La sombra de los rebeldes
En Estados Unidos cada vez son más los colegios terapéuticos que reconducen el comportamiento de los adolescentes problemáticos con el método Shadow. Una estrategia que consiste en vigilar cada paso que da el niño, como si de su propia sombra se tratase. Ahora las familias españolas también pueden disfrutar de esta herramienta.
Autor: LOLA Gª AJOFRÍN
Faltaba a clase, fumaba porros y se relaciona con muy malas compañías. Hasta la separación de sus padres, Álvaro había sido un adolescente muy normal, pero con el divorcio las cosas cambiaron. “Cuando me enteré de que había robado un casco para conseguir porros supe que el asunto empezaba a desmadrarse”, recuerda su madre, Magdalena, que cansada de visitar a psiquiatras y clínicas para su hijo con escasos resultados, optó por una novedosa herramienta para su recuperación: el método Shadow.
Esta estrategia la utilizan algunos de los conocidos como ‘colegios terapéuticos’ en Estados Unidos para reconducir la trayectoria de los jóvenes problemáticos, y se basa en que uno de los adolescentes que esté a punto de cumplir el programa completo de este tipo de centros –el shadow o sombra en español– vigile el comportamiento de uno de los recién llegados: dónde va, lo que hace, con quién está…, como si fuera su sombra.
“Pero hasta llegar ahí primero dimos muchas vueltas”, reconoce Magdalena, que supo de la existencia de los colegios terapéuticos gracias a una consultora de Barcelona, MCM Youth Travel, que organiza la entrada de jóvenes españoles con problemas a estas escuelas norteamericanas. A la consultora de Àlex Ferrer, su director, se dirigen familias con hijos que atraviesan dificultades de diversos tipos, desórdenes alimenticios, consumo de droga, violencia, hiperactividad…, pero con un vínculo en común: “Cuando llegan aquí antes han probado infinidad de posibilidades”, reconoce. “Y se decantan por esta opción cuando ya no saben cómo recuperar a sus hijos”.
Es entonces cuando Ferrer se pone manos a la obra y gestiona el viaje del chico, primero a un campamento en Estados Unidos –en el que analizan el problema del niño durante dos meses– y luego en el colegio terapéutico más adecuado a su problema –donde pasará 20 meses–.
UNA DECISIÓN DIFÍCIL
Esta decisión no es fácil ni para los chavales ni para los padres, que no sólo tendrán que separarse de sus hijos, sino que durante los primeros meses apenas podrán ponerse en contacto con ellos por carta. “El día que Álvaro se iba para el campamento se escapó de casa y perdimos billetes de avión y todo”, recuerda Magdalena, que explica como al principio su hijo se negaba a reconocer el problema, pero que después de cuatro meses en el colegio ahora sabe que lo hacen por su bien. “En la actualidad tendemos a frivolizar el efecto de los porros”, critica.
Tan difícil como asumir los 20 meses que dura el programa –tanto para los padres como para los hijos– lo es sufragarlo. “A nosotros no sólo acuden personas de un alto nivel adquisitivo. Ha habido casos en los que los padres se han hipotecado para poder costearlo”. En concreto, la terapia completa se compone de dos meses de campamento y uno o dos cursos escolares –dependiendo de los casos– por un coste superior a los 15.000 euros por mes de campamento y entre los 60.000 y 65.000 por 12 meses de curso. A eso hay que añadirle los viajes de los padres a Estados Unidos y la estancia durante sus visitas.
Los que disponen del dinero o ya no tienen fuerzas para conducir la trayectoria de sus hijos, pueden optar por esta novedosa solución que, según sus organizadores, en un 85% consigue sacar de las malas influencias a los chicos.
Una vez allí, y tras cumplir los dos meses de campamento “en el que ya se notan las primeras mejorías”, explica Àlex Ferrer, los niños son trasladados al colegio que más se adecúa a su caso y problema. Allí asisten a clases en grupos de seis a ocho alumnos y se les restringe el total contacto con el exterior. También con sus padres, que durante los primeros meses conocerán la evolución de sus hijos a través de las informaciones del terapeuta.
BAJO VIGILANCIA
Vigilado las 12 semanas iniciales por el shadow, el chaval va integrándose en la metodología del centro. Se constituyen familias –en las que no sólo los alumnos, sino cocineros, conserjes y todo el personal no docente participa– y entre sus miembros reparten las tareas de casa y discuten los problemas que van surgiendo.
El primer contacto con los progenitores no se produce hasta los seis u ocho meses. En el segundo encuentro ya pueden cenar fuera con ellos y en el tercero, incluso dormir una noche. “Eso no significa que no haya comunicación”, explica Ferrer, que comenta que es por carta como lo hacen al principio. Una práctica regular y obligatoria en el colegio.
Exagerado para muchos, la última opción para otros, y eficiente para quienes como Magdalena consideran que estos colegios “no sólo consiguen reconducir el comportamiento de los niños, sino también sus notas”. Álvaro sólo lleva cuatro meses pero su madre ya nota cambios. “Como dicen sus profesores, después de todo, los chicos acaban acostumbrándose a portarse bien”.
COLES TERAPEÚTICOS |
• En Estados Unidos existen desde hace más de tres décadas y cada vez son más comunes para reconducir el mal comportamiento llevado al extremo de los adolescentes.
• La adicción a las drogas suele ser la principal causa para el internamiento de los niños, pero los trastornos alimenticios o la hiperactividad también obliga a muchos padres a elegir esta opción. • El método Shadow contribuye al buen comportamiento de los chavales porque el que vigila es un compañero de su edad que ha pasado por lo mismo hace sólo unos meses. • Se trata de colegios muy costosos y no existen investigaciones que aseguren su completa efectividad, aunque según estos centros, en un 85% de los casos se reconduce a los niños, y los padres que lo han probado están en su mayoría satisfechos con los resultados. • En Estados Unidos existen becas que financian estos programas. En España, en la actualidad, los padres sólo pueden aprovechar esta opción a través de una consultora y deben financiar en su totalidad el coste. |