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Los peligrosos amores de Bella

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La saga Crepúsculo se ha convertido en un fenómeno de masas. El estreno de Luna nueva ha arrasado en todo el mundo. Y es que para muchos jóvenes el amor de la humana Bella Swan por el vampiro Edward Cullen es la quintaesencia del romanticismo y la aventura.

PABLO DE SANTIAGO
Esta segunda entrega retoma la historia justo en donde la dejó Crepúsculo. Edward Cullen y Bella Swan están profundamente enamorados, pero saben que pertencen a mundos distintos. Bella sigue queriendo convertirse en vampiro, pero Edward se resiste a cumplir esa voluntad de su amada. Sin embargo, también es peligroso conservarla ‘pura’, pues otros vampiros pueden devorarla. Edward se da cuenta de que no puede proteger a Bella ni de su propia familia, y decide abandonarla por su propio bien. Bella quedará entonces desolada y tardará un tiempo en recobrarse mínimamante, gracias a la ayuda de su amigo de la infancia Jacob Black. Las cosas se complicarán cuando la relación entre ambos vaya tomando carices más profundos y Jacob muestre que también tiene secretos.
Tanto el trabajo de los actores, como la puesta en escena y la fotografía son herederas de la película inicial. Hay quizá un mayor empeño en el tratamiento de la imagen, con tomas ralentizadas bajo la etérea partitura de Alexandre Desplat, de modo que el conjunto adquiere un cierto aire fantasmal. Otra diferencia es que en este film el terror y la acción tienen muy poca presencia: el romanticismo lo invade todo. La historia juega con los mismos parámetros del amor juvenil y apasionado, y con ese singular enfoque de salvaguardar la pureza de Bella de la mordedura vampírica, estableciendo un claro paralelismo vampirismo-sexualidad. Pero también hay en este film otros temas interesantes, como la referencia explícita a la inmortal tragedia ‘Romeo y Julieta’ de Shakespeare, aunque la línea central del guión gira claramente alrededor de la rivalidad entre Edward y Jacob, pues ambos reclaman el corazón de Bella. z

 

Esta segunda entrega retoma la historia justo en donde la dejó Crepúsculo. Edward Cullen y Bella Swan están profundamente enamorados, pero saben que pertencen a mundos distintos. Bella sigue queriendo convertirse en vampiro, pero Edward se resiste a cumplir esa voluntad de su amada. Sin embargo, también es peligroso conservarla ‘pura’, pues otros vampiros pueden devorarla. Edward se da cuenta de que no puede proteger a Bella ni de su propia familia, y decide abandonarla por su propio bien. Bella quedará entonces desolada y tardará un tiempo en recobrarse mínimamante, gracias a la ayuda de su amigo de la infancia Jacob Black. Las cosas se complicarán cuando la relación entre ambos vaya tomando carices más profundos y Jacob muestre que también tiene secretos.

Tanto el trabajo de los actores, como la puesta en escena y la fotografía son herederas de la película inicial. Hay quizá un mayor empeño en el tratamiento de la imagen, con tomas ralentizadas bajo la etérea partitura de Alexandre Desplat, de modo que el conjunto adquiere un cierto aire fantasmal. Otra diferencia es que en este film el terror y la acción tienen muy poca presencia: el romanticismo lo invade todo. La historia juega con los mismos parámetros del amor juvenil y apasionado, y con ese singular enfoque de salvaguardar la pureza de Bella de la mordedura vampírica, estableciendo un claro paralelismo vampirismo-sexualidad. Pero también hay en este film otros temas interesantes, como la referencia explícita a la inmortal tragedia ‘Romeo y Julieta’ de Shakespeare, aunque la línea central del guión gira claramente alrededor de la rivalidad entre Edward y Jacob, pues ambos reclaman el corazón de Bella.

 

EL AMOR PURO

¿Qué tendrá esta apasionada historia de amor entre la humana Bella y el vampiro Edward para acaparar los suspiros de tantos jóvenes en el mundo entero? Una de las claves es sin duda que el universo creado por la escritora Stephenie Meyer transmite sin fisuras la idea clásica sobre el verdadero amor: puro, fiel, eterno. Es algo que los jóvenes captan con mucha mayor intensidad que los adultos, porque creen en el amor sin fisuras. Y eso lo ven plasmado en la Saga Crepúsculo: los personajes que aman lo hacen de verdad, sin guardarse nada, ni un ‘por si acaso’, ni ‘un más tarde’. No. El amor entre ellos es puro, en el más literal significado de esta palabra. Nada se interpone. Ya lo dijo Kierkegaard: «la pureza del corazón es amar una sola cosa». Además el amor entre Bella y Edward tiene algo que lo hace sumamente atractivo: es un amor imposible, como el de Romeo y Julieta, lo cual, lejos de disminuirlo, les empuja más y más a conservarlo.

 

 

FICHA TÉCNICA

 

Luna nueva

2009. 135 min.

Director: Chris Weitz

Intérpretes: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner.

 

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