JUGAR CON FUEGO. Sin control, el regalo preferido se puede convertir en una amenaza
La retirada de las tiendas de varias partidas de juguetes por la compañía Mattel ha prendido la luz de alarma en muchos padres. ¿Corren peligro tus hijos? Sí, hay un riesgo, pero se puede controlar – nunca extinguir completamente – siguiendo unas pautas determinadas de vigilancia tanto en el momento de la compra del juguete como en el disfrute de éste por el niño
Autor: ÁNGEL PEÑA
Hay algo muy serio, trascendental incluso, en un niño que juega. Y en las herramientas que utiliza para ello. Víctor Hugo decía que “cuando el niño destroza su juguete, parece que anda buscándole el alma”. El niño puede pasar horas concentrado en un mundo a su medida.
Es más, debe hacerlo. Sonia Rivas, profesora del Departamento de Educación de la Universidad de Navarra, recuerda que la “infancia está para jugar; el juego es la fuente de aprendizaje, ya que permite investigar y conocer el mundo, el niño se enfrenta con las situaciones, dominándolas y adaptándose a ellas”.
Sin embargo, ni siquiera en ese espacio privilegiado su frágil constitución está a salvo de peligro. Sin la adecuada atención de los adultos, ese juguete que parece iluminarle el rostro puede convertirse en su enemigo.
El Public Interest Research Group de EEUU dividió recientemente en un informe estos peligros en cuatro categorías: asfixia, imanes, plomo y químicos tóxicos. Desgraciadamente, todos conocemos, aunque sea indirectamente, algún caso de un niño ahogado por tragarse una pequeña pieza o intoxicado por la pintura de un juguete mal acabado.
Por supuesto, la atención de los padres es la última –y más importante– barrera. Pero antes de que el juguete llegue a casa, ya debe haber pasado por más de un filtro. La Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) explica que la fabricación de juguetes seguros y conformes a las normas de seguridad exige un estricto control de todo el proceso productivo, tanto en la fase de diseño del juguete como en la de fabricación.
ERRORES DE FÁBRICA
En la fase de diseño del juguete, asegura la AEFJ, un defecto o una previsión inadecuada sobre la concepción del juguete determina que todos los ejemplares de la misma serie sean defectuosos o inseguros. En ese caso, el juguete moriría antes de nacer.
Pasado el primer trámite, en la etapa de fabricación se vigilan posibles fallos mecánicos o errores del personal. Cualquier anomalía en el proceso que aparte al juguete del diseño ideado para él lo invalida automáticamente para su distribución.
Si en la fábrica todo va según lo previsto, aún queda una última barrera: todos los juguetes deben someterse a una serie de pruebas de laboratorio para determinar que cumplen con los requisitos mínimos de seguridad establecidos por la norma, y especialmente, a aquellos controles que garanticen que los juguetes no presentan riesgo alguno con respecto a sus propiedades físicas y mecánicas, inflamabilidad, propiedades químicas, propiedades eléctricas, higiene y radiactividad.
Y, finalmente, el último paso para que los juguetes puedan comercializarse en la UE, es el marcado “CE”. Ahí está la clave para el consumidor: esta etiqueta certifica que el juguete cumple una serie de requisitos concretos adecuados al nivel de exigencia europeo. Cada empresa puede añadir otras certificaciones, pero esas dos letras son la llave de la tranquilidad… relativamente. La responsabilidad de los padres siempre irá más allá. El niño necesita su espacio para jugar, pero siempre tendremos un ojo pendiente.
LA POLÉMICA
Mattel y el miedo made in china
El caso Mattel viene proyectando una sombra de duda sobre miles de hogares. El mayor fabricante de juguetes tuvo que retirar del mercado más de 20 millones de sus productos fabricados en China con imanes peligrosos o exceso de plomo. 500.000 de ellos en España.
Todos tenían en común el made in China. Aunque Mattel reconoció un error en el diseño, el problema del plomo tiene que ver con la gestión de fábrica, extremo que confirma el suicidio del director de la contratista china y la detención de las cuatro personas que suministraron la pintura.
