Katia Hueso: "Educar en la naturaleza es una cuestión de mirada, de actitud"
“No es cosa de hippies abrazaárboles, sino una cuestión de actitud que puede transmitirse desde casa y desde la escuela”, afirma Katia Hueso, bióloga, educadora, fundadora de la primera escuela infantil al aire libre en España y autora de varios libros sobre el tema.
Por Eva R. Soler
“Cuando hablamos de educar al aire libre a muchos puede venirles la imagen de cuatro hippies abrazaárboles o de un grupo de niños disfrazados de indios corriendo por el monte, pero no se trata de eso sino de transmitir una mirada y una actitud ante el mundo que nos haga conscientes de que formamos parte de él, y de que él mal que le hacemos a él nos lo hacemos a nosotros mismos”, explica Katia Hueso, autora del libro que, precisamente, lleva por nombre “Educar en la naturaleza” (Plataforma Editorial). Hueso además de bióloga es educadora y fundadora del Grupo de Juego Saltamontes, una escuela al aire libre ubicada en la sierra madrileña y forma parte de la Federación Nacional de Educación en la Naturaleza que tiene, entre otros objetivos, la homologación de este tipo de centros. La pandemia puso de relieve los beneficios de la enseñanza en espacios al aire libre e hizo que aumentase la demanda de este tipo de centros. También ha traído consigo el aumento de actividades relacionadas con el cuidado del medioambiente dentro de las aulas convencionales. Además, desde casa, podemos transmitir a nuestros hijos una nueva forma de relación con el entorno con pasos tan sencillos como salir al campo aunque llueva o haga frío, como aconseja Katia Hueso en esta entrevista.
¿Cómo surge la idea de crear el libro “Educar en la naturaleza” y qué objetivo persigue?
En todo el mundo estamos padeciendo en vivo y en directo el resultado de años de desprecio y arrogancia hacia el medio ambiente. Nos encontramos con catástrofes ambientales, climáticas, alimentarias o sanitarias. Y pese a que nos jugamos el pellejo somos incapaces de actuar colectivamente a su favor. Los humanos solemos mostramos torpes para gestionar estas situaciones con una sorprendente parálisis a la hora de planificar y reaccionar para paliarlas. Aunque también somos capaces de poner en marcha buenas prácticas y de acciones inteligentes. Pero, ¿por dónde empezar? ¿Cómo reaccionar ante estos desafíos? Educar en la naturaleza es la única vía para cambiar este rumbo y hay que entenderla no sólo como una parte del currículo, sino como algo transversal que trascienda todas las instituciones educativas y comience en cada hogar. Porque no hay mejor herencia para dejar a nuestros hijos que la de un mundo mejor.
Además de haber escrito este y otros libros como “Somos naturaleza” (2017) y “Jugar al aire libre” (2019), eres la fundadora de una de las primeras escuelas al aire libre en España: el Grupo de juego Saltamontes. Háblanos de este proyecto y de cómo ha afectado la pandemia a la demanda de este tipo de escuelas.
El proyecto surge por la iniciativa que tuvimos tres madres en 2011 para aprovechar el entorno donde vivíamos, la sierra de Guadarrama, y convertirlo en lugar de aprendizaje para nuestros hijos. No teníamos noticia de que hubiera algo parecido en España, aunque tampoco somos pioneras, porque estas iniciativas ya existían a principios del siglo XX pero desaparecieron con el tiempo. Sí existen este tipo de proyectos en Europa y yo tuve la suerte de conocerlos en primera persona. Así, fuimos armando este proyecto con el que a día de hoy enseñamos a 18 niños de la mano de tres educadoras que nos acompañan todos los días (son maestras, pedagogas o educadoras infantiles con formación específica). Pasan tres horas al día en pleno monte realizando juego libre (contando piedras y hojas, escribiendo en la arena, investigando…). Se trabajan todas las competencias del currículo pero adaptadas a las emociones de cada niño y siempre en condiciones de seguridad pero que faciliten los aprendizajes. Este tipo de escuelas ha ido creciendo poco a poco en nuestro país y cada vez somos más y ahora hay unas 40, en total. Es verdad que la pandemia nos ha hecho más conscientes de la necesidad de estar en la naturaleza, de cuidarla, de los beneficios del aire libre… Y están surgiendo otras iniciativas de naturalizar la escuela, salir a dar clase al aire libre y cosas así. No sólo se trata de aumentar el número de escuelas al aire libre con una metodología de trabajar propia sino que la expansión está siendo más amplia y alcanza también a la escuela tradicional. Me consta que muchos escuelas de siempre están haciendo cambios en este sentido: convertir el patio o un entorno cercano como un parque en un espacio docente, permeabilizar las paredes del aula… Están haciendo muchos esfuerzos y esto me produce mucha alegría.
A pesar de que los niños aprenden todas las competencias que exige el currículo en las escuelas al aire libre, en España sólo hay dos homologadas. ¿Qué opinas al respecto?
