¿Fracaso escolar?
Uno de los objetivos prioritarios de cualquier centro educativo es aportar los apoyos necesarios a cada alumno para evitar el fracaso escolar. No obstante, es necesario tener clara la diferenciación entre fracaso escolar y bajo rendimiento académico con el fin de tratar este fenómeno con el máximo rigor posible en cada caso.
No podemos encasillar a todos los alumnos que no obtienen resultados suficientes en sus estudios (nota de 5 ó más) como alumnos con fracaso escolar. El fracaso escolar se da en aquellos alumnos cuyos potenciales intelectuales en general o en un área concreta le permiten obtener resultados suficientes (de 5 a 10) en la o las diferentes materias y no los obtienen. En estos casos efectivamente se produce un fracaso escolar porque sus resultados no son satisfactorios, es decir, no hay una correlación entre sus potenciales intelectuales y su rendimiento académico. En estos casos siempre hay unas causas, que hay que averiguar, que son la razón del mal rendimiento.
Una vez detectadas estas causas, si se da el tratamiento adecuado, se suele corregir con cierta facilidad este fracaso.
Otro enfoque radicalmente diferente se le debe dar a aquellos alumnos cuyos potenciales intelectuales son cortos y no le permiten superar los contenidos que abarcan determinada o determinadas materias. A estos alumnos no se les puede incorporar al cómputo de alumnos con fracaso escolar, ya que casi siempre logran obtener resultados satisfactorios aunque no superen el suficiente (de 5 a 10) según los baremos de evaluación establecidos. Estos alumnos no fracasan, es que no pueden.
En estos casos el enfoque educativo e instructivo es diferente al de alumnos con potenciales altos. Se trata de establecer unos mínimos normativos que abarquen los contenidos estrictamente necesarios y que éstos sean los conocimientos que se les exige a estos alumnos, pues son los que realmente pueden lograr. Se acabó, y nunca debió existir, aquello de “el que quiere puede”. Es una afirmación radicalmente falsa y generadora de graves conflictos.
Para facilitar el aprendizaje a cada uno de estos alumnos se les debe incorporar en clases de apoyo y programarles unas sencillas actividades de retroacción. Quizás los que hacen estudios estadísticos no tengan en cuenta esta diferenciación y por lo tanto los datos que nos aportan sobre el fracaso escolar no sean del todo ciertos.
Los centros educativos y las familias deben disponer de la información necesaria que les facilite conocer las potencialidades intelectuales en cada rasgo aptitudinal, para adecuar los niveles de exigencia a la singularidad del alumno.
Pretendemos dejar claro la radical diferencia entre fracaso escolar y bajo rendimiento académico.