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María Quesada: “Hay que hablar de suicidio con nuestros hijos: de forma natural, abierta y sin tabúes”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Por Eva R. Soler

 

Cuando tenía 15 años, María de Quesada se intentó suicidar. Ahora, veintiséis años después, María es periodista y una madre feliz. Acaba de publicar un libro, La niña amarilla( Ed. Vergara) donde cuenta su testimonio junto a otras veintitrés personas que han pasado por la misma experiencia, entre las que se encuentra la deportista Edurne Pasaban, que ha escrito el prólogo.

María ha decidido dar voz a todas estas historias para que su ejemplo sirva de ayuda y prevención. Porque sabe muy bien que “hablar de suicidio salva vidas y es el primer paso para prevenirlo”. Y por esta misma razón, recomienda que hablemos del tema con nuestros hijos y una buena forma de hacerlo es leyendo esta obra junto a ellos, como hace la propia autora con sus dos hijos, de 5 y 8 años.

Hablar del suicidio salva vidas y es una de las claves para prevenirlo, sin embargo continúa siendo un tabú.

-Sí, el tabú sigue existiendo, sobre todo en el caso de familias concretas donde se han dado intentos de quitarse la vida, conductas autolesivas e, incluso, suicidios. Ahí sigue costando hablar del tema. Sin embargo, se están produciendo avances desde el punto de vista de los medios de comunicación, por ejemplo, lo que me hace ser positiva. Todos los avances que se vayan produciendo, bienvenidos sean, porque hablar del tema es el primer paso para solucionarlo. De lo contrario, me parece muy difícil que una persona que ahora mismo esté teniendo pensamientos suicidas sienta la libertad de comunicárselo a un ser querido o a una persona que crea que le puede ayudar. El tabú social puede ser una losa y todavía se sigue dando, en España y en el resto del mundo.

Los pensamientos suicidas pueden aparecer en la adolescencia e, incluso, en la infancia, ¿qué pueden hacer los padres para detectarlos y prevenirlos?

-Efectivamente, lo sé, porque a mí me pasó en la adolescencia, aunque no los tuve en la infancia. Pero también hay niños que con 7,8,9 años pueden estar pensando en desaparecer. Lo que yo les diría a los padres y madres, en primer lugar, es que no tengan miedo de hablar del suicidio en casa. Sepuede hablar de sufrimiento, de que hay personas que se encuentran tan mal que no quieren vivir, verbalizar todo esto, que de alguna manera esté en las conversaciones, que los niños sepan que puede llegar a pasar. De esta forma, ayuda a que en el caso de que nuestros hijos, por alguna razón, se sientan mal, sientan la libertad de poder contárselo a sus padres. Si cerramos esa opción y pensamos que hablando de suicidio lo que se hace es incitarles, como se ha creído hasta ahora, los menores sienten miedo de hablarlo y se cierra una fuente de comunicación con nuestros hijos.

En este sentido, un libro como La niña amarilla ayuda a abordar el tema.

-Sí. Los niños tienen la capacidad suficiente para entenderlo, aunque nosotros, a veces, no nos lo cuente. Obviamente, La niña amarillano es un libro infantil, no es un libro de cuentos para niños, pero se puede leer junto a nuestros hijos porque he cuidado mucho el lenguaje y respeta todas las recomendaciones para tratar el tema. Yo, por ejemplo, lo leo junto a mis dos hijos, que tienen 5 y 8 años. Ellos conocen las historias y están suficientemente preparados para entender si una persona está sufriendo. Hay que explicarles ese sufrimiento, el porqué una persona puede querer llegar a quitarse la vida. Si saben que eso puede llegar a ocurrir, en el caso de que les pase (que ojalá que no, por supuesto), lo pueden compartir. Pero si lo desconocen, si no les hablamos, si lo ocultamos, si llega a pasarles es muy difícil que lo cuenten porque lo ven como algo horroroso que no le pasa a nadie y se aíslan.

La empatía es otra de las claves que apuntas para prevenir el suicidio y conocer historias como las que cuentas en el libro también potencia esa comprensión tan necesaria.

-Totalmente. Cuando hablamos de suicidio, las personas que han tenido la suerte de no conocer algún caso cercano lo pueden sentir como algo lejano, que no va con ellos. Desde mi punto de vista, hay que crear espacios que permitan ese acercamiento. Hay que pensar que tal vez no conozcamos ningún caso porque personas que lo han vivido de cerca no lo han contado. Porque con los números que tenemos en España ahora mismo, lo más normal es que la mayoría estemos cerca de una persona que haya tenido un pensamiento o conducta de este tipo. Es importante que todos nos acerquemos e intentemos entendernos más y, precisamente, estas historias nos ayudan a ver que le puede pasar a cualquier persona, independientemente de quien sea. Cuando entendemos eso, nos abrimos más a la escucha activa y a las señales de alarma.

Colegios e institutos son un buen espacio para hablar de suicidio, pero parece que no se está tratando en estos ámbitos.

-Poco a poco empiezan a surgir iniciativas. Cuando se produce un suicidio en el colegio, los compañeros están en riesgo directo por el efecto contagio: si tu mejor amiga se suicida, a lo mejor tú te lo planteas en caso de mucho sufrimiento.

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