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La bella literatura (enseñando a amar)

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Hay, sólo en España, miles de premios literarios: de novela,
cuentos, poesía, teatro, ensayos… Se presentan
decenas de miles de autores. Una clara muestra de que
la literatura está muy viva.

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

Este otoño, como todos, se ha concedido el Premio Planeta, el mejor dotado, con un importe de 601.000 euros. Así que la literatura también da dinero. Un volumen anual de negocios de unos 16.000 millones de euros. Y da trabajo: más de 100.000 empleos, entre los directos y los indirectos. Así que, bien mirado, la literatura es uno de los tesoros artísticos y económicos de una nación.
¿Qué es la literatura? Un arte que consiste en utilizar la lengua de todos los días, pero de una forma bella y dando con realidades que atraen.

¡PERO ES MUY ANTIGUA!

Un profesor de Valencia me comentaba que, hablando con uno de sus alumnos, éste le dijo, con la fresca insolencia de los catorce años, que no entendía como a ellos, de pleno siglo XXI, se le quisiera enseñar cosas tan antiguas.
El profesor le contestó que si tiene un amigo antiguo, es decir, con más de siete u ocho años de amistad, no deja de ser buen amigo por ser antiguo.
Sucede que los estudiantes, al ser jóvenes, no suelen valorar lo antiguo. Aristóteles decía que los jóvenes no aman la historia, porque no tienen historia. Apenas se tiene detrás un tiempo pasado existe un deseo de recuperarlo, de no perderlo. Al fin y al cabo una de las grandes novelas del siglo XX se llama así, En busca del tiempo perdido, y la escribió Marcel Proust.

TAMBIÉN EL RAP

Cuando yo enseñaba literatura, solía empezar, más que por el Romancero o Garcilaso de la Vega, por una buena letra de alguna canción de algún grupo de moda. No es que abunden, pero siempre hay algo verdaderamente bueno, es decir, literatura.
Hoy buscaría en el repertorio del hip-hop y del rap. Para que un rap sea bueno tiene que ser literario, es decir, no basta soltar lo primero que viene a la cabeza, eso lo hace cualquiera. El rap bueno, como cualquier literatura, utiliza la que se llama función poética del lenguaje, y se llena de metáforas, comparaciones, antítesis, sinestesias, sinécdoques, anáforas… (Son nombres cultos para figuras del lenguaje como “tus ojos son dos soles”, “el humo sabe a negro”, “soy la calle que canta”, cosas así).
Se puede imaginar con facilidad algunos textos clásicos de la literatura cantados en forma de rap: “Érase un hombre/ a una nariz pegado/ érase una nariz superlativa…” Quevedo hubiera rapeado como pocos…
Cuando un arte –literatura, música, pintura, cine, lo que sea– es bueno se debe a que ha dado con algún quilate de poesía. Poesía, en ese sentido, es una visión distinta, más atractiva, compleja y sencilla a la vez, de la realidad. Por eso los detalles en la vida de personas que se quieren pueden ser también poesía.
Es algo muy limitado entender la poesía como encerrada en la literatura y los versos. Lo que pasa es que la lengua es un lugar privilegiado para la poesía. Cuando se lee eso de Gutiérrez de Cetina “Ojos claros, serenos/ si de un dulce mirar sois alabados,/ ¿por qué, si me miráis, miráis airados?” se ve que ahí hay algo. O en aquello de Juan de la Cruz “y déjame muriendo/ un no sé qué que quedan balbuciendo”, donde ese queque- que imita admirablemente el balbuceo.

LITERATURA VERNÁCULA

La literatura en la propia lengua vernácula es una colección de resultados bellos de esa lengua. Y como se tiende siempre a amar la belleza, cuanto mejor se conozca la literatura propia, más se amará la lengua y mejor se hablará y se escribirá. ¿O esto no se sabía? Porque hay mucha gente que no sabe hablar o no digamos escribir a la vez con corrección y con gracia. Porque no leen lo suficiente o, al leer, no saben fijarse en dónde está la belleza.
Es emocionante leer lo que, por ejemplo, escribió en castellano hace casi ochocientos años el anónimo autor del Cantar del Mío Cid y anotar esa observación de que cuando se separan Rodrigo y Ximena es como la separación de la uña de la carne.
Esos aciertos de la literatura, esas adivinaciones hacen mejor al que los aprecia y recuerda. Le da un sentido inmediato de lo que es, a la vez, bueno, bello y verdaderas. “Unas pocas palabras verdaderas”, así definía Antonio Machado la poesía.
La buena literatura no pasa de moda: seguimos leyendo a Homero, a Dante, a Cervantes, a Shakespeare, a Goethe… Unamuno, que era un gran poeta, escribió estos versos: “Volverán las oscuras golondrinas,/¡vaya si volverán!/ (…) Pero aquellos refritos ultraístas/ hechos a puro afán,/ los que nunca arrancaron una lágrima/, ¡ésos no volverán!”.

EDUCAR Y AMAR

Si alguien se preguntara a qué viene hablar de bella literatura en una revista sobre padres y colegios, se podría responder que educar no es otra cosa, en definitiva, que enseñar a amar. Porque cuando se ama hay interés, memoria, deseo de ampliar, valoración de los detalles…
Amar lo bueno, lo exacto, lo bello. ¿Cómo no enseñar a amar la bella literatura?
Pero hacen falta profesores y profesores que amen tanto lo que enseñan que se vuelvan hasta un poco pirados. No cualquiera puede enseñar lengua y literatura. No basta transmitir contenidos, porque lo que hay que transmitir es pasión.
La educación es una tarea de contagio. En unos tiempos en los que la educación no estaba ni tan centralizada ni tan burocratizada como hoy, la gente iba a buscar maestros que con su entusiasmo enseñaban a muchos. De ésos hacen falta muchos hoy.
Un reciente anuncio oficial implicaba también a los padres, con la idea de que ellos leen si tú lees, si te ven leer. ¿Algo menos de televisión y algo más de libros? No estaría mal.

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