Desde la Federación Nacional de Educación en la Naturaleza, de la que formo parte, estamos trabajando en este sentido para que se reconozca el fenómeno de las Escuelas en la Naturaleza, previo paso, por supuesto, de unas condiciones de seguridad y unas garantías. Tiene que estar reconocido oficialmente porque hay un trabajo riguroso pedagógico y de seguimiento detrás y se garantiza, por supuesto, la seguridad de los niños al aire libre. Existen protocolos y medidas para que el aprendizajes suceda de forma análoga a como sucede en las aulas en el sentido de la seguridad y el bienestar. Y aunque la forma de impartir los contenidos puede variar, al finalizar el ciclo, se garantiza que el aprendizaje que marca la normativa se adquiere. De otra manera, pero se adquiere. No buscamos el reconocimiento porque sí. Evidentemente, sabemos que hay que cumplir unos requisitos mínimos, unos criterios de calidad y una garantía. Pero una vez cumplidas todas estas exigencias necesarias, las escuelas tienen que tener un derecho de existencia igual que cualquier otra escuela para que las familias y los profesionales tengan la opción de poder elegir para sus hijos la opción que más le interese. De hecho, está reconocida por la Constitución y por la normativa.
Educar en la naturaleza va más allá de dar clase al aire libre, ¿cómo educar en la naturaleza en un aula convencional?
Es verdad que cuando hablamos de educar en la naturaleza lo primero que nos puede venir a la cabeza es la imagen de cuatro hippies abraza árboles o un grupo de niños disfrazados de indios corriendo por el monte y muchos docentes te dicen: “Yo eso no puedo hacerlo”. Pero no se trata de llegar a eso sino que si un día sales a dar clase al patio o a un parque, ya estás al aire libre, por ejemplo. Si tampoco puedes hacer eso porque los horarios no lo permiten o la logística te lo impide, el director no está de acuerdo… o cualquier otra razón, también se puede hacer desde dentro del aula. Porque al final, educar en la naturaleza es una cuestión de mirada, de actitud… más que estar físicamente en ella. Por supuesto estar físicamente en ella ayuda bastante pero hay más posibilidades: hablando de ella, mostrando ejemplos para cualquier cosa, inculcando el amor o el afecto por ella, simplemente incluyéndola en nuestro discurso, en nuestra manera de hablar, de estar, se actuar… Mostrando cuidado por el medio ambiente, ahorrando papel, ahorrando energía… hablando de estos temas con los alumnos. Hay muchas maneras de hacerlo. Vamos a plantar semillas, a hacer comederos para los pájaros, vamos a observar las nubes, a mirar por la ventana más que a las pantallas, vamos a hablar del clima, … son pequeños detalles que influyen en la mirada de los alumnos y en la actitud que estos van a tener cuando salgan al exterior.
En otros países de Europa, la naturaleza se incluye en el currículo, ¿deberíamos tomar nota aquí?
He vivido en Suecia y ahí está muy integrada la relación con la naturaleza. Parece que en el norte de Europa hay una mentalidad de ser, de estar en la naturaleza, de formar parte de ella, una visión más integrada. Aquí siempre relacionamos el ir al monte con alguna actividad, parece que si vamos al campo tenemos que hacer algo (un picnic, poner música…) En esos países no tienen necesidad de hacer, sino más de estar, de contemplar, incluso de ser… No quiere decir que en esas sociedades no cojan el coche, no vayan al supermercado, o al cine… pero sí que es verdad que tienen la naturaleza mucho más presente en sus vidas. Si esta visión podemos trasladarla desde nuestras aulas, seguramente, eso acabe trascendiendo e integrándose también aquí.
En el libro mencionas que aquí también hemos tenido buenos ejemplos como la escuela al aire libre fundada por Giner de los Ríos o sin irnos tan lejos, la cultura del reciclaje de cascos que practicaban nuestros padres y abuelos… ¿Tenemos que ir hacia atrás para desaprender lo que el consumismo ha traído consigo?
Mi generación y los que hemos crecido entre los años 60 y los 90, hemos vivido esa época dorada de vacas gordas, tras esa época dura que ha vivido España en la postguerra, la pobreza, la emigración del campo a la ciudad… Claro, como nos íbamos a negar a los beneficios del desarrollo. Ahora tenemos que aprender a manejarnos de otra manera, no se trata de renegar de la comodidad que produce el progreso, pero sí hay que hacerlo de un modo inteligente.
¿Cómo extrapolar esta visión de la escuela a casa? Tú hablas de una educación transversal que llegue a la escuela, a casa y, en definitiva, a toda la sociedad.
Propongo un primer paso muy sencillo: aprender a estar en la naturaleza independientemente del tiempo que haga. No sólo cuando hagan buen día o un clima primaveral. Porque en climas cálidos como el nuestro tendemos a salir al campo o al aire libre sólo cuando el sol acompaña, parece que si llueve vamos a disolvernos como azucarillos, pues hay que aprender a convivir con estos fenómenos naturales, como la lluvia o e frío, igual que aprendemos a convivir con el calor. Ese sería un primer paso. Y después, los padres, tendemos (yo también me incluyo) a evitar la inacción, el tedio, el aburrimiento, el no aprovechar todo momento y todo lugar y no damos oportunidad a que los niños hagan su propio aprendizaje a través del juego libre o al simple aburrimiento. Hay que pasar ese momento de tedio como preludio de lo que puede pasar después. Hay que dejar tiempo, espacio y oportunidad para conectar con ese espíritu.
ESCUELAS AL AIRE LIBRE EN ESPAÑA
-En España hay 42 escuelas al aire libre, según el directorio In Natura. “Sólo dos están homologadas, una en Madrid y otra en Canarias”, matiza Hueso.
-El 50% de ellas se han creado en los últimos tres años, según la Federación de Educadores en la Naturaleza (EDINA)
-Por Comunidades Autónomas encabeza la lista Cataluña (con 11 proyectos), Madrid (8) y Andalucía (6)
-Nuestros datos se alejan de otros países de Europa como, por ejemplo, Alemania donde hay 3000 centros de este tipo que cuentan con una normativa propia.