Mentiras y gordas, a caballo entro lo explícito y lo absurdo
Uno de los últimos trabajos como guionista de la actual ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, fue el que desarrolló en la película Mentiras y gordas, dirigida por Alfonso Albacete y David Menkes.
El filme tenía todos los ingredientes para ser un taquillazo, y lo ha sido: en el primer fin de semana de proyección, ya era la película más vista de nuestra gran pantalla. El secreto de su éxito es, básicamente, haber sabido reunir a los principales actores y actrices que protagonizan las series para adolescentes más vistas: Mario Casas, Ana de Armas, Hugo Silva, Maxi Iglesias, Ana Polvorosa…
Por si tal reclamo no fuese suficiente, los responsables de la película lo aderezaron con escenas de sexo explícito (heterosexual, homosexual y hasta orgiástico), de diversión desenfrenada y de una trama digna de un consultorio de revista para púberes. El psicólogo Jaime Serrada asegura que, durante los talleres de formación afectivo-sexual que imparte por centros escolares, ha preguntado en varias aulas sobre el film: “Uno de los adolescentes me contestó: ‘tiene más argumento una peli porno’”. Serrada afirma que “es una película demasiado explícita, y muestra una imagen de la sexualidad y de las relaciones humanas muy pobre, falsa y dañina”.
Sin embargo, el psicólogo quita hierro al asunto, sobre todo porque los adolescentes son jóvenes, pero no tontos: “A veces, –dice el psicólogo– este tipo de películas hacen menos daño, precisamente por ser tan explícitas y tan obvias en lo que presentan, que otras que muestran modelos equivocados, ocultos bajo otras capas de aparente positivismo”.