fbpx

¿Juegan suficiente los niños?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
0

Natalia, desde su doble faceta de madre y maestra, ha planteado esta pregunta por e-mail a PADRES. Hemos consultado con distintos psicólogos y todos están de acuerdo en lo que Javier Urra, psicólogo y primer Defensor del Menor explicaba hace unos días a un grupo de padres de un colegio: “Los niños tienen que volver a ganar la calle”.

Según la Declaración de los Derechos del Niño, adoptada en la Asamblea General de la ONU, “El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones que deberán estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación. La sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho”.

Pero no nos engañemos. El juego es divertido, placentero, voluntario y, lo más importante, es libre. No es obligatorio. No consideremos juego a las clases de fútbol o de ballet por mucho que le gusten a los niños. El juego libre precisa de un tiempo largo y sin estructurar para que sea enriquecedor.

Los niños juegan menos que antes y como consecuencia muchos de ellos presentan carencias emocionales y sociales. La ciudad actual no está pensada para los niños, sin lugares donde puedan reunirse espontáneamente a jugar. Además, tienen pocos hermanos, no conocen a sus vecinos y las viviendas son pequeñas. A esto se unen las actividades extraescolares, la tele y los videojuegos. Por otro lado, los adultos percibimos que jugar por jugar es una pérdida de tiempo y que hay que aprovechar para aprender algo útil.

Beneficios del juego

En la primera infancia, través del juego el niño consigue un mejor control de su cuerpo, desarrolla su musculatura gruesa y fina, crea fuerza, paciencia y perseverancia. Tal y como explica la psicóloga Melita Cutright en su libro Crecer seguro, en el plano emocional, fomenta el desarrollo al “ofrecer al niño la posibilidad de expresar sus sentimientos y le permite aprender a compartir, cooperar y negociar y se da cuenta que perder es una parte de la vida igual que ganar”.

En definitiva es una actividad completamente necesaria para un crecimiento sano, fundamental para el desarrollo psicomotriz, cognitivo y afectivo social del niño. Como explica a PADRES Marta Moreno, psicóloga infantil ,“el juego además de ser la actividad preferida de los niños, ayuda a desarrollar sus funciones psicológicas, físicas y sociales, haciendo que conozcan el mundo exterior y tomen conciencia de éste, afianzando así, su propia personalidad”.

Para ser considerado como tal tiene que tener un fin en sí mismo y proporcionar diversión en lugar de utilidad. Carece de la estructura y organización que tiene un pensamiento ‘serio’, aunque en realidad para el niño muchas actividades no lúdicas no se diferencian del juego.

El juego es evolutivo y se va desarrollando en diferentes niveles. En un primer nivel se desarrolla la psicomotricidad, el control visoespacial, la orientación, el manejo de los sentidos, el control muscular, la coordinación, el ritmo. Por eso los juegos de ejercicio favorecen conceptos como derecha, izquierda, delante, detrás, arriba, abajo, cerca, lejos, que les ayudan a orientarse en el espacio y a ajustar más sus movimientos.

En el desarrollo intelectual, interviene la estimulación del entorno. Aquí, entra favorecen conceptos como derecha, izquierda, delante, detrás, arriba, abajo, cerca, lejos, que les ayudan a orientarse en el espacio y a ajustar más sus movimientos.

En el desarrollo intelectual, interviene la estimulación del entorno. Aquí, entra en escena el juego simbólico, ya que favorece situaciones de exploración y control de la realidad sin riesgos. En este proceso, el niño integra los nuevos aprendizajes y asimila las situaciones y relaciones que observa en el mundo que le rodea. Esto despierta el desarrollo de la creatividad, la teoría de la mente, la comprensión de las reglas sociales y la resolución de problemas más complejos. Facilita el encuentro con los otros porque para los niños es uno de los actos socializadores por excelencia.

El juego es espontáneo, libre, no ofrece posibilidad de fracaso y se aleja de lo cotidiano, de la realidad y de las reglas de la rutina diaria. Permite a la persona ser libre y decidir ante situaciones ficticias sin que pase nada. Permitir que el niño explore con sus propias reglas favorece el desarrollo de la capacidad creativa y la capacidad para resolver conflictos.

Jugar permite ponerse en el lugar del otro, ya que es hacer un ensayo de la realidad para de forma voluntaria actuar como si fuera otra persona. Esta empatía aprendida en edades tempranas evitaría la falta de compasión que se está detectando en algunos adolescentes.

Papel de los padres

Jugar con nuestros hijos, según los expertos, es tan importante como una buena alimentación. Raquel López, psicóloga estima que “éste es un aspecto de la relación familiar habitualmente descuidado, pero que puede llegar a ser de inestimable ayuda, por ejemplo, para capear con mayor estabilidad la turbulenta etapa adolescente”. Hay algunas claves para jugar bien con nuestros hijos:

  • Capacidad de observación, escucha y empatía para conocer a los hijos y saber sus necesidades y juegos preferidos, no los nuestros.
  • Reírse de uno mismo y vencer el sentido del ridículo. Los niños necesitan que nos pongamos a su nivel y les hagamos reír.
  • Planificar el tiempo y elaborar un listado de prioridades de modo que haya tiempo para el juego.
  • No darle al niño todo hecho. Jugar para él.
0
Comentarios