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Los padres con autoridad son los más queridos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Los estudios psicológicos apuntan a que los padres con un
grado medio de autoridad, ni demasiado autoritarios ni demasiado
permisivos, son más apreciados por sus hijos y más
positivos para su educación. Sin embargo, la autoridad hay
que cultivarla desde la niñez.

Autor: padresycolegios.com

Aunque el problema de autoridad de los padres sobre los hijos parezca un tema de
actualidad, lo cierto es que es una cuestión que lleva preocupando tanto a los
expertos como a las familias desde tiempo atrás. A mediados del siglo pasado las
discusiones no eran menores que hoy día, y en aquél momento tampoco era un tema
nuevo. La pregunta sigue planteándose cuando hay que educar a los hijos: ¿qué es
más efectivo la mano dura o el laisser faire?
Pues ni un extremo ni otro. El
punto medio de autoridad es, según los estudios, lo más aconsejable. Por citar
algunas investigaciones consolidadas, G. H. Elder en 1963 diferenciaba tres
tipos de control parental: control autocrático, en el que los padres dicen al
hijo lo que debe de hacer; control democrático, donde se permite que el
adolescente participe en la toma de decisiones pero siendo la última palabra
facultad de los padres, y control permisivo, en el que el joven decide por sí
mismo. El estudio de Elder indicó que los hijos bajo el segundo tipo de control,
que adoptaban decisiones bajo la supervisión de sus padres y que reciben
explicaciones por parte de ellos, tendían a ser más independientes, a desear
parecerse a sus progenitores y tener amistades del gusto de sus padres.

Cinco años más tarde, en 1968, D. Baumrind publicaba una investigación
parecida a la de Elder.Esta autora también establecía tres categorías de control
paterno, aunque sustituía el término «democrático» por «autoritativo», en
contraposición a «autoritario». Los padres y las madres autoritativos son
aquellos que potencian y valoran la autonomía de sus hijos a la vez de estimular
la responsabilidad y la disciplina personal.En cambio, los autoritarios no
tendrían en cuenta el primer punto y los permisivos, el segundo. De nuevo, y
como cabría esperar, el estudio apuntaba a que los jóvenes criados con autoridad
eran más independientes y más responsables que los de familias autoritarias o
permisivas.

Basándose en los autores anteriores, el psicólogo John
C.Coleman, en su libro Psicología de la adolescencia, llegaba a la conclusión de
que: «Los adolescentes precisan de dirección, pero, sobre todo, necesitan
oportunidad para observar a unos padres que compartan poder e influencia
viviendo con ellos, así como posibilidad de aprender a desempeñar un papel como
miembro responsable dentro del proceso de adopción de decisiones
familiares».

Sobre el ejercicio de la autoridad por parte de los padres y
madres, es interesante la investigación de Bowerman y Bahr de 1973. En ella que
se mostraba que en las familias en que el poder era compartido en igual medida
por ambos progenitores los hijos les respetaban más y deseaban parecer a ellos
más que en aquellas en los que uno tenía más poder que otro.

Pero hay que
tener en cuenta que la autoridad es algo que se debe cultivar desde que el niño
nace o llegada la adolescencia es imposible de recuperar. El logopeda Pablo
Pascual Sorriba, en su ensayo «Cómo lograr una autoridad positiva», da consejos
para reforzar el prestigio ante los hijos. Recomienda a los padres la fijación
de unos objetivos claros sobre lo que quieren lograr con la educación inculcada,
incluso ponerlos por escrito y revisarlos periódicamente para ver su evolución o
modificarlos. El logopeda advierte que no se pueden exigir resultados
inmediatos.

Otro consejo se refiere a la enseñanza clara de cosas
concretas, sobre lo cual comenta: «Al niño no le vale decir ´sé bueno´, ´pórtate
bien´ o ´come bien´. (…) Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones
concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo». En la misma
línea, señala la prevalencia de la acción sobre los discursos, la nula
efectividad de los discursos.

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