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Juan Lucas Onieva: “Es esencial manifestar y verbalizar las emociones”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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‘Cuentos con emoción’ ayuda a padres y docentes a identificar y gestionar las emociones de niños y jóvenes a través de veintinueve historias. “Las emociones en la educación son más que una moda”, asegura su autor.

Por Javier Peris

Los últimos estudios han contado hasta 32 emociones diferentes. Cuentos con emoción contiene 29 relatos, cada uno de los cuales va acompañado por una ilustración y cinco actividades o preguntas didácticas para que los más jóvenes, con el apoyo de sus padres, tutores o docentes, puedan reconocer, expresar y gestionar sus emociones de forma positiva. Los cuentos, con un trasfondo educativo, narran historias cotidianas donde niños y niñas viven experiencias curiosas y reales, con distintos tipos de familias, y donde la intriga y la sorpresa juegan un papel protagonista. JuanLucas Onieva es doctor en Educación y máster en Innovación educativa. Ha impartido clases en Puerto Rico, Corea del Sur y España, y actualmente en la Universidad de Málaga. Es coautor, junto a Eugenio Maqueda, de Cuentos con emoción (Desclée De Brouwer, 2019).

Las emociones están de moda, también en el ámbito educativo. ¿Por qué?

Creo que es más que una moda. Los avances en las neurociencias están confirmando la importancia de las emociones en el día a día, porque convivimos permanentemente con ellas. Para conocer y procesar mejor este abanico de sentimientos es importante que sepamos definirlas, para lo cual debemos utilizar un lenguaje rico y expresivo.

¿La emociones son buenas, malas o regulares?

Simplemente son necesarias. Una emoción tan sencilla y básica como el asco, pero también desagradable, nos puede salvar la vida ante un alimento en mal estado.

¿Cuáles son las más importantes para los niños y jóvenes?

Hay unas emociones básicas: alegría, tristeza, asco, sorpresa, miedo, ira… Se les llama primarias, mientras las secundarias estarían más sujetas a circunstancias concretas: calma, culpa, celos, preocupación, soledad…

¿Qué busca la educación emocional y qué medios se usan?

Lo principal es aprender a reconocerlas en uno mismo: qué sentimos y por qué. A partir de ahí hay que evitar los extremos: el enfado o la excesiva alegría, por ejemplo. Hoy existen materiales didácticos muy prácticos para que padres y docentes ayuden a niños y jóvenes a identificar y gestionar las emociones.

¿Es el ámbito escolar el más proclive a manifestar las emociones?

Sin duda. La escuela constituye todo un mundo, un pequeño mundo, en el que además hay muchos que están a disgusto. Los propios profesores a veces no saben cómo responder ante la ira o la rabia de los alumnos. En la propia universidad, donde trabajo, se observa diariamente esta explosión de emociones.

¿Y cómo hay que responder?

Sobre todo hay que escuchar, saber escuchar y fomentar así la expresión de esas emociones. Es esencial verbalizarlas, expresarlas. Yo recomiendo para ello escribir un ‘diario de emociones’; un instrumento que no debe ser usado para evaluar ni calificar sino para aprender a conocerse con la ayuda de padres y docentes. También de forma oral y en grupos hay actividades tremendamente provechosas que provocan testimonios de una sinceridad y compañerismo insospechados.

¿Cómo educar en las emociones en la familia?

Es un entorno muy delicado. He visto a muchos padres que descubren que no conocen a sus hijos, y viceversa. Precisamente el cuento facilita el acercamiento de padres e hijos porque se van conociendo de una manera amable y con cierta distancia emociones que de repente reconocen en sus propias relaciones.

¿Son los padres conscientes del papel de las emociones?

Los padres, como los docentes, necesitan formarse en el manejo de las emociones. De la misma forma que se acostumbran a gestionar las emociones en su vida de pareja, hay que esforzarse por hacer lo propio en la relación con los hijos. Y, como he recalcado antes, hay que empezar por saber escuchar.

¿Pueden colaborar escuela y familia?

Todo centro educativo también es de los padres y para los padres. Hay cursos y talleres de formación en los que participan juntos padres, docentes y jóvenes, pero estas actividades deberían estar más extendidas.

Hablemos de los cuentos. ¿Es la ficción especialmente adecuada para educar en las emociones?

Por supuesto, pero como curiosidad le diré que de los veintinueve relatos sólo dos son ficticios. El resto reflejan situaciones reales vividas e historiadas de forma que sirvan para reflexionar, reconocer las emociones y aprender a gestionarlas.

Aun así, no parece una tarea fácil.

De entrada educar las emociones puede parecer estresante. Treinta jóvenes delante de ti sentados, inquietos… Tenemos claro el objetivo pero es más decisivo el cómo. ¿Cómo mantener la atención, la motivación…? ¿Qué necesitan en concreto estos alumnos? Pues bien, dentro de esta complejidad los niños al final tienen ganas de saber y los docentes, de enseñar, y para que elencuentro sea exitoso es imprescindible un ambiente de convivencia. Primero, convivencia; luego, todo lo demás. En otros países, como los nórdicos, cuidan hasta la forma de situar mesas y sillas en el espacio del aula.

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