Programa Integrado permite avanzar de curso sin límites cronológicos e incluso empezar la universidad años antes de lo previsto. Más aún, los institutos públicos separan a los alumnos a los 12 años según sus habilidades.