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Moldear el carácter y aprender de la derrota

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Ágil, divertido y carismático, Miguel Illescas demostró manejar los secretos de la oratoria tan bien como la estrategia sobre el tablero, un talento natural que le ha llevado a alzarse ocho veces con el campeonato de España de ajedrez.

Ahora, retirado de los circuitos profesionales, Illescas intenta difundir desde la Escuela de Ajedrez que lleva su nombre los valores formativos que favorece la práctica de este deporte. Y lo hace pronunciando fluidas y amenas conferencias por toda España como la que tuvieron ocasión de disfrutar los asistentes al acto.

En su opinión, jugar al ajedrez con asiduidad reporta beneficios que se manifiestan en una “triple vertiente formativa”. Desde una óptica estrictamente intelectual, el que “aprende ajedrez de verdad puede aprender cualquier cosa”, ya que el “entrenamiento” que da su práctica continuada “ayuda a entender” otras facetas del conocimiento y de la comprensión lógica. A efectos prácticos, Illescas estima que podría introducirse en las escuelas españolas “de forma transversal”, sobre todo en asignaturas como Matemáticas, aunque no son pocos los sistemas educativos de otros países que ya la ofertan como materia optativa.

Más aún, enfrentarse al laberinto de posibilidades que despliega una partida exige una “tensión máxima que moldea el carácter”. Los ajedrecistas se acostumbran a “tomar decisiones en situación de incertidumbre”, cuando “ninguna jugada les convence” pero el tiempo apremia para que muevan pieza. Otra enseñanza que se extiende durante toda la vida: la suerte no existe, “la victoria o la derrota es tu responsabilidad”. En consecuencia, “el ajedrez te obliga a mirarte al espejo, a reconocer tus debilidades” pero también a sacar provecho del error revisando las jugadas equivocadas que han hecho que sucumba tu rey.

Hablamos de un deporte que también desarrolla habilidades emocionales como la empatía (aunque en su sentido competitivo), el acostumbrarse a “ver las cosas desde el punto de vista del rival”. Y ante la dificultad, “el ajedrecista se habitúa a buscar atajos, caminos innovadores para resolver problemas de forma elegante”.

Este ejercicio mental permite asimismo invertir los términos del fracaso, que para Illescas no es salir derrotado (algo que en ajedrez siempre implica un aprendizaje), sino “no intentar” hacer frente a nuevos retos. Según él, gran parte de culpa del fracaso escolar en España proviene precisamente de la parálisis que provoca la peor de las derrotas: el miedo al propio fracaso.

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