En realidad, el de Mattel es sólo el caso más espectacular. Según el Instituto Nacional de Consumo, el 80% de los juguetes defectuosos que se detectan en España proceden de China.
Pero han sido los titulares sobre Mattel los que han despertado a las autoridades. La UE lo ha hecho con un doble rapapolvo.
Por un lado, a los estados miembros: según la comisaria de Protección de los Consumidores, Meglena Kuneva, la UE cuenta con un marco regulador “adecuado para gestionar los productos fabricados en China”; el “desafío” está en la aplicación correcta de la normativa, responsabilidad de cada gobierno.
Además, Kuneva asegura que en su último viaje a China dejó claro a las autoridades del país que la UE “no acepta ni aceptará compromisos en cuestiones relacionadas con la seguridad de los consumidores”.
LA ETIQUETA “CE”
La marca “CE” certifica que:
– El material del juguete no presenta riesgos para la salud en caso de ingestión, inhalación, y contacto con la piel, mucosas u ojos.
– El juguete no alcanza temperaturas que puedan producir quemaduras.
– Los materiales no son fácilmente inflamables.
– El diseño del juguete no conlleva un riesgo de provocar lesiones corporales por su uso, y tiene la estabilidad suficiente para soportar tensiones sin roturas ni deformaciones.
– Los juguetes eléctricos no exceden en ningún caso de 24 voltios, y los cables o conductores están aislados y protegidos mecánicamente
– Los juguetes pensados para niños de edad inferior a los tres años, así como sus componentes y las partes que se puedan separar, han de ser lo suficientemente grandes para evitar que sean ingeridos o inhalados.
CONSEJOS PARA EVITAR SUSTOS
1 – Dimensiones adecuadas. Los juguetes destinados a niños menores de tres años deben tener dimensiones suficientes para evitar que puedan ser tragados o inhalados. Además, los juguetes, sus piezas y sus envases no deben presentar ningún riesgo de estrangulamiento.
2 – Las piezas. Los movimentos de las piezas, así como sus aristas, salientes y fijaciones deben estar diseñados de tal manera que reduzcan, o mejor incluso supriman, los riesgos de lesión por contacto.
3 – En aguas turbulentas. Los juguetes destinados a llevar o mantener al niño en aguas poco profundas deben estar diseñados de forma que garanticen su estabilidad y seguridad.
4 – Leer atentamente las instrucciones que acompañan al juguete. Esta primera medida, tan obvia como a menudo obviada, incluye el etiquetado, las advertencias de riesgos, para qué tipo de niño está destinatado, características del juguete…
5 – Salida de socorro. Los juguetes que impliquen la entrada de niños tienen que disponer de una salida de fácil apertura desde dentro.
6 – Ojo al pequeño pirómano. En general, los juguetes han de estar fabricados con materiales que no se quemen al quedar expuestos accidentalmente a una llama o una chispa.
7 – Enseñarles a jugar seguros. Tenemos que supervisar el juego si así viene indicado, e informar y formar a los niños sobre las medidas o precauciones que deban tomar durante su uso.
8 – Siempre pendientes. Hay que adoptar una actitud en la medida diligente y vigilante durante el desarrollo del juego. Y, después, cuidar de que el juguete se guarde de forma adecuada para que esté disponible posteriormente en las mismas condiciones de seguridad.
9 – Cuidar el juguete. Durante toda su vida útil, es importante vigilar su estado y cuidarlo para controlar posibles riesgos derivados del deterioro por el uso, retirándolo del alcance de los niños cuando se compruebe que ya no es seguro
10 – Prestar seguridad a los amigos. Si los los niños comparten entre sí juguetes y éstos salen del entorno familiar, es extremadamente importante prestarlos en las condiciones adecuadas de seguridad, asegurándonos de que no van a representar ningún riesgo para los niños que en principio los van a utilizar. Y si en el momento de su compra nos advirtieron de algún riesgo o peligro, deberemos comunicarlo a los adultos de quienes dependa.