La interminable historia de Fantasía
Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ
La Historia interminable, del alemán Michael Ende, escrita en 1979, es quizá una de las obras que mejor han hecho ver la gran aventura que puede ser aficionarse a leer en la adolescencia.
El protagonista, Bastián Baltasar Bux, no es nada agraciado; es un niño algo gordo, torpe; sus compañeros se burlan de él y lo maltratan. Intuyen que a ese tío sólo le interesan sus historias inventadas… En realidad, como escribe Ende, “a Bastián no le gustaban los libros que, con malhumor y de forma avinagrada, contaban historias completamente corrientes de gente absolutamente corriente. De eso ya había bastante en la realidad. Además, muchos de esos libros le intentaban convencer de algo, y a Bastián eso le daba mil patadas. No, él prefería las historias fantásticas, ambientadas en mundos fabulosos, que le permitían dar rienda suelta a su imaginación”.
Un día, Bastián descubre en una librería un libro titulado La Historia interminable. ¿Se puede desear algo mejor?
Miró fijamente el título del libro y sintió frío y calor al mismo tiempo. Eso era, exactamente, lo que había soñado tan a menudo y lo que, desde que se había entregado a su pasión, los libros, venía deseando: ¡Una historia que no acabase nunca! ¡El libro de todos los libros!
Un nombre nuevo. Empieza a leer y no puede dejarlo. Cualquier persona que ama leer reconoce esa sensación y ese sentimiento. Nos hemos metido en lo que leemos, que ya no es algo exterior, de fuera, sino nuestro.
Para Bastián es imposible no seguir al joven Atreyu, por el mundo de Fantasía. ¿Qué quién es Atreyu? La reina de Fantasía, la Emperatriz Infantil, ha encargado a Atreyu que busque remedio para su mal. El más horrible de los males que se pueden pensar: y es que la Nada avanza, quizá porque falta fantasía, y sólo se parará el más grande de los desastres, la muerte de Fantasía, esa invasión de la Nada cuando alguien encuentre un nuevo nombre para la Emperatriz Infantil…
Bastián se ha metido de tal modo en la historia que siente que forma parte de ella. Ha oído un grito de Atreyu. Por su parte, en un mágico espejo, Atreyu ha visto a Bastián leyendo la historia de Fantasía. Y Atreyu sabe y Bastián intuye que él, el torpe, el inútil, tiene la clave de la salvación de Fantasía, porque él puede dar un nombre nuevo a la Emperatriz Infantil. Dice el nombre –que yo aquí callo– y, por eso mismo, se mete de tal modo en lo que está leyendo que entra en Fantasía, siendo un personaje más. La misma Emperatriz Infantil le dirá: “Fantasía nacerá de nuevo a través de tus deseos, Bastián, que se harán realidad a través de mí”.
Mucho más. Hay mucho más en esta novela única. Pero lo esencial es ese amor por la lectura que favorece la fantasía, la imaginación, un amor que abre cientos de horizontes. La novela se ha llevado al cine en varias ocasiones, con resultados no del todo satisfactorios válidos. Entre otras razones porque no se ha sabido trasladar, con imágenes, las emociones de las palabras. Y es que, en contra de conocido tópico, una cuantas palabras verdaderas valen más que mil imágenes.
Este es un libro para esos lectores y lectoras precoces, que han empezado desde los seis o siete años y que, a partir de los 11 o 12, se atreven con un gran libro.