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Olimpiadas intelectuales para jóvenes talentos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Muchos jóvenes, que con el tiempo se han convertido en científi cos de prestigio internacional, decidieron dedicarse a las ciencias después de participar en las olimpiadas intelectuales que se celebran por todo el mundo. Este tipo de concursos son un gran estímulo y se consolidan como uno de los mejores “detectores de talento”.

Los estudiantes de enseñanzas medias con mayores inquietudes todavía están a tiempo de participar en las olimpiadas intelectuales que se celebran en España. Se trata de concursos donde los jóvenes ponen a prueba sus conocimientos científicos. Primero se enfrentan de forma eliminatoria en las fases local, autonómica y nacional (durante los primeros meses del año), y quienes obtienen las mejores puntaciones acceden a la olimpiada internacional (habitualmente en verano), aunque en algunos casos hay ediciones intermedias, como la iberoamericana o la europea.

En España, la Olimpiada Matemática es la más antigua y su éxito ha animado a organizar otras, como la de Física, Química, Biología y, más recientemente, Informática o Geología.

El objetivo de estas competiciones es múltiple. Según Javier Fernández-Portal, miembro de la Junta Directiva de la Olimpiada Española de Biología, uno de los principales es despertar en los jóvenes el deseo de realizar estudios relacionados con las ciencias. Pero también se persigue que surjan nuevos investigadores, así como que los centros educativos impartan estas disciplinas de forma cada vez más práctica.

Toda una experiencia

Una de las últimas olimpiadas en dar el salto a la competición internacional ha sido la de Biología, organizada por la Asociación Olimpiada Española de Biología. En 2010 participaron 600 estudiantes de 4º de ESO y 2º de Bachillerato en la fase autonómica en Madrid, donde se enfrentaron los tres estudiantes seleccionados en cada colegio. Cada Comunidad Autónoma celebra su edición particular y los tres o cuatro mejores resultados, según el tamaño de la región, pasan a la fase nacional. Posteriormente, los ocho estudiantes mejor clasificados acceden a la olimpiada internacional (cuatro estudiantes), que el año pasado se celebró en Corea, o a la iberoamericana (otros cuatro), en Costa Rica.

Cada país se compromete a organizar la olimpiada en su territorio, en un plazo de diez años desde su primera participación. Posteriormente, la sede va rotando. La organización de la edición del año pasado en Corea costó 4,3 millones de dólares. La delegación española pagó 2.000 euros para la participación y el alojamiento de dos profesores y cuatro alumnos olímpicos.

Según Fernández-Portal, no se quiere crear demasiada competitividad. De ahí que hasta la fase internacional no se comunica a los estudiantes en qué posición terminan: son grupos de primeros, segundos o terceros. Asimismo, se procura evitar conceder premios económicos y se regalan libros, microscopios, productos tecnológicos o incluso becas universitarias: es más importante la experiencia participativa.

Así lo expresan Lucas y Álvaro, los dos españoles mejor puntuados en las Olimpiadas Internacionales de Biología de 2009 y 2010, respectivamente. Ambos coinciden en que para ellos ha sido una experiencia inolvidable, en la que se han encontrado con personas de muy diferentes culturas a quienes no les da miedo despuntar y con las que comparten la pasión por la biología. Lo más estimulante es que no hay que esperar demasiado para ver los resultados. Fernández-Portal da alguna pista: uno de los participantes de los últimos años ha recibido una beca para estudiar en la prestigiosa Universidad de Stanford, en Estados Unidos; dos de los finalistas españoles del año pasado estudian actualmente bioquímica y una estudiante que se encuentra ahora en quinto de carrera probablemente termine con matrícula de honor.

Para muchos de estos participantes las medallas reales llegarán más tarde pero es indudable que estas iniciativas son un estímulo para empezar a cosechar éxitos y despertar vocaciones.

¿Ejercicio o problema?

Los organizadores de las olimpiadas coinciden en que las pruebas, tanto teóricas como prácticas, buscan que los participantes empleen su capacidad de raciocinio, y no tanto la aplicación de fórmulas conocidas. Es decir, enfrentan a los estudiantes a problemas, no a ejercicios cerrados que se resuelven de forma mecánica.

El resultado es que los estudiantes profundizan en sus conocimientos para resolver los problemas, aprenden a concentrarse y se ven obligados a utilizar su inteligencia e intuición, más que su memoria. Como es fácil de imaginar, este tipo de preguntas están mucho más elaboradas que las preguntas de examen habituales. Para la fase internacional, cada país envía una serie de problemas y un comité selecciona las mejores para que las resuelvan los participantes.

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