Intervengamos, pero en su interior
«Sin tetas no hay paraíso». El título de esta nueva serie de televisión es sólo un ejemplo de la cantidad de mensajes alusivos a la «perfección» física a la que nuestros adolescentes se enfrentan cada día.
Autor: Marta Sahelices
Que España sea el país que encabeza las listas de operaciones de cirugía estética en Europa no ayuda demasiado a la hora combatir otra estadística mucho más preocupante: se estima que el 10% de las intervenciones realizadas al año se practican en menores de 18 años. En ocasiones, ante el riesgo de un mal que consideramos mayor (problemas de adaptación, sociabilidad, etc.), los adultos accedemos por miedo a cuestiones tan relevantes como ésta sin analizar la situación en profundidad.
Problemas psicológicos
Según explicó el presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética, Antonio Porcuna, durante la I Reunión de Nuevas Tecnologías en Cirugía Plástica, las operaciones en menores pueden provocar graves secuelas debido a la falta de “madurez” física y psicológica del paciente.
No pocos psicólogos advierten que esta necesidad en los chicos de cambios externos enmascara problemas psicológicos y emocionales preocupantes, como la falta de autoestima o, en menor medida, un desajuste denominado trastorno dismórfico corporal, muy cercano a la anorexia o la bulimia y que se caracteriza por la preocupación exagerada por los defectos físicos, ya sean verdaderos o imaginarios.
Tampoco podemos olvidar que los medios de comunicación y la publicidad piensan únicamente en el público objetivo al que van dirigidos sus productos y no valoran la influencia que tendrán en el resto de agentes que los reciben, como los adolescentes, que en esta etapa madurativa se enfrentan a dos procesos fundamentales: el logro de la autonomía y la formación de la identidad. Desde la distancia y la madurez, este tipo de informaciones pueden parecer inofensivas e insustanciales, pero, si aplicamos un poco de empatía a estas situaciones, un adolescente de 15 años es vulnerable y no posee la experiencia personal suficiente para enfrentarse de manera eficaz y responsable a ellas. Y ahí es donde el papel de los progenitores adquiere mayor relevancia: hemos de marcar las reglas, los valores y los límites necesarios.
Amor propio
Los padres debemos aplicar roles adecuados en el hogar que ayuden a nuestros hijos a manejar conceptos como amor propio –bien entendido, por supuesto–, autoestima o valía personal por encima de otros menos relevantes como la belleza física y la apariencia. Además, siempre debemos desconfiar de cualquier profesional, ya sea psicólogo o cirujano estético, que no vea ningún tipo de inconveniente a una intervención realizada a un menor, ya que la mayoría de especialistas coinciden en la necesidad de una regulación legal para estos casos y no son partidarios de realizar operaciones a menores de 18 años.
LEGISLACIÓN |
En España, la Ley de Autonomía del Paciente obliga a los especialistas a contar con el consentimiento de los padres para practicar operaciones de cirugía estética a menores.
Ahora bien, a partir de los 16 años un adolescente podría someterse a una intervención sin este consentimiento si el doctor considerase que tiene suficiente madurez (eso sí, los padres podrán ser informados, e incluso se tomará en cuenta su opinión si existiese algún riesgo para la salud del chico). Ante la gravedad de esta especie de ‘vacío legal’ y la proliferación de operaciones a menores de 18 años con consentimiento de los progenitores, las administraciones comienzan a preocuparse y buscan soluciones de urgencia, como la propuesta por la Junta de Andalucía, quien tramita el borrador de un decreto que regulará las operaciones de cirugía estética entre los adolescentes: antes de someterse a cualquier intervención, deberá realizarse un informe psicológico que certifique la madurez del solicitante y éstos tendrán que estar informados en todo momento de la tasa de riesgo y los efectos secundarios de la intervención. |