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No quiere ir al cole

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El rechazo a ir al cole no se limita a los primeros días de clase. Aunque es en ese periodo cuando más niños se oponen a integrarse en la dinámica escolar, no es difícil encontrar a algunos pequeños que, pasados unos meses, siguen llorando antes de entrar al centro mientras se aferran a sus padres. ¿Es un problema de adaptación o de otro tipo? ¿Cómo se puede ayudar al niño a sobrellevarlo mejor? Tenemos las respuestas que necesitas.

Marina tiene 22 meses y empezó hace cinco la guardería. Al levantarse por las mañanas, lo primero que pregunta, con su media lengua, es: “¿Hoy hay cole?”. Si no es fin de semana, sus padres librarán con ella una dura batalla para que desayune, para vestirla… Por fin logran ponerse en marcha, pero al aproximarse a la guardería la niña, que se conoce a la perfección el camino, comienza a decir que no quiere.

Hay días que llora y otros que está a punto. Sus padres, muy preocupados, han hablado con las educadoras, que les aseguran que se calma enseguida. Pero cuando van a recogerla, vuelven las lágrimas y ya no consiente en separarse de su madre en toda la tarde. ¿Qué harías tú en esta situación: retirar a tu hija del centro escolar, darle más tiempo para adaptarse, llevarla a un psicólogo infantil…?

¿Por qué no se adapta?

Los problemas de adaptación al centro escolar son absolutamente normales en todas las edades. Hay que tener en cuenta que para el niño supone enfrentarse a una situación nueva y, por lo tanto, estresante, donde no contará con el apoyo y la protección de sus padres. Es un entorno, además, donde hay unas rutinas establecidas y donde ha de competir con otros compañeros por la atención del adulto (mientras que en casa es el rey), por el juguete que le gusta (cuando en su hogar puede elegir)…

Por eso no es extraño que a muchos niños les cueste ir contentos al cole. Tal como detalla Belén Pozo, psicóloga del Centro Vaca-Orgaz, de Madrid (www.psicologoinfantil.es), en ese proceso de inevitable adaptación que se prolonga más o menos en cada caso según factores personales y del entorno, son totalmente normales algunas actitudes por parte del niño:
• Rabietas.
• Lloros antes de entrar o salir de casa.
• Negación a la hora de acudir al centro.
• Quejas de que se aburre.
• Dolores somáticos, como de tripa o de cabeza el mismo día o la noche anterior.
• Problemas para conciliar el sueño los domingos.
• Más peleas entre hermanos.
• Conductas negativistas en el ambiente familiar.

A la hora de habituarse al cole también pueden influir algunos otros condicionantes externos. Así, no se aconseja que el niño sea escolarizado por primera vez, coincidiendo con un cambio importante en su vida, como una mudanza o el nacimiento de un hermano, ante el riesgo de que lo pueda interpretar como una forma de apartarlo del entorno familiar para disfrutar del “recién llegado”.

¿Qué se puede hacer?

Ante todo, conservar la calma y ser pacientes. Es desgarrador ver cómo tu hijo se queda llorando en brazos de la cuidadora, pero, a menos que te plantees que abandone el centro escolar, lo mejor es seguir un minucioso plan para ayudarlo en ese proceso de adaptación.

El papel de los padres. “Los padres deben reflejar una actitud serena y firme. Deben exponerles la parte positiva. Expresarles que comprenden que se sientan nerviosos ante una situación nueva, que a ellos a veces también les ocurre. Que de esas situaciones se aprende. Es muy importante manifestarles que confían en el niño y que va a conseguirlo, que es muy valiente”, explica la psicóloga. Además, es fundamental mantener una comunicación fluida con el centro para adoptar acciones conjuntas que redunden en el bienestar del pequeño.

