Padres en el banquillo
La noticia saltó hace unas semanas: un juez condenaba a un padre, que había instalado cámaras en el baño para comprobar si su hija era anoréxica, a cinco años sin ver a la menor y a otro de cárcel. La polémica no ha tardado en llegar: ¿hasta dónde se puede fiscalizar la acción de los padres?
Los medios de comunicación echaban humo cuando se confirmó la noticia: el Juzgado de lo Penal nº 3 de Lérida había condenado a un año de prisión y cinco de alejamiento a un padre por instalar una cámara en el baño con la que comprobar si su hija adolescente sufría anorexia o bulimia. El caso ha resultado, a la postre, algo más enrevesado, pero la polémica se mantiene. Además, la sentencia llega meses después de otra polémica judicial familiar, en este caso con una madre y un hijo como protagonistas: en Jaén, una madre fue condenada a 45 días de prisión y un año de alejamiento por haber propinado una bofetada a su hijo, al reñirle por no hacer los deberes del colegio. Los casos son distintos, pero mantienen una cuestión común de fondo: ¿hasta dónde puede interferir la Justicia en el ámbito paterno-filial?
José Luis Requero, magistrado de la Audiencia Nacional, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial y padre de diez hijos, prefiere ser cauto respecto al caso de Lérida: “Creo que hay que ser muy prudentes a la hora de valorar estos hechos. Primero, es necesario conocerlos a fondo, leer la sentencia y conocer las circunstancias de esa familia y cómo se ha llegado a esa situación. De lo que sale en la prensa se deducen antecedentes no muy positivos: familia rota, el padre realizaba actos de exhibicionismo, el abuelo realizaba tocamientos a la hija… hechos por los que han sido procesados; luego podría darse el caso de que las grabaciones no fueran tan bienintencionadas”.
Aunque convenga, por tanto, valorar con cautela este caso, lo llamativo es que parece que llueve sobre mojado, al recordar la condena a la madre de Jaén. Y aquí Requero sí que habla con rotundidad: “Ese asunto era distinto. Tras leer las sentencias se deducía que no había ánimo alguno de maltratar, y se advertían incongruencias, dicho con todos los respetos. Por ejemplo, tras decir que no se trata de que los tribunales digan a los padres cómo deben educar a los hijos, sí que se daban máximas educativas”. Y no sólo eso, sino que “es excesivo que, tras derogar del Código Civil el llamado ‘poder de corrección’, se deduzca ni más ni menos que todo castigo físico, incluso el cachete, sea identificable con el maltrato”. ¿Solución? “Con sentido común, los límites del poder de corrección son fácilmente deducibles, lo malo es que se pierda la sensatez”, dice Requero. Un sentido común que pasa, claro, por que los padres sean los primeros buenos educadores de los hijos, con las menores interferencias externas posibles.
Papel de la justicia
Ahora bien: cuando un conflicto entre padres e hijos llega a los juzgados, ¿qué debe hacer la Justicia? Requero lo tiene claro: “Mal van las cosas si los tribunales se hacen presentes en la vida familiar. Si esto ocurre, es que en la familia no hay autoridad ni respeto. Como no se solucionan los problemas es agilizando los trámites para la disolución de la familia, o acelerando el divorcio, porque eso da por sentado que la ruptura es la solución, cuando antes hay que ver qué puede y qué debe hacerse para salvar ese matrimonio, que es como decir salvar la base de la familia. En estas situaciones es cuando la mediación familiar puede surtir efecto, entendida siempre no como una ‘negociación’ entre abogados para pactar la ruptura del enlace, sino para salvar la familia y el matrimonio”.
El padre, ¿bajo sospecha?
Un tipo de asociación de nueva creación en España es el de las plataformas de padres que reivindican su derecho a la paternidad. El motivo es que en la mayoría de los casos ellos son los grandes perjudicados, especialmente si hay separación. La figura paterna parece estar bajo sospecha. Así, estos días ha surgido en distintos foros una misma duda respecto al caso de Lérida: ¿qué habría pasado si la cámara la hubiera instalado la madre? José Luis Requero hace una valoración del papel del padre, avalado por ser educador de diez hijos: “La figura del padre no luce con la autoridad con que debería, y lo cierto es que muchos padres no saben ejercer de tales. Pero su figura es esencial, como la de la madre. Esto es una obviedad, pero es que la educación de los hijos necesita esa complementariedad. El padre tiene que aportar lo específico: ejemplo, cariño hacia la madre, saber oír, saber decir que no”.