Un plan a su medida. Tal como relata Belén Pozo hay una serie de pautas que se pueden seguir para que el pequeño asista más contento a la escuela infantil:

  • Prepararlo con antelación. El niño debe saber a dónde va. “Unos 15 o 20 días antes, pasaremos por la puerta del centro y le diremos que va a ir a él y todas las cosas divertidas que va a hacer (pintar, jugar con amigos, aprender las letras…)”.
  • El Día del Niño Mayor. Es bueno que él participe en la elección y la compra del “material” (mochila, abrigo, pinturas…) que vaya a necesitar. “Dejaremos que se encargue de elegir lo que le guste, ofreciéndole nosotros dos opciones”.
  • Adaptar las rutinas. El niño tiene que adaptarse, de forma paulatina, al horario escolar con anterioridad al inicio de las clases. “Una semana antes de comenzar el colegio debemos despertarle y acostarle a las horas que lo haremos en horario escolar. También el tipo y el número de comidas deben ajustarse”.
  • Darle su tiempo. Cada niño es un mundo y necesita un periodo distinto para adaptarse. “Uno de los factores que influirán en que este periodo sea más corto o largo será el modo en que los padres reaccionen. Deben mantenerse de manera tranquila y positiva”.
  • Reforzar cualquier mejora. “Si los primeros días protesta o presenta un peor comportamiento, ante cualquier pequeña mejora le reforzaremos socialmente:’Se nota que ya eres mayor”.

¿Debe quedarse en casa?

La mayoría de los progenitores que han vivido situaciones como la de los padres de Marina se han planteado en alguna ocasión si deberían dejar de escolarizar a sus hijos y dejarlos en casa. Esta es la opinión de la experta del Centro Vaca-Orgaz: “Por regla general, nunca debemos sacar al niño de la guardería o del colegio, ya que de esta manera estaríamos reforzando su comportamiento. En caso de que veamos que el colegio no colabora en el proceso de adaptación, no nos ofrecen ayudas o nos dan información contradictoria, y creemos conveniente el cambio lo llevaremos a cabo a ser posible después de un periodo de vacaciones o al finalizar un trimestre y se lo diremos al niño con anterioridad”.

Pero estos casos no son la norma, pues, en general, el pequeño acaba adaptándose, aunque en ese camino haya alguna que otra regresión momentánea, como volver al chupete o a hacerse pis encima. “Si estos cambios son transitorios y el entorno los trata con normalidad no tendrán consecuencias”, advierte Belén Pozo. No obstante, en algunas ocasiones las dificultades de adaptación escolar son la punta del iceberg de otro tipo de problemas, que podemos sospechar cuando los cambios de comportamiento del niño se extrapolan a otros ámbitos, mantiene esas nuevas actitudes durante más de un mes, y los síntomas van aumentando en frecuencia e intensidad.

Las dificultades de adaptación, por edades

En cada momento de su corta vida, tu hijo reaccionará de forma diferente ante el reto que le supone integrarse en la comunidad escolar. Estos son los principales problemas de adaptación que plantean los pequeños, según la psicóloga Belén Pozo.

A los 4 meses: Al haber cambios en sus rutinas de sueño y comida, el bebé puede mostrarse más irritable, con más llantos y con un cambio en las pautas del sue
ño o evitación de la comida.

Entre los 6-9 meses: Cuando algo sale de su campo visual, el bebé cree que ha desaparecido para siempre, por eso a esta edad le puede costar más la adaptación (no sabe que sus padres van a volver). Así, puede mostrarse más inquieto durante el primer mes o con problemas en las rutinas.

A los 2 años: La adaptación del pequeño va a depender de si ha sido escolarizado antes o no. En el caso de que lo haya cuidado alguien ajeno al entorno familiar, por lo general, se adaptará más fácilmente. Como sus rutinas están más arraigadas, cambiarlas puede alterar el comportamiento del niño, provocando que se vuelva más negativo ante las normas. También pueden aparecer problemas en la alimentación y producirse un incremento tanto en la frecuencia como en la intensidad de las rabietas.

A los 3 años: En general, la adaptación es más fácil por el desarrollo y la evolución cognitiva del niño, aunque manifiestan ansiedad por la separación de sus padres, no sólo en el ámbito escolar sino en otros: no quiere ir a cumpleaños, prefiere estar con ellos… Por otra parte, puede mostrar celos, lo que dificultará su adaptación escolar, si hay un hermano pequeño (éste se queda con sus padres y él debe marcharse).

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